Jugamos a Bleeding Edge: Ninja Theory va a tener que hacerlo mejor si quiere competir con Overwatch (aunque hay buenos cimientos)

Jugamos a Bleeding Edge: Ninja Theory va a tener que hacerlo mejor si quiere competir con Overwatch (aunque hay buenos cimientos)

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Gizmo

Pese a que Ninja Theory ha echado raíces dentro del género de la acción, su historial deja patente que no tiene miedo a experimentar con cosas nuevas. Paradójicamente, uno de los aspectos que más he notado al jugar a la beta de Bleeding Edge es que, en el fondo, me siento constantemente en terreno conocido. Y, hasta cierto punto, eso es algo positivo. Sin embargo, no es lo que me preocupa.

No es que Ninja Theory no sepa salir de su zona de confort. Todo lo contrario: los de Cambridge lo mismo se lanzan a por una experiencia psicodélica para la realidad virtual de PS4 que se atreven con los Toys-to Life. Su último bombazo, de hecho, es una aventura de terror psicológico: Hellblade: Senua's Sacrifice.

Sin embargo, los multijugadores online son harina de otro costal, y lanzar uno nuevo -pese a ofrecer varias similitudes con otros bien asentados- y a estas alturas de la partida requiere algo más que talento: hay que ser competitivos y, de paso, saber dejar una impronta en el jugador. Eso sí, en Bleeding Edge esto último está bastante trabajado.

Lo esencial: Bleeding Edge, el primer juego que Ninja Theory lanza bajo el ala Xbox Games Studios, es un hero brawler. Una propuesta de acción de cuatro contra cuatro con un variopinto abanico de personajes a elegir y un objetivo que, de un modo u otro, requerirá que nos llevemos por delante a nuestros rivales. Pero, ante todo, un título en el que jugar en equipo no es opcional.

Cuatro contra cuatro y una advertencia: si te separas, pierdes

Bleeding Edge

La idea sobre la que gira Bleeding Edge, comparte -sobre el papel- la mayoría de elementos del exitoso Brawl Stars. Sin embargo, en la práctica se nota desde la primera partida que su objetivo final no es trasladar y dar nuevos matices a la experiencia de SuperCell, sino competir frontalmente con otros multijugador por equipos ya bien asentados. Entre otros, Overwatch.

Lógicamente, para ganar en Bleeding Edge necesitarás algo más que dominar el estilo de tu personaje favorito y contar con un equipo bien coordinado. La versión a la que tuvimos acceso ofrece dos modos de juego clásicos:

  • El control de objetivo: en el que deberemos tomar posesión y retener zonas concretas repartidas por el mapa.
  • La recolección de energía, cuyo fin es convertir en puntos unos artículos luminosos, depositándolos en zonas concretas del escenario.

Pero, claro, lo verdaderamente divertido de Bleeding Edge (y la naturaleza de sus personajes) es la confrontación e interceptación de los miembros del equipo enemigo. Es más, Ninja Theory ha incluido un sistema de apuntado parecido al de Apex Legends para facilitar esa experiencia.

El propio lanzamiento de Bleeding Edge  podría parecer una idea que casi coquetea con lo genérico, pero uno no tarda en llegar a otras conclusiones. De hecho, cuenta con bazas que le acaban dando identidad. Y por bazas nos referimos -en parte- a las modificaciones, una suerte de chips que alterarán las características y habilidades de cada personaje y que le dan un extra de profundidad a la experiencia.

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Sería injusto, por otro lado, establecer que el máximo aporte de Bleeding Edge son las modificaciones: la esencia de su propuesta está en sus propios personajes y su diseño es casi una denominación de autor, más allá de su acabado y variedad, podemos ver ese estilo visual que nos encandiló en Enslaved: Odyssey to the West o Heavenly Sword, trascendiendo el resultado a lo jugable.

Porque cada uno de los personajes de Bleeding Edge es una manera de entender el juego. Sí, todos tienen una suerte de patinete para acortar distancias al reaparecer (a menos que sea excepcionalmente rápidos) y poseen características comunes que ayudan a que cumplamos nuestro propósito.

