Análisis de Into the Breach: una magnífica evolución del ajedrez a base de robots y avispas gigantes

Análisis de Into the Breach: una magnífica evolución del ajedrez a base de robots y avispas gigantes

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Análisis de Into the Breach: una magnífica evolución del ajedrez a base de robots y avispas gigantes

Las citas en pareja siempre resultan divertidas. Normalmente a alguno de los miembros le gusta hablar más de lo que debería y siempre derivan en momentos de lo más surrealistas (no necesariamente igual de cómodos para todas las partes). Into the Breach es, sin duda alguna, la cita en pareja más loca y fructífera que puedes echarte a la cara.

En ella se juntan dos parejas aparentemente sin nada en común. Por un lado están Terminator y Pacific Rim. Al otro lado de la mesa, el Ajedrez y Abalone. Si es sorprendente que la quedada acabe en bacanal, más alucinante es que entre todos ellos tengan tal compenetración que el resultado haya acabado gestando uno de los mejores juegos del año.

El mejor juego de mesa virtual de la generación

Los creadores del también imprescindible Faster Than Light, firman aquí uno de esos juegos de mesa virtuales que te hacen comprender qué hace grande a un buen diseño de juego. De la mano de tres robots, cada uno con un patrón de ataque distinto, deberás hacer frente a oleadas de enemigos alienígenas que se han empecinado en destruir el planeta.

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La gran diferencia está aquí en que el objetivo principal de cada partida no está en eliminar al rival, sino en proteger los edificios que pueblan el pequeño mapa sobre el que nos movemos en cada nivel. De nada sirve acabar con el 90% de los atacantes si ese 10% restante acaba con los civiles y la energía que producen.

Para ello deberemos aguantar una serie de turnos, un número lo suficientemente grande para que la partida pueda dar muchas vueltas, pero también lo bastante pequeño para que a menudo no se alargue más de cinco minutos, evitando que los bichos nos resten una de las barras de energía que van arrastrándose durante la campaña hasta que salta el aviso de final del juego.

Cuando eso ocurre, entra en juego el factor Terminator, pudiendo elegir a uno de los pilotos de los mechas para enviarlo al pasado y mantener la experiencia y habilidades que hayamos desbloqueado en anteriores partidas. Una muerte semipermanente que hace de Into the Breach un título mucho más accesible y menos frustrante que FTL.

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Logro, progreso y adicción

A alcanzar esa sensación de justicia poética ayuda, y mucho, el hecho de que en este juego se hayan olvidado de eventos aleatorios y probabilidades que puedan fastidiarte la partida. Esto, al fin y al cabo, es un juego de mesa en el que en todo momento sabes con total certeza qué va a ocurrir con los ataques que se están planteando.

La parte que más me ha recordado a Abalone está en la necesidad de empujar a los enemigos para evitar desastres y acorralar su avance. Aquí tus unidades son lo de menos y, frente a un bicho a punto de echar abajo un edificio, lo primordial es golpearlo con la intención de que se mueva y acabe atacando a otro objetivo. En el mejor de los casos puede ser uno de sus compañeros. En el peor otra de tus unidades.

En dominar esa mecánica, aprender a utilizar el entorno con acciones como lanzar un bicho al agua, o saber gestionar hasta que punto puedes utilizar tus mechas como escudo, se nos van las primeras partidas de Into the Breach. Uno de esos tutoriales en los que el ensayo y error son nuestro mejor maestro y que, cuando superas la primera isla, te entrega una sensación tremendamente satisfactoria de logro y progreso.

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Tras ella te esperan más islas, nuevos enemigos e incluso la posibilidad de mejorar tus mechas u optar por un nuevo set de robots, lo que sumado a la aleatoriedad de los mapas y la colocación de los rivales deriva en un juego casi infinito en el que sólo la dominación absoluta de sus distintas reglas consigue que baje una pizca el entusiasmo.

La opinión de VidaExtra

Con una fórmula insultantemente adictiva en la que la narrativa es probablemente lo menos interesante del cóctel, Into the Breach acaba resultando ser una de esas ideas magníficamente ejecutadas que sabe mal eliminar de nuestro catálogo para hacer sitio a otros juegos.

Como uno de esos títulos a los que volver para echar una partida rápida, Into the Breach es lo suficientemente profundo para que adentrarse en él y dominarlo sea todo un desafío. Sin embargo, deshaciéndose de todos esos componentes de estrategia que engordan una idea a base de gestión de recursos o estrategias predefinidas, cada partida es como un soplo de aire fresco en la que puede ocurrir cualquier cosa. La buena noticia en este caso es que, para bien o para mal, siempre será un logro o error tuyo.

A favor

  • Un juego tan absorbente como rejugable
  • Otra lección de diseño de videojuegos
  • Cada logro o error es sólo culpa tuya

En contra

  • Algunas situaciones se vuelven indefendibles
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