Cómo una canción para hacer crecer las plantas acabó inspirando la música de The Legend of Zelda

Cómo una canción para hacer crecer las plantas acabó inspirando la música de The Legend of Zelda

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Zelda Plant

He perdido la cuenta de todas las historias y curiosidades sobre videojuegos que he ido acumulando con el paso de los años. Entre hojas de Excel, borradores de Google Docs y enlaces guardados en Pocket o Notion, la lista se ha vuelto ya inabarcable. Pero de entre esa ingente cantidad de ideas, la del origen de la nana de The Legend of Zelda es sin duda la mejor.

Como en uno de esos efectos dominó que no sabes hasta dónde llegará el poder de una primera pieza, aquí se unen la CIA, el albor de la música electrónica, tonadillas sospechosamente similares, y una princesa llamada Zelda cuya canción de cuna es la misma que antaño sirvió para estimular a las plantas.

La curiosidad enterrada de The Legend of Zelda

Cuando esta historia llega a mis manos lo hace con un muy breve resumen de unas pocas líneas. Lejos de ser la típica idea hecha voltereta a la que suelo engancharme como mosca a la miel, esto es un circo plagado de trapecistas, contorsionistas y acróbatas.

Puede parecer una payasada, pero una de las frases y la consiguiente búsqueda en Google demuestran que aquí hay un espectáculo esperando a ser desenterrado. Las líneas son las siguientes: "escucha la canción, que te va a recordar a algo. Es tal cual la nana de Zelda". Y lo que arroja la primera búsqueda es esto:

Sin ser yo un gran experto musical, la coincidencia enciende una bombilla al instante y, tras comprobar con un par de oídos adicionales que no me están traicionando los sentidos, el resto de la historia me parece lo bastante interesante como para querer indagar más.

La clave no sólo está en haber encontrado dos temas sospechosamente similares, es bastante notoria la tendencia de Koji Kondo a inspirarse con mayor o menor fuerza de los temas y grupos que le rodeaban para crear las bandas sonoras de sagas como The Legend of Zelda. No, aquí la enjundia es que la canción fue lanzada 10 años antes del nacimiento de la franquicia en un disco hecho para plantas.

La jardinería que siguió a la decadencia hippie

Para empezar por el principio hay que viajar hasta 1973 y alejarse de cualquier cosa relacionada con los videojuegos. Toca centrarnos en la explosión del interés por la naturaleza entre la gente de a pie y, más en concreto, en el lanzamiento del libro La Vida Secreta de las Plantas.

Escrito por Peter Tompkins, reconocido periodista que sirvió como agente secreto y espía durante la Segunda Guerra Mundial, y Christopher Bird, periodista que trabajó para la CIA norteamericana, el libro no tarda en convertirse en un rotundo éxito y alcanzar la lista de los best seller.

La Vida Secreta de las Plantas recoge distintos experimentos en los que se da a entender que la percepción fisiológica de las plantas va más allá de encararse hacia la luz del Sol o reaccionar ante el tacto -como las viñas que se agarran a entornos cercanos o las hojas que se cierran al pasar el dedo sobre ellas-. Con ideas duramente criticadas por la comunidad científica, se habla de telepatía, predicción de desastres naturales e incluso la posibilidad de captar radiofrecuencias espaciales.

Una aparente sarta de monsergas que, en unos Estados Unidos en los que se mezclan el nacimiento de La Cosa del Pantano con la Guerra contra las drogas de Nixon, con la consecuente persecución de la marihuana, la quema de plantaciones mexicanas, y el origen del cultivo casero para luchar contra la escasez, se vuelve muy popular. Pero de entre todas las locuras que la cultura del momento abraza, hay una que cala con una fuerza especial: a las plantas les encanta la música.

Mother Earth’s Plantasia: Fantasía para plantas

Si bien es cierto que ciertas frecuencias de sonido pueden llegar a afectar a las plantas incentivando su germinación o enraizamiento, afirmar que escuchan y disfrutan la música que les ponemos va varios pasos más allá. Sin embargo, nada impidió que el éxito del libro se tradujese en un documental de similar alcance (apadrinado por temas de Stevie Wonder) y multitud de experimentos musicales.

Entre todos ellos hay uno que nos interesa especialmente, el del reconocido compositor canadiense Mort Garson, artífice de grandes éxitos como el "Our Day Will Come" de Ruby And The Romantics, que luego popularizaron aún más artistas como The Carpenters o Amy Winehouse.

Entre arreglos, temas para televisión y canciones capaces de alcanzar el número uno de la lista Billboard, uno de los trabajos más especiales de Garson resultó ser el disco Mother Earth’s Plantasia de 1976, la respuesta a haber experimentado con un sintetizador modular que le hizo abandonar la música pop para centrarse en la electrónica.

Lo realmente curioso de aquél disco es que, mediante una pequeña tirada, la única forma de hacerte con él era comprando una planta de interior en la tienda Mother Earth, en la avenida Melrose de Los Angeles (o adquiriendo un colchón en los grandes almacenes Sears).

Una pequeña y desconocida joya que, con el paso de los años, no tardó en convertirse en música de culto por ser uno de los primeros discos de música electrónica en hacer uso de un sintetizador moog.

