Pinball: Revenge of the Gator

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Llevábamos mucho tiempo sin retroanálisis en VidaExtra, y no puede ser. La última vez fue con el 'Balloon Fight' de NES a finales de enero de 2013, de hecho. Así que retomamos nuestra vena nostálgica con un título para la Game Boy que recuerdo con mucho cariño y del que incluso conservo su cartucho. Hablo, cómo no, del genial 'Pinball: Revenge of the Gator' de HAL Laboratory. Los que hayan tenido la exitosa portátil de 8 bits de Nintendo y a los que les gusten un mínimo los juegos de pinball lo recordarán. No en vano fue, además, el primer juego de sus características que recibimos en nuestro territorio, siendo, por poco, el segundo de la consola, ya que el 'Hero Shuugou!! Pinball Party' de Jaleco salió primero en Japón con pocos meses de diferencia en 1989. Pero hablemos del 'Pinball: Revenge of the Gator', que por algo es el que pudimos disfrutar aquí. El primer recuerdo que tengo de él es yendo con mis padres a Francia un verano y encontrarlo, junto con un buen puñado de títulos de Game Boy, en la sección de ofertas del Carrefour, cuando en España todavía se conocía como Continente. No recuerdo el precio exacto, pero fueron pocos francos. Entre ése, el 'Avenging Spirit' de Jaleco, el 'World Beach Volley' de Taito (que por descontado también retroanalizaré), y un porrón más, salí de allí más feliz que una perdiz. ¡Menuda portátil!, ¿eh? Pinball: Revenge of the Gator, simpleza pura No es que sea un enorme apasionado de los pinballs. Me encantan, los disfruto, y ya está. No me suelen gustar, eso sí, los que abusan de contenido sobre la mesa, con demasiados pulsadores y demás. Por eso también agradecí en su día la aparición de 'Pinball: Revenge of the Gator' ya que mostraba una cara más amigable de los pinball, sin tanto colorido innecesario de por medio, dejando claro que en la simpleza radicaba su encanto. Aunque también eran otros tiempos, claro. Hablamos, además, de la Game Boy, no de la Nintendo 3DS (en donde también ha salido el año pasado gracias a la Consola Virtual), en donde no resultaba tan chocante sacar un videojuego de pinball con una sola mesa. Hoy nos parecería a todas luces insuficiente. Pero eran los noventa. Técnicamente, eso sí, podríamos estar hablando de pequeñas mesas que formaban una más grande, ya que la principal, por la que pasaríamos más tiempo, contaba con una zona superior (la primera a la que accedíamos tras lanzar la bola) y una inferior que nos ponía tensos ya que en el fondo del abismo se encontraba el cocodrilo come-bolas. O tocapelotas, que también. Porque no nos perdonaba ni una. Basta con tan solo observar la captura de la zona superior para darse cuenta de la simpleza antes expuesta. Pulsadores los justos. Aparte de los situados justo encima de las palas, uno central. Y en otras zonas pasaba más o menos lo mismo. ¿Para qué sobrecargar las mesas? Pues eso. Aparte que 'Pinball: Revenge of the Gator', debido a su naturaleza, estaba pensado para partidas rápidas sin devanarse los sesos, ideales para el bus de camino al cole o en nuestro trono, ejem. Una única mesa con unos cuantos secretos Podíamos, eso sí, alargar las partidas, o al menos asegurar de algún modo que durasen más, consiguiendo las típicas barreras por los huecos por donde se puede escapar la bola. En cada zona del tablero se conseguía de un modo distinto. En la zona superior antes vista había dos formas de hacerlo, o bien consiguiendo cuatro corazones colando la bola por cada uno de los huecos, o bien jugando a la lotería tras colar la bola por el cocodrilo de la derecha. Mientras que justo en la mesa situada encima (captura superior), antesala del duelo final contra el jefe de los cocodrilos, teníamos que conseguir tres crías de cocodrilo mayores bien alineadas tras pasar la bola por ellas. Mediante algunas de estas zonas, además, conseguíamos el acceso a pequeñas fases de bonus en las que nos enfrentábamos a distintos cocodrilos para aumentar nuestro marcador de manera más fácil. Lo curioso es que tanto en estas fases como en las normales el tamaño de las mesas era la misma. Todo cabía en una pantalla. Aunque como ya hemos dicho, estas pequeñas mesas se unían hasta formar una mesa más grande y única, que, en cualquier caso, nunca éramos capaces de ver de un simple vistazo. De todos modos tampoco es que fuese difícil imaginarse su aspecto completo. ¿Ha aguantado bien el paso del tiempo? Totalmente. Tampoco es que 'Pinball: Revenge of the Gator' fuese un juegazo con mayúsculas en su época. Pero sigue divirtiendo, que es también de lo que se trata. Da igual que tenga pocos colores y pocas funciones. Si nos van los pinball y queremos partidas rápidas en cualquier momento, sigue siendo una opción a tener en cuenta. Sobre todo para Nintendo 3DS gracias a su eShop.

6,0

Pinball: Revenge of the Gator Plataformas Game Boy y Nintendo 3DS (eShop) Multijugador Sí (dos, por turnos) Desarrollador HAL Laboratory Compañía Nintendo Lanzamiento 1989 Precio 2,99 euros (Nintendo eShop) Lo mejor Su simpleza sin estridencias Las melodías de su banda sonora Los cocodrilos tan monos Lo peor Aunque era otra época, que no tuviese más mesas... O más fases de bonus ¡El cocodrilo glotón! ¡Grr!

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