En este aspecto, los de Cambridge han estado especialmente inspirados a la hora de crear héroes variados a la hora de darles trasfondo, motivaciones, y habilidades. Y todavía más en cuestión de diseño.

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Tenemos desde un científico reencarnado en una serpiente que salta al combate arrastrando su cuerpo original a un samurai grafitero de Nueva York. Todo un crisol de personalidades bajo una estética cyberpunk que los hace todavía más excepcionales y sus correspondientes bailes desbloqueables.

Pero, a diferencia de otros juegos, y esto es uno de los puntos flacos del juego, que en los dos equipos haya un equilibrio de clases es algo prácticamente obligatorio. No llegarás demasiado lejos en caso contrario.

De primeras, y de manera constante, Ninja Theory recomienda que no te separes demasiado de tu equipo, y tiene un porqué: da igual lo mucho que domines a tu personaje o su sistema de esquives, si te encuentras en una situación de inferioridad numérica (juguemos a distancia, de cerca o con un personaje tipo tanque) solo queda escapar o prepararte para ser fulminado.

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No es como en otros shooters competitivos en los que existe un modo de oponer resistencia, el estilo jugable de Bleeding Edge hace que tu esperanza de vida cuando dos enemigos ya te están atacando se reduzca a unos instantes. Algo más del tiempo que tardas en ubicar a tu aliado más próximo. Y el diseño de los escenarios en los que hemos podido jugar (y sus atajos) fomenta esto todavía más.

La pregunta, llegados a este punto, se hace sola: ¿qué puede aportar Bleeding Edge al catálogo de Xbox y PC? El hero brawler de Ninja Theory no ofrece -al menos, de momento- las mismas sensaciones de jugar en equipo que Fortnite, Overwatch o Rainbow Six Siege, y no tiene que ver con el diseño de los personajes, sino en cómo se fuerza que éstos no tengan autonomía.

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Edge

Pese a contar con una buena premisa, aportar buenas ideas y ofrecer personajes que irradian carácter, Bleeding Edge flaquea (de momento) en algo esencial: si tu equipo está disperso estás en desventaja y si la selección de personajes no está equilibrada todo tu escuadrón irá cayendo poco a poco. Incluso en el referido Brawl Stars uno tiene más autonomía.

No es que no haya opciones y alternativas al poner sus elementos distintivos en común. En Splatoon, un juego en el que la victoria no está en nuestra mano, se ofrecen medios para que un jugador no se vea reducido tan fácilmente y contribuya de manera eficaz a la victoria de su equipo.

Como resultado de esto, en Splatoon se gane o se pierda se consigue dar valor a nuestra partida, pero en Bleeding Edge -pese a su sistema de progresos al terminar cada enfrentamiento- hace más cuesta arriba que haya remontadas o incentivar hacer cosas diferentes en lugar de adaptarse a los otros tres jugadores.

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Dicho esto, Ninja Theory da a los jugadores recursos para familiarizarse con sus personajes y hasta un Dojo con el que experimentar, pero si bien es indiscutible que se está poniendo esfuerzo a la hora de crear personajes y un entorno que aleje a Bleeding Edge de lo genérico, también es necesario que los jugadores puedan tener acceso a una experiencia no tan condicionada por sus compañeros de partida.

Bleeding Edge va a tener que hacer cambios si el propósito de Ninja Theory es que arraigue bien entre los juegos como servicio del Xbox Game Pass, y no estamos muy alejados de su lanzamiento. Por lo pronto, el hero brawler de Ninja Theory no iguala el atractivo de Gears, Forza, Age of Empires o, próximamente, Halo para el servicio de suscripción de Microsoft.

Pero eso no quita que haya margen para las sorpresas.

Plataformas: Xbox One y PC (Windows 10 y Steam)
Multijugador: Sí
Desarrollador: Ninja Theory
Compañía: Xbox Game Studios
Lanzamiento: 24 de marzo de 2020
Precio: 29,99 euros (Ofrece Play Anywhere y está incluido de lanzamiento en el Xbox Game Pass)

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