Análisis de Watch Dogs 2: ¿es este el juego sobre hackers que estábamos esperando?

Análisis de Watch Dogs 2: ¿es este el juego sobre hackers que estábamos esperando?

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Análisis de Watch Dogs 2: ¿es este el juego sobre hackers que estábamos esperando?

Ubisoft tenía un reto importante con ‘Watch Dogs 2’. Por un lado demostrar que las carencias del primero tenían solución, por el otro que el nivel conseguido en una secuela fuese el suficiente para convertir en franquicia una saga que dé algo de respiro a un ‘Assassin’s Creed’ que pedía a gritos un relevo anual.

El resultado es, cuanto menos, sorprendente, manteniendo la idea de los hackers en un mundo abierto pero recogiéndola desde una perspectiva mucho más desenfadada que le sienta de fábula a la mezcla. ‘Watch Dogs 2’ no se toma en serio casi nunca y eso es justo lo que necesitaba para ser un sandbox tan fresco como divertido.

¿Su gran acierto? Dejar de tomarse en serio

No esperéis aquí un guión con giros y dramatismos, de hecho, las pocas veces que se acerca a ese ámbito es cuando más resbala en sus intenciones. Aquí controlamos a Marcus, un hacker que ha sido acusado por un sistema de seguridad muy similar al de los precrímenes de Minority Report.

La única diferencia es que aquí, en vez de utilizar visiones sobre el futuro, un programa de análisis que alcanza todo lo electrónico que hay en la ciudad crea estadísticas para marcar a posibles criminales que podrían estar relacionados con prácticas ilegales en el futuro.

Watch Dogs 2 mezcla la acción palomitera y los chistes sobre Trump con el hacktivismo estilo Mr.Robot
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Mezclando la acción palomitera con el hacktivismo estilo Anonymous o Mr.Robot, nuestro protagonista es reclutado por una organización que combate dicha injusticia a base de destapar mentiras, reventar servidores, abrazar la lucha armada gracias a una impresora 3D e imprimir grandes carteles de propaganda que podemos ir desplegando en puntos estratégicos de la ciudad.

Cambiamos Chicago por San Francisco adentrándonos en una estética mucho más reconocible y acertada para el público que vivimos lejos de las idas y venidas de los norteamericanos. Alcatraz, Golden Gate, graffitis a gran escala y calles empinadas que casi todos reconocemos de otras obras de ficción son los puntos estratégicos de un juego que, sin embargo, no alcanza a explotarlos como debería.

Watch Dogs 2 es otro estilo de sandbox

Habría sido interesante decir aquí que la ciudad es una gran protagonista del juego de la misma forma que la ficticia Los Ángeles de ‘GTA V’ lo era allí, pero los emplazamientos emblemáticos se aprovechan lo justo y, más allá de los paseos que demos por nuestra cuenta o la suerte que tengamos al reconocer ciertos puntos de la ciudad, casi toda la aventura estará enfocada a los interiores.

Sí hay la típica carrera dando botes por calles que dejarían con agujetas a cualquier sedentario y una visita a una parodia de Google en Silicon Valley, pero al ser un juego menos enfocado a las persecuciones y más a la estrategia de sigilo de entrar en un sitio y salir sin ser detectado, los viajes de aquí para allí dejan de ser interesantes tan pronto descubres que puedes realizar viajes rápidos a tiendas cercanas a misiones. Algo que en mi caso fue prácticamente desde el principio y se convirtió en hábito.

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No ayuda a cambiar esa estrategia que el juego se olvide de lo que estabas haciendo cada vez que salta una conversación o misión. Tras las primeras más de una vez he tenido que volver al mapa para marcar una ruta de GPS que misteriosamente había desparecido y, tras las segundas, los coches que había aparcado frente a la puerta que precedía a un vídeo habían desaparecido.

Tras la sorpresa inicial tenía dos opciones, pedir que me dejasen uno de los coches comprados en concesionario en la puerta o abrir el mapa y seleccionar un viaje rápido. Paseo con unos vehículos que ceden hueco a más alegrías que en el anterior juego gracias a su control frente a unos 40 segundos de carga, esto último siempre dependiendo de la lejanía del punto elegido.

Hackear es tu arma...

Imagino que queda cristalino que aquí no nos vamos a aprender las calles como tocaba hacerlo casi por inercia en otros mundos abiertos, pero no lo tomemos como un aspecto negativo a no ser que seamos unos grandes fans de la conducción. Si tiraba de viaje rápido es porque la chicha del juego, lo realmente interesante de este ‘Watch Dogs 2’, me llamaba mucho más que apretar un acelerador y realizar derrapes.

Sirviéndose de un esquema de juego que se acerca peligrosamente a la repetición desmedida, casi todas las misiones nos trasladarán hasta una zona más o menos cerrada, con un gran control policial o de bandas, y el objetivo de infiltrarnos en ella para robar información, salvar a un rehén o quemar un servidor.

