Anécdotas, recuerdos y delirios vecinales: la comunidad de VidaExtra nos cuenta sus vivencias en Animal Crossing

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Piensa por un momento en un paraíso idílico, una isla coronada por árboles frutales y demás opulencia natural, arropado por las estrellas y esa marejadilla que mece pequeñas conchas hasta arrastrarlas a la playa. Inspira, espira. Un paraíso donde vivir a tiempo completo, alcaldes de nuestro propio Edén, pagando la hipoteca con las hortalizas cosechadas y haciendo amigos y vecinos hasta forjar una sólida comunidad.

Desde sus primeros días allá por 2001 hasta el inminente ‘Animal Crossing: New Horizons’ (a la venta el 20 de marzo de 2020), esta saga siempre ha expresado una máxima: ser un bálsamo de libertad, un rincón sin violencia, sin agobios, sin metas definidas ni ambiciones más allá de las propias. Y con cinco entregas y tres spin-offs, la serie de Nintendo goza de mejor salud que nunca.

Y nada mejor para entender las particularidades de esta saga única que a través de voces autorizadas. Hemos preguntado a nuestra comunidad qué piensan y sienten frente a esas dos palabras, ‘Animal Crossing’. Estas son las anécdotas y perspectivas de nuestro editor residente Sergio Cejas, de nuestra colaboradora Sara Alonso, y de lectores asiduos como Ricardo Teresa Zarzuelo, analista en Tecnoslave o Víctor Sánchez, exfrellancer del mundo videojueguil.

Animal Crossing frente a otros social sims

‘Animal Crossing’ no se parece en nada a otros juegos del mercado, acaso al olvidado ‘Boku no Natsuyasumi’. Su principal motor es el sentido del humor y nunca existe un objetivo claro. Pese a las opciones sociales y elementos propios de un RPG, podemos jugar simplemente paseando, pescando, redecorando con farolas nuestras proximidades y coleccionando bichos.

Una evocación naturalista y particularmente japonesa que ha logrado arrasar entrega tras entrega. Solo hay que fijarse en las cifras de su última entrega canónica, ‘New Leaf’, para Nintendo 3DS, con un 56% de jugadores femeninos y más de 12 millones de copias vendidas, lo que lo convierte en uno de los 10 juegos más vendidos de la plataforma.

Porque, como bien apunta Sergio Cejas, el aspecto principal de esta saga es «la simpatía que desprende desde el primer segundo que comienzas a jugar. Si bien el objetivo de todas las entregas de la saga es el de construir el pueblo perfecto, el juego enfatiza bastante el tema de la amistad. Al estar “obligado” a hablar a diario con tus vecinos animales es inevitable cogerles cariño: siempre te apetece ir a saludar a uno de ellos para comprobar cómo le ha ido el día, qué hace, para haceros regalos mutuamente o simplemente para saber cómo está. De hecho, algunos de ellos acaban mudándose, no sin antes dejar una carta despidiéndose y, si alguno te acompañó durante una larga estancia, duele hasta un poquito el corazón como cuando un amigo te dice que se marcha a otra ciudad y no sabes cuándo os volveréis a ver. Son sensaciones que nunca he llegado a experimentar en otro título de este tipo».

Esto no es óbice para disfrutar de la calma edénica que el juego se esmera en construir. Tal vez la tranquilidad con la que transcurre todo sea el principal sello identitario, como nos señala la toledana Sara Alonso: «lo que siempre me ha gustado de ‘Animal Crossing’ es la calma que transmite y la manera que tiene de involucrarte. Desde pescar un pez o plantar un tulipán, hasta pagar la incansable hipoteca que parece no terminar. Esa forma de interactuar con tus vecinos, el forjar relaciones y aprender a cuidarlas, porque desentenderte significa que uno de ellos quizá decida marcharse algún día, pero el saber mantener esos vínculos también tiene su recompensa».

Una calma audaz que es capaz de atrapar incluso a jugadores que, en principio, no apostarían por este tipo de experiencias. Eso nos cuenta Ricardo, que ni siquiera comprende por qué ‘Animal Crossing’ conecta con él, un jugador más proclive a terminar rápido los juegos y a otra cosa. «Nunca termino completando al 100% estos juegos, ni siquiera de pagarle la casa a Tom Nook. Pero no me importa, recojo mis manzanas, desentierro fósiles y rezo porque ese vecino que no me cae especialmente bien se vaya y me venda ese mueble que tanto me gusta. ‘Animal Crossing’ me hace feliz y me hace recordar que llegar a los créditos no tiene por qué ser siempre el objetivo».

Entonces, ¿qué hace especial a esta dinastía de animales bonachones pero gruñones? «Nintendo siempre te ofrece algo más de lo que esperamos», capitula nuestro experto Víctor Sánchez. «En un Sim ambicionas hacer algo diferente a lo que haces en tu día a día. En ‘Animal Crossing’ partes de un punto en el que nada tiene que ver con sus experiencias. El entorno, la música, los personajes… Todo es especial. Lo que hagas allí ya depende de ti. Puedes querer pasarte el día pescando, redecorar tu casa, guardar todo tipo de objetos, tener mucha vida social… Pero también puedes optar por ser humorista, músico, mejorar el comercio local o convertirte en coleccionista de arte».