Zelda Plant

La nana de Zelda

Más allá de la inmensa curiosidad que puede despertar Plantasia y su origen, lo que realmente nos interesa hoy aquí está en mitad del disco, cuando tras la introducción y sus tres posteriores temas, lo que nos llega es la canción que tenéis justo a continuación, el Concierto para Filodendro y Potos que irremediablemente nos traslada a algo que poco o nada tiene que ver con el mundo de las plantas.

Aunque el recuerdo de muchos los traslada hasta la nana de Zelda que Impa le enseña a Link tras el encuentro con la princesa en The Legend of Zelda: Ocarina of Time, en realidad la tonadilla tiene su origen muchos años antes, cuando Koji Kondo la incluyó en el primer encuentro entre los dos míticos personajes en A Link to the Past.

Con un número casi infinito de posibilidades a la hora de colocar notas en un pentagrama, la idea de que toda la música posible ya se ha creado está lejos de ser cierta, pero de la misma forma, encontrarte con dos temas tan similares irremediablemente te hacer arquear una ceja.

Está claro que no son exactamente el mismo, aunque sí lo bastante parecidos para levantar una sospecha. Pero, en cualquier caso, ¿cómo narices un disco de una tirada tan limitada de una tienda de plantas Los Angeles iba a llegar hasta Japón para influenciar a Koji Kondo? ¿Realmente hay algún escrito, declaración o entrevista que los relacione directamente? ¿Son en realidad simples imaginaciones mías?

Lo que termina por invitarme a querer saber más sobre el tema es esa tonadilla inicial que en el tema de Plantasia evoluciona en la base de la canción y, en el caso de The Legend of Zelda, parece la típica intro con un solo aislado al más puro estilo Maggie May de Rod Stewart. Ahí la casualidad adquiere un nuevo nivel.

Concerto For Philodendron & Pothos

Más allá de breves menciones respecto a las obras que pudieron inspirar la música de Koji Kondo, y un par de temas en Reddit de escaso éxito en los que alguien hacía referencia a la curiosa casualidad, el único hilo sólido del que parece seguro tirar es el libreto que acompaña a la reedición del disco Plantasia en 2019.

En él, el periodista y músico Andy Beta, consagrado escritor entre las filas del New York Times, Rolling Stone o el Wall Street Journal, reconoce abiertamente que una década después del lanzamiento original de Plantasia, el mundo pudo acceder de otra forma a los grandes sonidos de Garson de la mano del videojuego The Legend of Zelda:

"Millones de niños compraron The Legend of Zelda para su Nintendo Entertainment System allá por 1986, donde una tonada de 8-bits sobrepasa la mera similitud con una de las canciones destacadas del álbum “Concerto For Philodendron & Pothos”.
Garson nunca fue acreditado propiamente por ello, pero a pesar de eso se coló de forma subliminal en las cabezas de una nueva generación, ayudando así a crecer tanto a niños como a plantas".

Aunque resbala con las fechas y confunde el primer Zelda con el segundo, la tranquilidad de saber que no son imaginaciones mías, y que alguien de reputado oído y reconocimiento es capaz de dejar caer que una cosa llevó a otra sin que le tiemblen las manos, toca ir un paso más allá. Hay que intentar averiguar cómo una música para plantas llegó a inspirar una de las más míticas canciones de The Legend of Zelda.

El giro final para entender la inspiración de Koji Kondo

Pese a no ser ningún experto en la materia, el haber escrito ya sobre historias similares, como la del bolero que iba a ser el tema principal de The Legend of Zelda,  automáticamente me traslada a la que podría ser una posibilidad que me convence más que la simple navaja de Ockham de un fácil "Koji Kondo era fan de Mort Garson, y punto".

Recuerdo haber escrito sobre el misterio de Xenogears y el tema en el que aparecen varias voces difíciles de reconocer. La frase, incluida de fondo como adorno, resultó ser parte de la sentencia del juicio por asesinato del hijo de Marlon Brando, y el origen de aquella historia bien podría estar relacionado con esta misma.

Aquella surrealista magia se había producido gracias a la proliferación de las recopilaciones de samples con distintos sonidos y temas. Discos y grabaciones caseras que cruzaban el charco para inspirar o ser usados en remezclas capaces de darles una segunda vida a algunas canciones en los albores de la explosión de la cultura DJ de los 90.

Sin embargo, con dos soluciones que podrían dar el misterio por zanjado, las ganas de saber más sobre la posible inspiración de Koji Kondo me llevan a la que, para quien escribe estas líneas, parece la solución más probable de todas:

El tema de Princess Zelda’s Rescue de A Link to the Past de 1991 no se inspiró en una canción de 1976 de Mort Garson, sino en un tema de un álbum japonés de 1985 que, a su vez, se había inspirado en el ahora ya mítico Concierto para Filodendro y Potos de Plantasia.

El círculo se cierra con el tema This Boy del disco del mismo nombre de Hiroshi Satoh, la última canción de un disco mítico que, además de inspirarse en los sonidos de Plantasia, también pretendía rendir pleitesía a la canción de los Beatles del mismo nombre. 

Un final redondo para una curiosidad de infinitas capas que nunca dejará de fascinarme.

Gracias a Miguel Ayuso (@mayusorejas), director de Directo al Paladar y músico de Casa Dragón, por ponerme sobre la pista de esta alucinante historia.

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