Mapi ha pasado de ser el hazmerreír de los millenials a mofarse en su cara para ser relevante. ¿El truco? La toxicidad en los videojuegos

Mapi ha pasado de ser el hazmerreír de los millenials a mofarse en su cara para ser relevante. ¿El truco? La toxicidad en los videojuegos

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Mapi

El pasado 15 de septiembre la cuenta de Twitter de Mapi, el programa de TVE con alma de VTuber, dejó de pinchar hueso con sus ocurrencias y acabó encontrando oro en forma de interacciones.

Superada la fiebre inicial, la relevancia del personaje en redes iba camino de seguir la misma suerte que la cuota de pantalla de su programa, pero todo lo que necesitaba para volver al redil era aprovechar el tirón de The Legend of Zelda.

El modo fácil de Dark Souls, lo aburrido que es The Legend of Zelda, la llegada de Bloodborne a PC… Valiéndose de la ironía, y la necesidad de demasiados jugadores de demostrar hasta qué punto ellos tienen razón y tú no, las interacciones del personaje subieron como la espuma. Una vez más, la toxicidad del videojuego volvía a marcar la conversación.

Mapi y su repentina obsesión por el mundo del videojuego

Sin entrar a valorar lo que me parece el programa o lo divertida que me pueda resultar la estrategia, lo que es innegable es que quienes están detrás de la cuenta han hecho un buen trabajo. Han conseguido justo lo que querían. La clave, como decíamos, está en The Legend of Zelda.

No en el tuit que supuso el principio de todo, el que consiguió que en nuestro TL de videojuegos se repitiese hasta la saciedad una cuenta que no seguíamos -y que tras el estreno del programa había pasado sin pena ni gloria-, sino cuando un día más atrás decidió lanzar dos tuits seguidos intentando aprovechar una misma broma.

Ambos con idéntica imagen, un montaje con la cara del Príncipe Carlos -ahora ya Rey, siempre insufrible-, en el primero de ellos se limitaba a un mero "Un saludo a su majestad" que recogía apenas 46 RT. En el segundo, en cambio, la frase que acompañaba a la imagen rezaba "Tears of the Kingdom". 508 RT.

Un día después del anuncio del nombre oficial de la secuela de Breath of of the Wild, con el juego aún en las tendencias de Twitter, la cuenta de Mapi se subió a un tren que pasó de Link a Yakuza, deteniéndose en Dark Souls y cebándose con los creadores de contenido. El trolleo acababa de empezar y, aunque a nivel de cuota de pantalla en televisión sigue aportándole bien poco, a nivel de redes le estaba funcionando de perlas.

"Yo intenté jugar al Zelda pero el mío tenía que estar mal, porque todo el mundo dice que es un juego increíble pero el mío era de andar por el campo. Además, se rompían todas las armas. No era el mismo seguro".

El marketing del trolleo

Para entender la viralidad que parece desprender el mundo del videojuego en algunas redes sociales, y de paso acercarnos al porqué de la estrategia de los responsables de la cuenta de Mapi -no, no es la actriz Carla Pulpón la que se encarga de trollear en Twitter-, he contactado con Carlos Hernández, jefe de Social Media de Webedia, y Christian López, responsable del área de gaming que gestiona cuentas como las de VidaExtra y 3DJuegos, para que puedan arrojarnos algo más de luz sobre la práctica.

"Su actitud troll contestando a diestro y siniestro es lo que le ha ayudado a crecer. Nada nuevo, bebe de KFC, que ha seguido la misma línea".

Más allá de lo que recoge Carlos, y sin ser yo ningún experto en la materia, me sorprende que ambos hagan hincapié en que la actitud de Mapi es lo que le ha ayudado a crecer desde el principio. Con la idea de un programa infantil y relativamente neutro en mente, se me hace difícil entender por qué alguien querría meterse en semejante jardín.

