Por qué necesitamos un remake como dios manda del primer The Witcher

Por qué necesitamos un remake como dios manda del primer The Witcher

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The Witcher

Sed sinceros, ¿cuántos de vosotros habéis jugado a la saga The Witcher al completo? No me cabe duda de que la mayoría le habréis dedicado decenas de horas a la tercera entrega, y algunos de vosotros incluso a la segunda. Pero, a decir verdad, he encontrado a muy pocas personas que se hayan terminado el primero de todos. Y puedo entender por qué. Al revisitarlo en 2020, uno se da cuenta de que hay muchas cosas que ya no son tan fáciles de digerir.

No se le puede pedir más a un juego de 2007 desarrollado por un, entonces, pequeño y desconocido estudio polaco. Aquellos que lo jugaran en su día se encontraron con una aproximación al rol de fantasía medieval bastante diferente y muy sólida que les dejó satisfechos, y desde entonces lo recuerdan con cariño. 

El problema es que los videojuegos tienen esta tendencia a perseguir la carrera tecnológica con tanto fervor que se sabotean a sí mismos, creando nuevos estándares que, a ojos de las compañías, dejan obsoletos a los antiguos en cuestión de pocos años.

The Witcher

La mayoría de personas han conocido a Geralt de Rivia gracias a The Witcher 3 (o la serie de Netflix), y al indagar más y más en sus aventuras se habrán encontrado con la primera parte de los videojuegos. Un título que en comparación a sus secuelas es tosco, incómodo, feo, y está espantosamente escrito. De nuevo, es un producto de su propia época y contexto. Si tenemos eso en cuenta de antemano, podremos ver que en realidad hay bastante encanto en él. Suficientes virtudes que se convierten en motivos para exigir una nueva reinterpretación.

Distintos tipos de remakes

Aclarar que, de entrada, no soy muy fan de los remakes. O más bien, no me suele gustar el concepto tan básico que tenemos muchas veces del remake en los videojuegos: la actualización gráfica sin más, que trata de ser un sustituto de la obra original como si el arte caducara por obsolescencia tecnológica. Remakes como los de Crash Bandicoot, Shadow of the Colossus o The Legend of Zelda: Link’s Awakening, aunque sean muy disfrutables, no me convencen porque son prácticamente idénticos a los originales, y estos ya eran bastante buenos. Su mérito está en saber copiar e invisibilizar a los clásicos.

Otro gallo canta cuando hablamos de Resident Evil 2, por ejemplo, que se presenta como un título radicalmente diferente al de 1998, pero sin perder ni un ápice de su esencia. Aporta algo nuevo y respeta que el original sigue siendo un juego válido, con su propia identidad. The Witcher necesita algo del estilo. Acercar el inicio de la historia (de los videojuegos, no de los libros) a ese público al que, hasta ahora, no le ha quedado otra que leerse resúmenes en wikis para entender mejor lo que ocurre en la segunda y tercera entrega.

The Witcher

A todo el mundo le da pereza jugar a algo que tiene 13 años, pero está demostrado que cuando se nos presenta en forma de actualización moderna, todos vamos corriendo a por él. Si además el remake es lo suficientemente propio y diferente, puede que nos pique el gusanillo de probar el original para ver qué lo hizo tan especial en su día. Nada va a impedir que el primer The Witcher se siga vendiendo a precio de risa en Steam, después de todo.

Lo que hay que reinventar

Un nuevo enfoque para algunos de los aspectos menos afortunados, ahora que los estudios tienen más referentes, experiencia y recursos, sería de agradecer. Al pensar en la ópera prima de CD Projket, a todos se nos viene a la cabeza aquel sistema de combate que se inspiraba en el de ARPGs clásicos como la saga Diablo. Su principal elemento diferenciador, al menos en la ejecución, era un esmirriado sistema de combos que solo servía para camuflar el hecho de que en realidad solo consistía en hacer click en el enemigo. La gracia estaba en otro lado, por supuesto. Era más importante la preparación previa a base de pociones y la build que lleváramos para Geralt.

En líneas generales, las peleas eran solventes y se dejaban jugar, pero no es que consiguieran transmitir muy bien la emoción de ser un brujo cazador de monstruos. Aunque el sistema de The Witcher 3 tampoco sea la panacea, ha demostrado que se puede conjugar bastante bien la parte más estratégica de la alquimia con las esquivas, bloqueos y tajos. Un futurible remake del primero no tendría por qué seguir este camino específicamente, pero no le vendría mal centrarse en esa acción del momento a momento; el juego de reflejos que tan buenas coreografías nos ha dado en la serie, por ejemplo. Cualquier cosa que implique algo más que hacer click.

