Análisis de The Last Guardian, la mayor historia de amistad jamás contada

Análisis de The Last Guardian, la mayor historia de amistad jamás contada

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Análisis de The Last Guardian, la mayor historia de amistad jamás contada

‘The Last Guardian’ no es solo el juego que tanto tiempo llevábamos esperando: es mucho más. Fumito Ueda y su equipo han sido capaces de crear verdadera magia. Nunca antes una historia de amistad había sido diseñada de esta forma, capaz de tocar tan profundamente al jugador.

Empiezo escribiendo estas líneas todavía muy emocionado cuatro días después de haber llegado al final de la aventura protagonizada por ese niño y esa criatura que en tantos vídeos hemos visto avanzar juntos.

Eso no lo había conseguido antes ningún juego; ninguna película; ninguna novela. Y he jugado, visto y leído muchas historias a lo largo de mi vida. No sé exactamente cómo ha logrado el equipo de desarrollo de ‘The Last Guardian’ que un videojuego me atraviese se esta forma y se haya instalado en mi memoria y en mi corazón con tanta fuerza. Tengo la sensación de que esta historia y sus personajes me acompañarán durante muchos años.

Sin esperar nada a cambio, el niño libera de sus ataduras y alimenta a una extraña y enorme criatura

Desde los primeros minutos de juego, ‘The Last Guardian’ sentará las bases de una amistad tan grande como la vida. Una amistad totalmente improbable entre un niño y una bestia que, sin saber muy bien por qué, despiertan prisioneros en una cueva. La criatura desconfía del niño en un primer momento; el chico, por su parte, decide quitarle las lanzas que perforan el cuerpo de Trico y soltar las cadenas que lo mantienen preso para, seguidamente, darle de comer.

Sin esperar nada a cambio, el niño libera de sus ataduras y alimenta a una extraña y enorme criatura cuya especie, por si fuera poco, tiene fama de devorar personas. En ese momento ninguno de ellos será consciente, como no lo será el jugador, de lo que está por venir. Y de lo que serán capaces de hacer el uno por el otro para escapar de ese extraño lugar en el que han sido confinados.

The Last Guardian

Trico, siempre Trico

Trico vendría a ser una extraña mezcla entre pájaro y gato. Un ser gigantesco con plumas, alas, pico y cuernos cuyo comportamiento se asemeja mucho al de ese felino domesticado que duerme recostado sobre vuestros pies durante la noche. Un compañero de viaje, un amigo que hará cualquier cosa para defendernos y ayudarnos. Siempre.

El nombre del niño es un misterio, pero, al igual que Trico, el chico siempre hará todo lo que esté en su mano para ayudar a la bestia. Nosotros, como jugadores, sentiremos la urgencia de acudir en su ayuda. Saltaremos al vacío por Trico cuando haga falta y las veces que sea necesario. Y lo haremos sin pensarlo siquiera, porque para ese entonces el vínculo entre nosotros y ese ser alado y suave será más fuerte que cualquier otra cosa.

The Last Guardian parte de una premisa muy sencilla: Trico y el niño deben escapar de ese extraño lugar en el que se encuentran

La inteligencia artificial de Trico es para estudiarla. Podremos darle algunas órdenes básicas, ya llegaremos a ello, pero tiene su propio comportamiento. Si lo observamos sin hacer nada más veremos cómo se sienta, se rasca, chapotea en el agua e incluso llama nuestra atención o se acerca para darle un tierno golpecito al chico, a lo cual podemos responder con caricias. Sí, hay un botón que sirve para acariciar a Trico, algo que la criatura agradece enormemente. Es realmente impresionante ver cómo actúa Trico cuando nadie le molesta, pero también comprobar cómo disfruta de la compañía y la amistad del niño.

Por otro lado, una de las cosas que hace Trico es observar con atención todo lo que le rodea. Podremos ver cómo constantemente examina cada zona del juego en busca de salidas, salientes o lugares en los que posarse. En ocasiones tomará la iniciativa por sí mismo. En otras deberemos guiarle con esas órdenes básicas de las que os hablaba.