Y esta es quizá su principal fortaleza, esa pluralidad con la que, cada uno, abordamos nuestra partida. Como nos recuerda Víctor, «cada jugador pone de sí mismo una pequeña parte y entiende el juego de una forma diferente: los hay que encuentran una forma de expresar lo más cruel de capitalismo y otros simplemente se dedican a pasear, a mirar el precioso decorado y a buscar los detalles que hacen que una partida, un día, se convierta en algo especial. ¿Quién no ha soñado con ver una aurora boreal? En el juego puedes verlas. Lo absolutamente genial es que cuando te metes en ‘Animal Crossing’, el juego se queda impregnado en ti. Y quieres ver cómo todo cambia a la vez que cambia en tu mundo real. Eso, y saber qué sorpresa te guarda para cada día».

Una saga con 19 años de solera

Volviendo a ‘Animal Crossing: New Horizons’, si bien la última entrega se ha retrasado para cumplir con sus estándares internos, ‘Animal Crossing’ no es precisamente una propuesta debutante. Desde su citado debut en 2001 hasta el derivado Pocket Camp podemos rastrear ocho juegos originales y 19 años de expandirse, aumentar y profundizar.

“Cuál fue tu primer ‘Animal Crossing’” no suena precisamente a frase para lanzar en Tinder pero sí da a entender quién sabe de esto. «Conocí el juego cuando tuve que escribir el avance de la entrega de Gamecube para la revista oficial de Nintendo. Ya había oído hablar de él, pero descubrir el cúmulo de cosas a las que podía llegar aquel juego me parecieron realmente increíble. De verdad, aquello era muy diferente y llegué a plantearme conectarme en Nochevieja a celebrar con el juego el año nuevo en lugar de vivirlo con mi familia. Así de interesante me pareció esta propuesta», nos cuenta Víctor Sánchez.

Sergio Cejas conoció la saga cuando llegó a Europa con la primera entrega para GameCube —en Japón se lanzó también y originalmente para Nintendo 64—. «Me suena que lo vi anunciado en alguna revista y me llamó la atención su propuesta porque era algo completamente diferente a cualquier cosa. No esperaba que su jugabilidad me fuese a atrapar tanto, creo que es el título de GameCube que más horas le he podido dedicar. Sentía la necesidad de cuidar de mi pueblo a diario, ya fuese para quitar malas hierbas, enviar cartas a mis vecinos, cumplir recados, etc. ‘New Horizons’ me tiene muy cautivado, precisamente, porque quiero volver a recuperar esa experiencia que me hizo vivir en GameCube. Y el hecho de saber que puedo cuidar de mi pueblo en cualquier lugar con el modo portátil de Switch es, desde luego, uno de los motivos porque esté deseando que sea 20 de marzo».

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Para muchos jugadores, ‘Animal Crossing’ es un símbolo de la infancia, como ‘Pokémon Rojo’ o ‘Final Fantasy VII’. Da igual cuál sea el tuyo. Sara conoció la saga con 11 o 12 años, «recuerdo que estaba viendo la tele y vi anunciar el ‘Animal Crossing: Wild World’. Su estética y planteamiento me encandilaron al instante. Miré a mis padres y les dije: “¿lo puedo pedir para Navidad?” Desde entonces, por mucho que me alejara del juego, al final siempre volvía para ver cómo estaban todos, incluso aunque ello significaba encontrarse todo el pueblo lleno de hierbajos y el buzón hasta arriba de correo. Y por eso también espero con impaciencia el nuevo Animal Crossing, por se momento en el que se para un poco la rutina y la única preocupación que tienes es ver en qué roca hay que dar ese día con la pala para conseguir fajos de bayas, es cuando me doy cuenta de lo mucho que me gusta la saga y del huequito que se ha ganado en mi vida».

Ricardo también conoció la saga a través de sus primeros compases, «gracias a un disco promocional con videos de juegos de GameCube y GameBoy Advance. De pequeño estos videos me fascinaban, eran el acercamiento más directo que tenía a conocer videojuegos y siento que eran como tener un Nintendo Direct primigenio en VHS. La edición de GameCube me llamó muchísimo la atención, pero hasta Nintendo DS no llegue a saciar mi curiosidad por la franquicia. ‘Wild World’ me abría una nueva forma de juego que hasta entonces no había probado. No me apunte a la fiesta en ‘Let's Go to the City’, pero volví en ‘New Leaf’. Y ahí vino la locura. Mis cien horas no son muchas comparadas con las monstruosidades de partidas que hay por ahí sueltas, pero estar en el asiento del alcalde me incentivó mucho más en involucrarme con mi pueblo. Parece que mi alcaldía ahora se extenderá a una isla tropical».

