Cómo un juego que has disfrutado decenas de veces salvó cientos de vidas en la Segunda Guerra Mundial: la revolución del Monopoly

Cómo un juego que has disfrutado decenas de veces salvó cientos de vidas en la Segunda Guerra Mundial: la revolución del Monopoly

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Monopoly

Hubo una época en la que la casilla de salir gratis de la cárcel tuvo un significado especial para quienes jugaban al Monopoly. Un momento entre tiempos convulsos en los que aquella casilla del mítico juego de mesa ganó un sentido literal.

Cientos de soldados aliados se salvaron de los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial gracias al Monopoly. Una de esas historias que te hará mirar al juego del magnate con monóculo de una forma completamente distinta a partir de ahora.

El Monopoly de la Convención de Ginebra

Quién iba a pensar que un juego de mesa recién lanzado al mercado, llevaba desde 1934 en las tiendas, iba a ser clave para cientos de soldados aliados durante la guerra que cerraría esa misma década. Un salvavidas dentro de una caja de cartón que, por su fama ya en aquél momento, pasaría completamente desapercibido por los alemanes.

Para sorpresa de muchos, teniendo en cuenta cómo se las gastaban por aquella época, en algunos campos de concentración los alemanes decidieron honrar la Convención de Ginebra con los soldados capturados en territorios controlados por el Eje.

Aquello suponía que organizaciones humanitarias como la Cruz Roja estaban autorizadas a repartir ayuda humanitaria entre los soldados capturados y, entre aquellos paquetes, también había hueco para juegos y pasatiempos que les ayudasen a superar aquél calvario con algo de entretenimiento inocente.

Bajo una organización falsa llamada Fondo de Ayuda para Presos de Avituallamiento Autorizado, inventada para no poner en aprietos a la Cruz Roja si se descubría el pastel, los aliados empezaron a hacer llegar copias de Monopoly a sus tropas capturadas. Lo que no sabían los alemanes era que aquellos juegos de mesa iban a resultar claves para la liberación de los soldados.

Un inesperado aliado en la Segunda Guerra Mundial

En una alianza entre el servicio secreto británico y la compañía Waddington, que tenía la licencia para comercializar el Monopoly en tierras inglesas, aquellos juegos de mesa customizados incluían dinero extranjero real entre los billetes falsos, piezas para construir compases y herramientas, y un mapa que mostraba cómo escapar de los distintos campos de concentración.

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La razón por la que se eligió el Monopoly y no otro juego fue porque los Waddington no sólo eran famosos por distribuir juegos de mesa, también tenían un gran negocio en el mundo de la seda. De hecho, era la única compañía que había conseguido imprimir a gran escala en ese tipo de tela, lo que les garantizó un nombre entre compañías de teatro y eventos de alta cuna.

A diferencia del papel, la seda es fácil de doblar, no hace ruido, se puede esconder en cualquier sitio y no se rompe o disuelve en agua con la misma facilidad. Razones más que suficientes para que, durante antes incluso de aquella época, los mapas militares se hiciesen de seda.

A los soldados enviados a tierras controladas por el Eje se les empezó a decir que, si resultaban capturados, estuviesen atentos a los Monopoly marcados con un fallo de imprenta en la casilla de parking gratis. Y tal y como finalmente ocurrió, aquél plan consiguió poner a salvo a cientos de soldados, convirtiendo con ello en leyenda al mítico juego de gestión inmobiliaria.

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