The Messenger y el don de la paciencia, o cómo dejar lo mejor para el final con maestría

The Messenger y el don de la paciencia, o cómo dejar lo mejor para el final con maestría

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The Messenger

Aprovechando que Sabotage Studio ha presentado hace unos días el RPG Sea of Stars, que tiene una pintaza tremenda (y está arrasando en KickStarter), es el momento idóneo para recordar la grandeza de su primer trabajo, The Messenger. Un juego que se concibió como un homenaje a los juegos de ninjas de antaño.

Pero no se quedó en el simple tributo a los clásicos de los años 80 y 90, sino que lo hizo aportando un toque tremendamente original. Ahora bien, su mayor atractivo, por desgracia, lo destripó el propio estudio en todos y cada uno de los vídeos previos a su lanzamiento. Lo bueno es que no se chafó toda la sorpresa, puesto que The Messenger guardaba un as bajo la manga si éramos pacientes.

No fue otro juego de ninjas con estética retro

The Messenger

Recuerdo la primera vez que me puse a los mandos de este indie. Fue mediante su conversión a PS4 (debutó primero en Steam y Nintendo Switch a finales de agosto de 2018), porque quería conseguir a toda costa su trofeo de Platino. No fue fácil la espera hasta su llegada a PlayStation en marzo de 2019, siete meses después, puesto que me enamoré al instante de The Messenger la primera vez que lo vi.

Sin embargo, con el juego en acción recuerdo que no me entusiasmó de la misma manera. Daba la sensación de ser otro juego de ninjas más (de gran calidad, eso sí, pero sin llegar a deslumbrar), independientemente de lo original que resultase el movimiento de ataque con la espada para realizar un salto extra al golpear en ciertos elementos de la pantalla, como algunos objetos o proyectiles enemigos.

Había algo que me impulsaba a seguir, por supuesto: desbloquear el aspecto de 16-bits, donde comenzaría la fiesta, según sus creadores. Y lo cierto es que el viaje hasta ahí fue de lo más ameno, aunque sin alardes, gustándome especialmente su excelente sentido del humor a cargo de un personaje encapuchado misterioso...

Su parte 8-bits, inspirada claramente en Ninja Gaiden, aunque con muchas más reminiscencias de la época, me pareció más que notable, siendo una aventura de no retorno donde avanzamos sin poder retroceder sobre cada región que vamos completando. Y eso que vamos divisando zonas a las que deberíamos llegar pero que nos resulta imposible debido a las limitaciones iniciales del "mensajero".

Porque sí, la aventura arranca viendo cómo falla en su cometido un héroe y se nos concede el título de mensajero para llevar un pergamino hasta la otra punta de ese mundo (ahora) maldito. Y el viaje se irá complicando, claro, pero sin desesperar.

El enorme punto de inflexión en The Messenger

The Messenger

Tardaremos bastantes horas, casi la mitad de lo que dura la aventura, en ver el verdadero potencial de The Messenger. Y es una de las mejores decisiones que ha podido tomar Sabotage Studio, porque hace que en realidad no estemos ante un videojuego, sino dos de espíritus únicos: uno, clásico; el otro, metroidvania.

Desde el momento en el que podemos alternar entre las dos realidades (la inicial, de 8-bits; junto con la que destila gráficos de la etapa de 16-bits, como Mega Drive y Super Nintendo), se abre todo un mundo de posibilidades ante nosotros. Y eso que no mostrará todas sus virtudes de golpe, sino que las irá dosificando a lo largo de ese segundo tramo, donde este indie brilla con una fuerza arrolladora.

Es justo reconocer que si esta obra de este modesto equipo afincado en Quebec (Canadá) funciona a las mil maravillas, es también por la enorme labor de Rainbowdragoneyes para su banda sonora, con canciones acordes a cada época. Os recomiendo echarle un vistazo a su Bandcamp y disfrutar de sus temas del Pasado, el Futuro y el DLC Picnic Panic. Porque The Messenger es un juego completo a todos los niveles y al que pocas pegas se le pueden poner, realmente.

Sabe ser puñetero en su justa medida, especialmente si ansiamos todos los sellos de poder para desbloquear un secreto muy especial. Pero también sabe ser divertido como pocos, con una gran variedad de situaciones y no pocas sorpresas, lo que unido a sus metarreferencias y sentido del humor, hacen que te atrape como pocos desde que se activa el modo 16-bits. Ahí la redención es total.

Es, a su vez, una aventura cuyo protagonista irá mejorando, desbloqueando nuevas técnicas según avanza la trama y por medio de ciertos parámetros que podremos comprar desde el tendero usando los minerales que obtenemos. En relación a esto último, hay un detalle curioso: si nos matan, aparecerá un diablillo que se quedará con ese dinero y parte del que consigamos durante un ratito...

Y para colmo, tiene un DLC (Picnic Panic) gratis

The Messenger

Sin entrar en SPOILERS en la aventura principal de The Messenger, Sabotage Studio supo crear una historia inolvidable que te va cautivando poco a poco hasta que te conquista irremediablemente. Sabe hacer de la paciencia su mejor virtud, al demostrar con maestría que lo mejor está al final del trayecto. Y eso que se ríe de sí mismo con uno de los logros/trofeos al decir que "el final falso era mejor".

¿Lo bueno? Que a mediados del año pasado, recibió un DLC gratis (Picnic Panic) donde amplió su historia con otra trama adicional en la que viajamos hasta la Isla de los Vuduitos. En este paraje tropical los simpáticos fobitos estaban realizando un pícnic, hasta que cierto ser malvado entró en escena causando el caos.

Cabe decir que para jugar a este DLC hay que haber completado previamente la historia principal y se accede desde cualquiera de los puntos de teletransporte del tendero, estando ante otra aventura con sello The Messenger, por mucho que el objetivo principal haya cambiado: rescatar a los fobitos y derrotar a #%@$.

Lógicamente, no queremos desvelar su nombre y chafar la sorpresa, al igual que en el resto de este texto. Pero sí que diremos en relación a este DLC que cuenta con otra clase de guiños, como a la temible fase de las motos de Battletoads, surfeando a gran velocidad. Y todo ello sin dejar de lado su sentido del humor.

Un genial broche de oro, en definitiva, para un juego tremendamente original.

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