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Alan Wake es tan loco que lo firmaría Stephen King, pero lo más oscuro de Bright Falls es lo soporífero de su gameplay

Remedy creó una genial atmósfera en 2010 que se ve entorpecida por unas mecánicas realmente repetitivas

Lo intenté en 2019 y no fui capaz de aguantar más de dos horas controlando a Alan Wake, por lo que el pesimismo reinaba en mi cuando decidió darle una segunda oportunidad al clásico de Remedy Entertainment. La desarrolladora de Sam Lake lanzó en 2021 la versión remasterizada del título de Xbox y la reciente llegada de Alan Wake 2 me impulsó a volver a internarme en los oscuros bosques de Bright Falls.

¿Qué podría fallar? Hablamos de los padres de Max Payne y Control, dos títulos con un carisma apabullante y la leyenda alrededor del escritor es tan grande que estaba claro que había oro delante de mí, pero no sabía verlo; tuvo que ser una verdad como un puño en 2010, pero en 2024 se me ha atragantado bastante.

Mis recuerdos de la anterior partida a Alan Wake consistían en que la ciudad del norte de los Estados Unidos era apagada, repleta de misterios y con una ambientación propia de Stephen King. El maestro del terror en el mundo de las novelas parece que haya escrito un guión que definieron Sam Lake, Mikko Rautalahti y Petri Järvilehto, aunque se nota muchísimo su influencia.

Es imposible encontrar en otro lado una historia que nos cuenta cómo un escritor de reputación mundial se aisla del mundo durante unas vacaciones que terminan en pesadilla, pues sus propios textos se hacen realidad. Punto a favor de crear el argumento más loco posible y pulgar hacia arriba para el genio al que se le ocurrió incluir a Barry, un chalado simpático de manual. Como una suerte de serie de televisión, los acontecimientos se van sucediendo por capítulos con resúmenes de todo lo que sucedió anteriormente para no perder detalle.

Una cuestión que no todas las desarrolladoras saben abordar con acierto es el de los coleccionables. Remedy da una de cal y otra de arena con Alan Wake, pues podemos hallar los manuscritos del libro Departure, los cuales anticipan eventos futuros. Es una inteligentísima forma de integrar la trama en objetos secundarios y que recogerlos reporte beneficios en el corto plazo. Sin embargo, los termos de café son olvidables e inútiles, no como los aparatos de radio o las televisiones que emiten Night Springs y sus alucinantes casos paranormales. Si el estudio pretendía lograr surrealismo por doquier, se merecen un aplauso.

La Presencia Oscura, la desaparición de Alice, la neblina que envuelve a Cauldron Lake o las aviesas intenciones del Dr. Hartman encajan en un puzle que se desvela a lo largo de un gameplay que ha envejecido horriblemente mal. Nadie me advirtió de ello, pero lo cierto es que Alan Wake es un título extremadamente repetitivo y del cual me sorprende su excesiva inclinación hacia el género de la acción. Las escasas dosis que pueda tener de survival horror desaparecen por la constante aparición de recursos, pues no haremos más que disparar a todo lo que se mueva.

Y no es precisamente poco, pues muchos seres surgen de los alrededores de Bright Falls, invocados por la Presencia Oscura, así que toca aniquilarlos a base de balazos y flashes. No tengo ningún problema en que la dinámica de combate se base en el uso de la linterna y acudir a las fuentes de luz, ya que mi queja se dirige a la ausencia de variedad. Llega al aserradero y mata todo lo que se mueve; atraviesa la zona de Cauldron Lake y acribilla a un obrero enorme; conduce por una granja y atropella a cualquiera que se ponga en tu camino. Así hasta el infinito y más allá, por no hablar de que Alan tiene menos resistencia corriendo que yo tras comerme un plato de callos.

Me ha sorprendido que los rompecabezas son apenas una anécdota y nunca hay que hacer trabajar las neuronas más allá de apretar el gatillo, aunque a cambio sí que hay momentos espectaculares. En plena efervescencia de Uncharted 2 un año antes, lo cierto es que los momentos script están muy bien ejecutados poniendo a Wake en situaciones complicadas. Además, la obra vivió rodeada de una época en la que los QTE eran el pan de cada día y se agradece que apenas tengan presencia en toda la aventura. Comprendo que Alan es un escritor y no un soldado, pero creo que Remedy no estuvo todo lo acertadad que podría cuando construyó el gameplay.

Han sido alrededor de nueve horas de viaje con Alan Wake que se han sustentado más por mis ganas de devorar la segunda parte que porque el título me estuviese ofreciendo estímulos llamativos. La trama del novelista perturbado termina de forma prometedora para una continuación y no me extraña que la comunidad clamase por conocer el destino del protagonista. A la vista de las reacciones con Alan Wake 2, todo apunta a que Sam Lake ha sabido imprimir el golpe encima de la mesa para que la franquicia sea más redonda. Sin embargo, esa respuesta la conoceré más adelante.

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