La historia de Kratos es un culebrón: te la resumimos en cinco minutos antes de que juegues a God of War

La historia de Kratos es un culebrón: te la resumimos en cinco minutos antes de que juegues a God of War

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La historia de Kratos es un culebrón: te la resumimos en cinco minutos antes de que juegues a God of War

¿Cómo explicas una saga que se remonta al 2005 y que ha tenido juegos en PS2, PS3, PS4, PSP, PS Vita e incluso teléfono móviles? Pues en la medida de lo posible consiguiendo que una telenovela con dioses griegos y distintas líneas temporales no sea un absoluto peñazo. Y a poder ser, también en un relato corto. No va a ser fácil repasar toda la historia de ‘God of War’ sin irnos demasiado por las ramas, pero vamos a intentarlo.

La idea es hacerlo de forma cronológica para que todos aquellos que no habéis tocado la saga, o no recordáis qué ha pasado con Kratos hasta la llegada del nuevo ‘God of War’, conozcáis de forma breve y amena qué esconde la historia del juego de Sony. Lo justo para que conozcáis de dónde viene Kratos y qué le ha llevado desde la mitología griega a la nórdica. Por supuesto, lo que encontraréis a continuación está cargado de spoilers sobre los juegos anteriores.

Kratos se convierte en el guerrero perfecto

Como muchos ya sabréis, el Olimpo de los Dioses era algo similar a un picadero de deidades y, de entre todos los que por allí pululaban, Zeus era el más pichabrava. Tenía hijos repartidos por toda Grecia y, según una profecía, uno de ellos sería el encargado de darle muerte para repetir la historia de cómo Zeus mató a su padre.

Lejos de las idas y venidas de los dioses encontramos a dos niños, Kratos y Deimos, que son maltratados como cualquier niño de la época con el porte suficiente para convertirse algún día en guerrero. Como Deimos es el que tiene más puntos para aguarle la fiesta a Zeus (spoiler, su padre), Ares, el dios de la guerra (también hijo de Zeus), se lo lleva al reino de la muerte para evitar que se cumpla la profecía.

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Tras la desaparición de su hermano, Kratos se sigue entrenando para convertirse en un gran general del ejército espartano, no sin antes casarse y tener una hija llamada Calíope. Como lleva la sangre de los dioses en las venas, el tío es un fiera en eso de masacrar ejércitos enemigos, pero en una contienda contra un batallón de bárbaros, ni su fuerza bruta ni estrategias consiguen marcar la diferencia. ¿Qué hace alguien así cuando lo ve todo perdido? Pues rezar, pero en este caso se le va un poco la mano.

Kratos ofrece su vida a cambio de que Ares le ayude, así que el dios de la guerra desciende de los cielos y acaba con todos, salvando la vida del espartano y entregándole las Espadas del Caos (las típicas de las cadenas) para atar su voluntad para siempre. Vamos, que a partir de ahí el que parte el bacalao es Ares, que tiene a Kratos de aquí para allá destruyendo y conquistando pueblos.

Tanto juega con él que, con la intención de crear el guerrero perfecto, lo manda a masacrar una aldea. Allí, un oráculo le dice que no entre en un santuario a acabar la faena que ha empezado, pero el tío se viene arriba y entra a espadazo limpio sin dejar títere con cabeza. Tan ciego está, que sólo se percata que acaba de asesinar a su familia cuando es demasiado tarde. Como castigo, las cenizas de su mujer e hija se le pegan al cuerpo (de ahí que sea más blanco que Iniesta).

Monigote de los dioses

Ares le explica que ha sido todo cosa suya, que lo ha hecho para que deje de tener remordimientos y se vuelva un cafre aún peor, y al espartano todo esto le sienta regular y renuncia al pacto que había hecho con el dios de la guerra. Lo de darle tu vida a un dios y luego renunciar debía ser algo bastante habitual en la época, porque había un grupo de Furias que se encargaban de ajusticiar a los que cometiesen dicha acción.

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Las Furias encarcelan a Kratos y le hacen soñar con visiones, pero uno de los hijos de estas se entera de que Ares está tramando un plan para derrotar a Zeus y ocupar su trono, así que decide ayudar al espartano. Orkos, el hijo bonachón de las Furias, es el encargado de controlar los pactos de sangre, así que tras ayudarle a escapar le cuenta que la única forma de librarse de su promesa es muriendo. Kratos se lo piensa un poco y al final dice, bueno, aquí hemos venido a matar, así que le da una muerte honorable.