The Last Guardian

En ocasiones, dos o tres en todo el juego, Trico se cansará y tendremos que buscar comida si queremos que vuelva a ponerse en marcha. Eso da pie a algunos pequeños puzzles que sirven de excusa para recordarnos el vínculo establecido entre los dos personajes. Trico no puede avanzar sin nuestra ayuda. Nosotros tampoco podemos avanzar sin él.

Juego en equipo

‘The Last Guardian’ huye del juego en solitario y está diseñado para que todos los puzzles sean resueltos mediante la colaboración entre el niño y Trico. Hay una pequeña excepción, pero no quiero entrar en detalles. No quiero hablar sobre su historia más de lo justo y absolutamente necesario, es algo que cada uno debe descubrir por sí mismo con tranquilidad.

Al principio no podremos darle órdenes a Trico. Y tiene todo el sentido del mundo: ¿por qué una criatura alada debería aceptar o siquiera entender las órdenes de un niño? Ambos deben acostumbrarse primero el uno al otro y así será como, al poco tiempo, la criatura empezará a entender los movimientos del chico, a replicarlos. Y se irán cogiendo cariño.

‘The Last Guardian’ parte de una premisa muy sencilla: Trico y el niño deben escapar de ese extraño lugar en el que se encuentran. No sabemos por qué están donde están, pero sí que no es su sitio. La historia se irá abriendo lentamente y, gracias a un par de secuencias de las que quitan el hipo y a toda la información que vamos recibiendo poco a poco, llegaremos a entenderlo todo.

Nuestro cometido, por tanto, es encontrar siempre el camino que nos permita seguir avanzando en busca de la salida. Y aquí es donde el juego saca todas sus armas a nivel jugable. Los niveles están diseñados para poner en aprietos tanto al niño como a Trico, pero la solución siempre pasará por combinar las ventajas de cada personaje.

The Last Guardian

El chico puede colarse por pequeños agujeros o grietas, incluso puede pasar entre los barrotes de algunas verjas cerradas. Por otro lado, Trico nos será de gran ayuda para alcanzar puntos elevados que de otra forma serían inaccesibles. En ocasiones la criatura nos señalará el camino, ya que como comentaba más arriba siempre examinará los niveles para valorar sus posibilidades. En otras deberemos indicarle claramente qué hacer mediante alguna de las órdenes a nuestro alcance: ve hacia tal punto, salta, golpea.

Hay una mecánica más para la que el niño hará uso de un escudo muy especial, gracias a la que podremos destruir ciertos objetos que paralizan a Trico de miedo o barreras que impiden el paso, pero prefiero no explicar exactamente cuál es el efecto. No creo que sea un spoiler, pero a mí me pareció una grata sorpresa cuando lo descubrí, así que no daré más detalles específicos. Cabe decir, eso sí, que es algo totalmente decisivo y que en el tramo final del juego cobra un sentido verdaderamente inesperado.

Además de caminar junto a Trico, y como hemos podido ver en multitud de vídeos, tendremos la posibilidad de subirnos a él. De hecho no es una posibilidad, sino una necesidad. Y es difícil explicar con palabras lo que se siente cuando resolvemos algunos puzzles que requieren ir a lomos de la criatura, sobre todo los que implican muchos saltos seguidos o los que tienen que ver con saltos para cubrir grandes distancias. En estos casos hay dos posibilidades: que Trico descubra el camino por sí mismo y nos dejemos llevar, o que tengamos que darle indicaciones. En cualquiera de los casos lo he intentado hacer siempre subido a su cabeza y el resultado es espectacular.

El equipo de desarrollo ha sabido mezclar con mucha destreza toda la parte emocional del juego con la parte más cerebral

El enorme mundo de The Last Guardian

Poco a poco, a medida que vayamos superando zonas, iremos entendiendo mejor las dimensiones del lugar donde nos encontramos. Una ubicación llena de torres y mazmorras que tiene ese toque tan familiar para los que jugamos a ‘ICO’ en su momento. Pero también de grandes espacios abiertos y abismos, lo cual nos recuerda a ‘Shadow of The Colossus’. La sensación de soledad que logra transmitir el juego gracias a sus paisajes, y muy especialmente a su apartado sonoro, es demoledora.