Las posibilidades de hackeo son enormes y eso hace de cada misión un reto idéntico y distinto a la vez
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Es aquí donde brilla especialmente el juego, acercándonos a la idea del hackeo por antonomasia utilizando nuestro teléfono para casi cualquier cosa que podamos imaginar. Abrir puertas, distraer enemigos, activar trampas propias o del escenario, monitorizar patrullas a distancia, crear informes policiales falsos que despleguen patrullas en busca de un pobre enemigo que nos frena la entrada a otra sala…

Las posibilidades no son infinitas, pero la combinación de ellas, sumada al diseño de niveles de cada una de esas estancias en las que una vez tras otra debemos infiltrarnos, convierten cada misión en un divertido reto en el que ir aprendiendo hasta dónde podemos llegar y cómo podemos aprovechar nuestras opciones.

... y es más divertida que cualquier otra

Hablaba de repetición porque inherentemente está ahí, es indudable, pero dicha clasificación debe ser marcada con un asterisco porque en ningún momento me ha resultado un problema. Distrae a este, roba una llave a ese, esquiva patrullas hasta llegar a un servidor escondido tras un ascensor que te lleva hasta lo que podría ser el cuartel general de un grupo de supervillanos de Marvel.

Los emplazamientos siempre son lo suficientemente distintos tanto a nivel de diseño como de aspecto para que la repetición se convierta en diversión al permitirte seguir creciendo como experto en estrategias de infiltración.

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Ayuda y mucho que todo eso pueda hacerse casi siempre de la mano de los dos drones que conseguirás tarde o temprano: uno terrestre más lento pero con la opción de hackear dispositivos que de otra forma requerirían de nuestra presencia y uno aéreo ideal para marcar enemigos a través de las paredes y establecer trampas con las que limpiar nuestro posterior camino a pie.

La suma de poderes también abraza la mejora de estos cacharros, que llegados a cierto punto podrán desplazarse a mayor velocidad y colocar trampas propias que eliminen o duerman a los enemigos, así que jugar con ellos no sólo será una opción muy recomendable, también una de las más divertidas que ofrece el juego.

Su modo online hace del trolleo una mecánica de juego, pero eso no es siempre lo que deseas

Que al descubrir uno de nuestros drones no se líe pardísima como sí lo hace cuando nuestra presencia automáticamente alerta a autoridades o refuerzos, convierte a ‘Watch Dogs 2’ en un juego que, pese a dar desde el principio la opción de entrar a los sitios por las bravas ametralladora en mano, hace del sigilo un reto muy asequible y entretenido.

Además de las acciones básicas que ya hemos comentado nos iremos encontrando con diversas variaciones que harán de todo ese proceso algo más entretenido. Crear puentes de conexión cambiando piezas como si de un juego de tuberías se tratase, aguantar oleadas o mantenernos escondidos mientras se descarga un fichero, utilizar robots loquísimos para arrasar o infiltrarnos en fábricas de alta tecnología, aprovechar las grabaciones de una cámara de seguridad para organizar una estrategia previa a que lleguen los enemigos…

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A eso hay que sumar la opción de jugar con amigos en cooperativo o estar constantemente conectado a su modo online. Lo complicado de esto último es que puede ser un engorro dependiendo de tu interés en seguir avanzando, porque la posibilidad de que entren a fastidiarte para robarte información o que se sumen a la policía para perseguirte consigue que sea tanto un reto entretenido como una distracción. Yo opté por desactivar la opción para seguir a mi ritmo con la campaña.

La opinión de VidaExtra

‘Watch Dogs 2’ cuenta con suficientes herramientas para que cada tipo de jugador pueda abordarlo de la forma que más divertida crea y su ágil sistema de progresión, consiguiendo puntos de habilidad casi con cada misión superada y obligándonos a explorar para poder desbloquear lo más poderosos, consigue que poco a poco vayamos modificando nuestra estrategia para que las opciones disponibles nunca sean necesariamente las mismas.

Watch Dogs 2 triunfa donde falló el primero, en conseguir hacer del hackeo una mecánica divertida

La sensación de poder al llegar al último tramo de una aventura en absoluto escueta es tremenda. Lo que antes era una continua necesidad de medir nuestros pasos se transforma en un espectáculo en el que la llamada de bandas rivales, la desconexión de todas las luces de la zona y la posibilidad de frenar a los enemigos reventando sus auriculares con un zumbido que los deja temblando, deja tras de sí un reguero de muertos, coches ardiendo y altas sumas de dinero transferidas a una cuenta bancaria que aprovecharemos a base de nuevos vehículos, ropas y armas.

Donde la primera entrega dejó un regusto amargo a base de mentiras y falta de ideas, ‘Watch Dogs 2’ despunta con una jugabilidad adictiva y uno de esos guiones conscientemente absurdos que tal vez consiga robarte alguna otra sonrisa. Dijimos entonces que los errores de Ubisoft con su nueva franquicia no eran suficientes para quitarnos las ganas de comprobar hasta dónde podía evolucionar. Ahora, el cambio de perspectiva ha conseguido que tengamos aún más ganas de ver hasta dónde puede llegar. La diferencia es que esta vez sí hemos quedado satisfechos.

A favor

  • Un sandbox grande, largo y entretenido
  • Las mecánicas de hackeo son una delicia
  • Su sistema de progresión y diseño aporta cosas nuevas poco a poco

En contra

  • Su sistema de misiones puede llegar a ser repetitivo
  • Los fans de los tiroteos se van a encontrar con algo poco cómodo
  • El componente sandbox no se aprovecha demasiado
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