La enjundia del asunto es que eso provoca que las visiones sobre la muerte de su familia y todos los inocentes que se ha llevado por delante, se vuelvan su pan de cada día. Con la intención de redimirse por su pasado, decide convertirse en el correveidile de los dioses para ganarse su ayuda.

El tío se lo curra todo lo que puede y hasta consigue devolver el Sol al cielo después de que caiga, sumiendo a todos los dioses en un sueño eterno, pero al final se le hinchan las narices y le reclama a Atenea, hija de Zeus, que ya está bien de tanta milonga, que lleva 10 años acatando órdenes y las visiones siguen ahí.

Convirtiéndose en el dios de la guerra

Atenea le dice que como última misión deberá destruir a Ares, que está arrasando la ciudad de Atenas. Como hay un pacto entre los dioses que impide que se asesinen entre ellos, el espartano loco parece la mejor opción para hacer el trabajo sucio cuando las cosas se complican. Como Ares tampoco le caía especialmente bien, le dice que a por todas, y después de un paseo considerable acaba matando a su "maestro".

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Tras ello, sin redención que consiga calmar su culpa, Kratos dice estar hasta las gónadas del tema y se suicida, pero en vez de morir Atenea le ofrece convertirse en el nuevo dios de la guerra, que con Ares fuera de circulación la silla está libre. De ahí el nombre de ‘God of War’.

Como nuevo CEO de la destrucción en batallas y conquistas, Kratos sigue haciendo lo que mejor sabe hacer, tanto que Zeus envía un mensajero para decirle que, oye, ya está bien la broma. Como era de esperar, el espartano no se anda con chiquitas y se carga al mensajero, lo que probablemente provocará la ira de Zeus.

No contento con eso, en cierto momento sufre una visión de su madre que le dice que Deimos sigue vivo, sufriendo en el Inframundo a manos de Tánatos. Ni corto ni perezoso, va para allí a darle un abrazo a su hermano, pero como el pobre Deimos lleva allí una eternidad y a Kratos se la ha soplado bastante, se pelea con él (normal). El caso es que la pelea se complica y Tánatos se mete en el follón, provocando la muerte de su hermano y enfureciendo al dios de la guerra hasta el punto en que (sorpresa) Kratos se carga a Tánatos.

Atenea aparece por allí para intentar calmarlo, para decirle que se ha ganado un puesto entre los dioses y que se olvide del pifostio que han montado los del Olimpo para mantener su chiringuito. Kratos dice que ni de coña, que está hasta el moño de los dioses y sus tonterías y que se va a vengar de todos y cada uno de ellos. El tío se envalentona tanto que no es capaz de ver cómo Zeus le engaña, robándole su fuerza y provocando que le maten.

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Venganza y suicidio simulado con ketchup

Ya en el Inframundo (a estas alturas ya tiene pase VIP), la titán Gaia le dice que si vuelve al pasado podrá evitar que Zeus le engañe y acabar con él de una vez por todas. Como no tiene nada mejor que hacer y el infierno es bastante aburrido, se pone manos a la obra, sigue en su particular campaña de asesinar seres mitológicos y consigue volver al momento en el que Zeus le traiciona.

La jugada le sale medio bien. Bien porque consigue pelear con Zeus y está a punto de matarlo. Mal porque la cosa se le va de las manos y Atenea se mete en medio para evitar la muerte de su padre, provocando que este se escape. Para intentar solucionarlo, Kratos vuelve al pasado, al momento en el que Zeus se enfrentó a los titanes (Gaia incluida) y se los lleva al presente para pelear en una última batalla contra los dioses.

Como era de esperar, los titanes también le han tomado el pelo, así que el ya cabreado Kratos, se cabrea aún más y empieza a pelearse con todo lo que se le cruza. Al final acaba enfrentándose a Zeus y, gracias al poder de la esperanza que encuentra en la caja de Pandora (un culebrón para otro día), consigue acabar con su padre. Sin un dios que reine sobre todo, el mundo se va al carajo y aparece por allí Atenea para pedirle el poder de la esperanza. Pero Kratos, que ya no se fía ni de su sombra (normal), se suicida y libera la esperanza por todo el mundo, salvándolo así de su destrucción.

Kratos ha muerto y la saga se ha acabado con un final ¿feliz? Pues sí, porque después se descubre que el cuerpo del espartano ha desaparecido y un reguero de sangre apunta hacia el vacío, dando entender así que el guerrero ha aprovechado el despiste para pirarse de allí. ¿Dónde se ha ido? Pues a donde Zeus perdió la alpargata, a una montaña nórdica para, probablemente, acabar cabreado con algún otro dios.

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