La clave, según me comenta Cristian, está en la necesidad de generar interacciones aunque sea a cualquier precio. La relevancia algorítmica de Twitter bebe de generar más contenido, así que a diferencia de otras redes donde lo más importante podría ser el like, aquí lo que se premia es el esfuerzo.

A más RT o tuits citados, mayor interacción y dedicación por parte del usuario y, por ende, más tiempo en la plataforma. No deja de resultar curioso que, entre las últimas aportaciones de Mapi con más retuits, la gran mayoría sean afirmaciones sobre videojuegos enfocadas a que alguien venga a corregir un dato incorrecto.

La toxicidad como motor de engagement

"Donde fueres haz lo que vieres. Antes las marcas querían mantener un discurso a nivel global, pero ahora se ponen a la altura de cada red social y sus reglas no escritas: memes, shitpost o, en este caso, generar discusión, meterse con un colectivo…".

Cristian asegura también que, por lo reiterativo del mensaje al mofarse de los gustos de la gente, parece más una estrategia activa llevada desde el departamento de comunicación que algo imprevisto. Con una comunidad tan grande y fácil de calentar como la de los jugadores, era cuestión de lanzar el cebo y esperar a que picasen.

"Al ver que los gamers y streamers son especialmente activos en esta plataforma, han sabido aprovechar el tirón y meterse de lleno en ello".

Me sorprende que, sin embargo, el objetivo sea ese público específico y no otro. A nivel de usuarios está claro que cada vez hay más jugadores en el mundo, pero tampoco es una comunidad mayor que la de, qué sé yo, el fútbol. La elección del CM y sus conocimientos del medio dejan bien claro que sabían dónde pinchar.

Pese a vislumbrar la ironía, ver a la legua que viene a calentar el ambiente y que, en esencia, lo que busca es que caigamos en la trampa para sacar rédito de ello... ¿Por qué caemos una vez tras otra, ya sea con Mapi, con las salidas de tono de algún creador de contenido, o incluso con el mítico vídeo de Sony sobre compartir juegos de segunda mano?

¿Por qué entramos al trapo?

¿Por qué hay quienes responden con los ojos encendidos deseando contar su verdad? ¿Por qué el resto se sienta a ver el mundo arder compartiendo su superioridad moral a sabiendas de que están echando más leña al fuego? Porque además de ser menos buenos entendiendo las ironías de lo que creemos, somos tóxicos por naturaleza y nos encanta tener la razón.

En un estudio de la Universidad de Lyon se demostró que la capacidad de entender una ironía era en realidad una cuestión de exposición. A mayores ironías encontradas, más facilidad para identificarlas. Pero la socialización y el entorno es un factor clave que, a tenor de la muestra, parece estar dejándonos un panorama con  menos gente acostumbrada al sarcasmo de lo que creemos.

A eso debemos sumarle el hecho de tener unos cerebros que premian nuestro autoestima cuando tenemos la razón en algo y lo demostramos. Una infancia y adolescencia plagada de momentos embarazosos por estar equivocados ha resultado en una curiosa adicción a imponer nuestra verdad.

Preguntados sobre si preferían ser felices o tener razón, en una sesión de consejo matrimonial ambas partes a menudo aseguran optar por la primera opción, pero lo cierto es que casi siempre ponen en riesgo sus relaciones por el mero hecho de mantener viva una discusión en la que ambos pretenden demostrar que su verdad vale más que la de su pareja.

El resumen rápido podría ser que siempre habrá una Mapi intentando aprovecharse de jóvenes y adultos generando una discusión innecesaria, y como ya estamos acostumbrados a ver, siempre habrá alguien dispuesto a rebatirla para llevarse la razón.

Por descontando podéis cambiar Mapi por un equipo de fútbol, un partido político, o Sony, o Nintendo, o Microsoft, y el resultado siempre será el mismo. La respuesta también la conocemos desde hace años y ahora es más importante que nunca:

"Don’t feed the troll"
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