Ahora sí, Sea of Thieves ya tiene todo lo que necesitaba para acabar de convencerme

Ahora sí, Sea of Thieves ya tiene todo lo que necesitaba para acabar de convencerme

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Ahora sí, Sea of Thieves ya tiene todo lo que necesitaba para acabar de convencerme

Ha sido una pena no poder hablar más abiertamente de ‘Sea of Thieves’ por culpa de los embargos de su beta cerrada y, a su vez, la llegada de una beta abierta de escaso contenido no daba muchas opciones a retomar una conversación que ya habíamos planteado en más de una ocasión.

De hecho, hasta hace unas horas tenía la sensación de que Microsoft se la estaba jugando fuertísimo con ese silencio sepulcral que ha caracterizado a la promoción del juego de Rare. Una decisión que había provocado que muchos pensásemos que, tal vez, ‘Sea of Thieves’ tenía las patas más cortas de lo que podría considerarse saludable. Que no había mucho que rascar y nos íbamos a cansar de él pronto, vamos. Pero afortunadamente, las últimas noticias ofrecen un panorama mucho más prometedor.

Las distintas experiencias de Sea of Thieves

La de ‘Sea of Thieves’ ha sido una sensación muy particular. Las tres veces que he tenido ocasión de probarlo, evento de prensa, beta cerrada y beta abierta, ha sido desde una óptica completamente distinta. La primera vez fue con desconocidos. Gente de prensa que pululaba por allí y se sumaba al juego.

Pese a compartir idioma, ha sido sin duda la menos satisfactoria. Con desconocidos las coñas no son las mismas y, en un juego en el que puedes emborracharte, potarle a un compañero en la cara y caerte del barco, ya imaginaréis que se presta bastante a ello. También hay que reconocer que fue mi primera toma de contacto con él y hacía falta hacerse con los controles, las mecánicas y demás.

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La segunda fue en solitario, probablemente uno de los aspectos que más me preocupaba del juego. Consciente de ese cachondeo constante que comentábamos hace un segundo, desconocía si el juego iba a ser divertido también sin tripulación, ya fuese conocida o repleta de extraños.

Sorprendentemente llegó a ser un peligroso pozo de horas. Paseando con mi barco, haciendo malabares para controlarlo de forma eficiente sin perder el rumbo durante los primeros compases y sintiéndome un completo experto sin ningún tipo de problema poco después, lo de ir completando misiones para los distintos gremios que incluye el juego resultó ser un grindeo la mar de relajante y entretenido.

En solitario o en compañía, hay razones para emocionarse

Búscame un tesoro por aquí, resuélveme un acertijo por allá, mátame unos esqueletos. Me faltó la búsqueda de materiales, pero con lo poco que vi ya estuve enganchado un sábado entero sin ningunas ganas de abandonar la formidable sensación de exploración que ofrece un océano plagado de islas a descubrir.

Lo de cuántos sábados sería capaz de aguantar ese ritmo de repetir misiones muy similares entre sí, sin meta alguna más allá de acceder a nuevos equipamientos, sobrevoló mi cabeza en no pocas ocasiones. Algo que se repitió poco después cuando pude disfrutar de la misma fórmula en compañía de varios editores de VidaExtra.

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Entre el pitorreo constante con estos últimos y el placentero viaje que supuso la aventura en solitario, pronto vi en ‘Sea of Thieves’ la posibilidad de que el juego de Rare se convirtiese en mi nuevo título de cabecera para desconectar. No un juego en el que meterte a fuego para superar una campaña y olvidarlo por completo a las pocas semanas, sino uno en el que ir picoteando poco a poco cuando no tuviese ganas de nada más.

Una ronda a ‘Nuclear Throne’, un paseo por el Manhattan de ‘Spiderman 2’, unas partidas a ‘Puyo Puyo Tetris’ y, ahora, también un viaje en barco solo o en compañía de amigos. Eso, sumado a la posibilidad de jugarlo desde Xbox Game Pass para no tener que pasar por caja apoquinando 60 euros, parecía más que suficiente para, como mínimo, darle una oportunidad. Pero ahora, afortunadamente, sabemos que hay más.

El prometedor endgame de Sea of Thieves

Afortunados aquellos que ya han visto de primera mano qué es lo que ofrece el endgame, nos cuentan que tras ese grindeo inicial hay la posibilidad de llegar a una zona secreta plagada de piratas fantasma y un Señor de los Piratas que nos invitará a embarcarnos en viajes aún más interesantes. Aventuras exclusivas que vendrían a ser como las incursiones (raids) de ‘Destiny’.

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Lo mejor de todo es que no serán exclusivas de jugadores avanzados. Yo puedo acceder a esas misiones y compartirlas con amigos aunque ellos acaben de empezar el juego, lo que las hace aún más apetecibles. Pero no queda ahí la cosa. Los rangos de esa guarida seguirán ascendiendo, primero dándote acceso a esas misiones y equipamiento exclusivo (hablan de convertirte en personajes como el Capitán Barbossa de Piratas del Caribe, aunque aquí lo que molaría sería algo más en plan Davy Jones) y luego convirtiendo esa guarida fantasmagórica en tu propio cuartel general.

¿Lo mejor de todo? Que en las imágenes de esa guarida se ve un barco al fondo, oculto dentro de la cueva cuya única vía de escape es una cascada. Sigue subiendo y ese barco será tuyo, dispuesto para que lo modifiques y lo mejores hasta convertirlo en tu propia Perla Negra. Lo de salir en plan épico, atravesando la cortina de agua cada vez que te vayas a surcar los mares, es parte del premio.

Aún hay más, especialmente en forma de eventos públicos en los que tocará sumar barcos de amigos para hacerles frente o tener que vértelas con otros jugadores para acaparar el botín. Las islas controladas por ejércitos de esqueletos serán unas, pero el temido Kraken, una bestia que vaga por los mares en busca de barcos que merendar, será otra. No sé vosotros, pero con la posibilidad de crear tus propias aventuras sin preocuparte de que las marque un guión, a mí ‘Sea of Thieves’ me ha acabado de convencer.

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