He jugado a Do Not Feed The Monkeys, un simulador de voyeur virtual al que es imposible no engancharse

He jugado a Do Not Feed The Monkeys, un simulador de voyeur virtual al que es imposible no engancharse

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He jugado a Do Not Feed The Monkeys, un simulador de voyeur virtual al que es imposible no engancharse

Tenía muchas ganas de experimentar la locura que se había sacado de la manga Fictiorama Studios tras ‘Dead Synchronicity’. Su segunda idea sigue teniendo algo de aventura gráfica, pero más por el control y la interacción que por su desarrollo. En ‘Do Not Feed The Monkeys’ estamos ante lo que muy bien han calificado como simulador de voyeur.

Nuestro trabajo, si decidimos aceptarlo, será formar parte de un selecto club que se dedica a espiar a través de cámaras ocultas y emisiones de seguridad. Podemos seguir el día a día de los sujetos y avanzar en los niveles de membresía del club, pero siempre bajo una única premisa: no interactuar con ellos. O lo que es lo mismo, no alimentar a los monos.

Un simulador de voyeur

Hasta aquí todo bien. Una locura que bien podría haber salido de un tuit de la cuenta paródica de Peter Molydeux. Imposible no sentir un poco de curiosidad por él. Pero lo primero que me venía a la cabeza era: ¿cómo narices creas una mecánica de juego alrededor de un simulador de mirones?

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La beta cerrada que ofrece la buena gente de Fictiorama Studios es la respuesta, mostrando los primeros compases del juego en una demo que, como ejemplo de lo que luego será el juego final, resulta muy rejugable. No sólo porque genere distintos caminos a la hora de actuar, también porque va a ser difícil que todo lo hagamos bien a la primera.

Se trata de una de esas ideas simples en la ejecución pero con muchas posibilidades. Nuestro objetivo es subir en el escalafón del club, y para ello empezamos con un puñado de cámaras que poco a poco debemos ir ampliando a base de los ingresos que vayamos consiguiendo.

Todo eso lo hacemos como una persona real que debe alimentarse, dormir, ir a trabajar, pagar el alquiler… Así que gran parte de la gracia está en saber gestionar el tiempo para intentar pasar el mayor número de minutos posible controlando las cámaras o, de una forma aún más eficiente, controlar qué horarios son los más adecuados para conseguir información.

Con el visionado de las cámaras iremos descubriendo pistas que apuntar en nuestro cuaderno para crear un perfil del mono en particular. Ya sea a través de los objetos que aparezcan en escena o las líneas de diálogo que puedan tener, apuntaremos palabras clave en una libreta sobre las que luego podremos buscar información en internet con el fin de conocer más sobre el mono o sus objetivos.

Do Not Feed The Monkeys (o sí, pero que no te pillen)

El juego nos plantea siempre la idea de ser un mero observador, pero lo de mirar con algo más que atención es crucial por dos razones. La primera de ellas es que el club nos irá pidiendo retos sobre cada sujeto. Ya sea averiguar su nombre real, su número de teléfono o algo relacionado con sus acciones. Pero además siempre tenemos la opción de aprovechar lo conocido para saltarnos esa regla y chantajearlos, o incluso grabarlos en vídeo para poder venderlos y sacarnos un dinerillo extra.

De lo bien que hagamos eso último (o lo mucho que lo evitemos) dependerá no sólo que nos peguen una patada para echarnos del club, también la posibilidad de que esa cámara quede inservible porque nuestras acciones han provocado un cambio radical en ella. Por ejemplo el arresto de un paparazzi que está vendiendo fotos robadas de una actriz.

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Con pequeñas pero útiles mejoras que podremos adquirir con los ingresos (en la demo están la de grabar pequeñas porciones de vídeo o utilizar una cámara nocturna), se nos abrirán más posibilidades a la hora de espiar o aprovechar los datos recabados para nuestro beneficio. De ahí que rejugar la aventura vaya a ser un filón sabiendo mejor cómo enfocar cada situación concreta.

Sólo preocupado por cómo funcionará la gestión del tiempo en ciertos compases en los que el ritmo parece decaer un poco, lo cierto es que es inevitable no quedarse con ganas de más una vez finalizada la versión de prueba. Lo de ser voyeur virtual acaba generando un vicio muy adictivo y, a base de mecánicas simples pero bien implementadas, parece que ‘Do Not Feed The Monkeys’ es un juego aún más a tener en cuenta de lo que preveíamos. Si nada se tuerce, llegará en otoño a Steam.

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