‘The Last Guardian’ no es un juego de gran dificultad. Puede parecerlo a simple vista, sobre todo cuando nos encontramos en las estancias más grandes que ofrece su interesante diseño de niveles, pero basta con examinar bien cada zona y tener en cuenta todas las posibilidades de colaboración que ofrece Trico para dar con la solución.

Eso no quiere decir que el juego sea un paseo. El equipo de desarrollo ha sabido mezclar con mucha destreza toda la parte emocional del juego, la que tiene que ver con el vínculo entre el niño y Trico, con la parte más cerebral, la que nos obliga a pensar cuál debe ser nuestro siguiente paso para seguir avanzando hacia la salida, esté donde esté. Algunos puzzles pueden ser más complicados que otros, pero en ningún caso esconden trucos sucios por parte de los desarrolladores para dejarnos estancados de forma artificial. La solución siempre estará delante de nosotros.

The Last Guardian

En este sentido creo que merece la pena hablar del sistema de control. Por ejemplo, el botón R1 sirve para llamar a Trico, pero si lo combinamos con el triángulo le estaremos diciendo que salte. Porque ese botón es el que sirve para saltar con el niño. Y si pulsamos R1 más cuadrado le estaremos diciendo a Trico que dé un golpe, puesto que ese botón es el que usaremos para que el niño dé un empujón. Es lo que os comentaba al principio: la criatura se acostumbrará a nosotros y a nuestros movimientos con el tiempo, lo cual se traslada directamente al esquema de control.

Y hablando de los controles: no son difíciles de dominar, pero hay que acostumbrarse a ellos. Quizás el principal problema que tiene el juego es su sistema de cámaras, que no es tan cómodo como cabría esperar. Tras las primeras horas de juego uno acaba por amoldarse, pero sí echo en falta algo mucho más robusto en este sentido. También resulta algo incómodo subir/bajar de Trico, principalmente porque el juego cuenta con un sistema que hace que el niño se sujete de forma automática cuando está a lomos de la criatura y los controles se vuelven un poco confusos a veces.

No es nada grave en absoluto, pero tras tantos años de desarrollo resulta algo extraño que ese aspecto no haya quedado totalmente pulido. O quizás esa sea una de las causas... En todo caso, el juego es una obra maestra.

The Last Guardian

La opinión de VidaExtra

‘The Last Guardian’ es, en mi opinión, el mejor juego del año. Hasta ahora ‘Inside’ ostentaba ese puesto en mi top particular, por encima de un montón de grandes producciones lanzadas en 2016 que, por otro lado, me han parecido magníficas. Pero la obra de Fumito Ueda es especial. Llega a sitios donde ningún otro juego ha llegado en lo referente a la relación entre personajes y sobre todo a cómo afecta eso al jugador.

Su mezcla de plataformeo con resolución de puzzles y acción nos deja momentos inolvidables. Y para los que os estéis preguntando la duración, os puedo decir que a mí me ha llevado completarlo alrededor de 16 horas. Sin prisas, admirando los paisajes, haciendo capturas y jugueteando con Trico a la mínima ocasión. Es un título largo y repleto de detalles que, a medida que vayamos avanzando, iremos entendiendo mejor y conectando para dar forma a su historia.

Fumito Ueda, una vez más, nos trae un cuento inolvidable y una rareza dentro de una industria dominada por ciertos géneros muy poco dada a la creación de historias distintas y arriesgadas.

Primera hora y media de juego

A continuación podréis encontrar un gameplay propio con la primera hora y media del juego. No hay grandes spoilers, pero quizás hay detalles que no todos querréis conocer antes de jugar. En vuestras manos queda:

A favor

  • Trico
  • La amistad entre el niño y Trico
  • La historia, la banda sonora y el diseño de sonido

En contra

  • El sistema de cámaras
  • Que no sea infinito
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