Con la trama y la narración pasa tres cuartos de lo mismo. La historia estaba bien, pero ver cualquiera de sus escenas en 2020 es insufrible. Reitero que no se le puede culpar al estudio de mal hacer o poco talento. En aquel entonces, los recursos para crear personajes cuyos rostros y animaciones fueran algo más que hieratismo absoluto simplemente no estaban a su alcance. Los diálogos, terribles todos ellos, probablemente fueran el producto de una pobre traducción del polaco original.

Eran especialmente hirientes en las escenas de sexo, con frases tan ridículas que provocaban verdadera vergüenza ajena en quien jugaba, echando al traste cualquier atisbo de erotismo que se intentara lograr. Esa es otra: estamos en 2020, así que esa ridiculez de Geralt zumbándose a todas las señoras que podía, sin contexto apenas, y coleccionándolas en forma de cartas como si fueran Pokémon (si no lo habéis jugado, esto es verídico) tiene que quedar en el pasado. Era cutre, de mal gusto, y no aportaba nada más que una estúpida fantasía para pajilleros.

Con todo, hay un montón de cosas que The Witcher hacía fenomenalmente. Recorrer la ciudad de Wyzima es toda una delicia, y sus entornos y personajes rebosaban vitalidad para ser un juego de 2007 tan modesto. Una pena que, por culpa de la estructura y del diseño de las misiones, acabáramos tan hartos de ella. Gran parte del juego, al menos en la trama principal, consistía en recorrer la ciudad de cabo a rabo haciendo misiones sin mucho interés. Un tedio que dificultaba en demasía seguir dándole una oportunidad al título, para qué nos vamos a engañar.

The Witcher

El remake podría replantear lo que tenemos que hacer en cada uno de los actos del juego, dejándonos libertad para explorar el mundo más allá de la ciudad en cualquier momento. No tiene por qué ser The Witcher 3 a nivel de extensión en ese sentido, ni adoptar una estructura puramente de mundo abierto, pero sería una buena manera de aportar un mejor ritmo a la aventura, hacerla más variada y dejar al jugador afrontar los retos que se le plantean desde nuevas perspectivas.

Y sí, también vendría muy bien que no estuviera plagado de bugs, los cuales tienen la capacidad de hacer crashear el juego y arruinar una partida en cualquier momento. Cuando hablo de arruinar lo digo de verdad: he tenido que empezar toda la historia de nuevo en alguna ocasión porque no me dejaba avanzar. Si ya de por sí hace falta un cierto ejercicio de fuerza de voluntad para adentrarse en The Witcher, un bug desafortunado puede acabar totalmente con eso.

Centrarse en lo bueno, que no es poco

Podría estar así durante un puñado más de párrafos, pero creo que ya se ha captado la idea. Personalmente, creo que las virtudes de un remake no están solo en la posibilidad de acercar a más gente una obra antigua o descatalogada, sino también en saber resaltar aquello que lo hizo grande en su día y reimaginarlo para los nuevos tiempos. Sé que aquí me estoy contradiciendo, porque no he hecho más que hablar de los aspectos que habría que mejorar, pero insisto en que la primera entrega fue un gran juego, y merece mucho la pena revivirlo.

La forma en la que estaba planteada la toma de decisiones era genial por lo creíble que resultaba, manteniéndose muy fiel al espíritu de los libros. Por otro lado, el uso del folclore eslavo daba lugar a una mitología fascinante y que suponía un soplo de aire fresco ante la trilladísima fantasía con elfos y enanos de Tolkien (especialmente en el capítulo 4).

The Witcher

Las secuelas han virado más hacia esto último y hacia las tramas con intrigas políticas, que a decir verdad forman parte del ADN de The Witcher en cierto modo, pero se echa de menos esa identidad tan marcada, la abundancia de esas criaturas misteriosas y fascinantes que nos enseñaban un poco más sobre los orígenes culturales de la obra.

Ahora bien, una cosa está clara. Si hay un remake, CD Projekt no va a ser quien lo haga. En varias ocasiones han dicho que prefieren centrarse en desarrollar juegos nuevos en vez de volver a los que ya han hecho. Una postura comprensible, desde luego, pero que nos priva de volver a disfrutar del juego que lo empezó todo con un homenaje a la altura, al menos hasta nuevo aviso. Es bastante improbable que suceda, pero a muchos nos encantaría.

Un último apunte. De hacerse realidad el remake, exijo que se mantenga intacta esta escena y con el mismo doblaje al español.

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