Día de concierto

Tok

Ya sabemos que en esta nueva entrega hasta ocho jugadores pueden “hospedarse” en la misma isla y desde la misma consola se pueden juntar hasta cuatro jugadores. Así que rara vez veremos una isla vacía. Y, como en las fiestas de instituto, cuantas más personas implicadas más posibilidades de desmadre y anécdota para el recuerdo.

Contra lo que pudiera creerse a simple vista, ‘Animal Crossing’ no acumula experiencias al bulto. Su “magia”, por así decirlo, reside en los pequeños detalles, en frases descacharrantes donde el doblaje se luce o momentos de confidencialidad casi accidentales, en mitad de un concierto con el crepúsculo como marco. Y a esto habría que sumar los eventos especiales,

Para entenderlo mejor acudimos a las experiencias del propio Sergio Cejas: «recuerdo a infinidad de personajes con los que he mantenido conversaciones. No sé cuántos animales habrán llegado a visitar mi pueblo entre todas las entregas, pero son al final los que te hacen guardar los mejores momentos. Cada uno tiene unas personalidades muy definidas, pero yo siempre he sentido especial devoción por aquellos que eran más gruñones y de vez en cuando te soltaban alguna bordería. Al ser un juego tan amigable y familiar, en lugar de tomártelo como una ofensa, a mi me parecía un gesto muy divertido, porque en el fondo te demostraban tener su propio corazoncito.

Más allá de esto, no puedo evitar acordarme de Ladino y cómo me timaba, las veces que venía Juana al pueblo para comprarle nabos (siempre ahorraba dinero para ello) o las canciones que me cantaba el Capitán cuando viajaba a la isla del juego. Si tuviese que quedarme con alguno de los personajes principales, ese sería sin duda Rese T. Ado, por cómo te amenazaba con borrarte la partida si apagabas mal la consola. Se pillaba unos cabreos enormes y podías picarle tú mismo diciéndole que no volverías a hacerlo, aunque, con tal de presenciar estas escenas cómicas, no negaré que haya reiniciado la partida aposta solo por ver qué me diría.
Aldo

Un personaje que dispara sentimientos encontrados. O eso nos dice Ricardo: «Mira, Rese T. Ado, esta te la dedico. Eres el principal motivo por el cual jamás completaré al cien por cien una partida de Animal Crossing. Sé que has perdido tu trabajo y lo lamento, pero no vengas a lamer el brazo que mordiste. Me alegro muchísimo de que la Central de Reseteos ahora sea algo opcional. Me gusta saber que tu trabajo no depende enteramente de mí. Lo siento Rese T. Mi isla es mi espacio de confort y tú no estás invitado».

A Sara no hemos sido capaces de hacerle concretar por un momento único. «Quizá lo que recuerdo siempre con más cariño es que llegara el sábado por la noche para poder ir al concierto de Totakeke en la cafetería del museo. Incluso le ponía a mi personaje un vestido bonito para que todo se sintiera como un evento de fiesta. O adelantar el reloj una hora en año nuevo para poder disfrutar los fuegos artificiales, o cuando por fin consigues la foto de ese vecino al que tienes tanto cariño, o cuando llega el invierno y haces que un muñeco de nieve cobre vida... A decir verdad, ‘Animal Crossing’ te regala demasiados momentos como para quedarse solo con uno».

Víctor Sánchez acude a recuerdos más recientes: «Lo que más me gustaba de la última edición era ir en barco a la isla. Pero sólo por leer las absurdas letras de las canciones que cantaba el capitán del barco. Me pasó algo similar al ir al club de la comedia para aprender a usar las expresiones a base de chistes. Creo que esas pinceladas de humor absurdo le quedan fenomenal al juego, que tiene la grandísima virtud de no tomarse en serio en ningún momento».

Recuerdos que podemos asociar, también a eventos vividos. «Tengo una anécdota relacionada con uno de mis perros, Roco, un shar pei que tuvimos que sacrificar hace unos años después de algo más de una década a nuestro lado. El día que fuimos a por él cuando era un cachorro, mis padres ya lo habían visto primero y sabían que me iba a enamorar de él al instante. La cuestión es que antes de ir a por él yo ya tenía ganas de llamarle Roco. Uno de los vecinos en ‘Animal Crossing’ se llamaba igual y era mi favorito, un hipopótamo en lugar de un perro. Pero tuve claro que ese era el nombre que quería ponerle y por eso siempre que me ha aparecido Roco en otros juegos de la saga he hecho todo lo posible para cuidar de él, como hacía con mi perro, para que no se fuese nunca de mi lado, así que espero tener la suerte de que me aparezca también en ‘Animal Crossing: New Horizons’». Palabras de Sergio Cejas.

Problemas en el paraíso

Eso sí, como ya han apuntado más arriba, no todo son momentos de algarabía y jarana surrealista. Los fans ya conocen a Tom Nook, el personaje que nos vende nuestra primera casa, dándonos una hipoteca fija hasta que la paguemos. Un tipo de objetivos son más terrestres. No es que sea codicioso, es como un primer jefe: ofrece una perspectiva más dura y realista de un mundo idealista. No tiene tiempo para bromas porque lo suyo, por entero, son los negocios.

Y si andas mal de dinero, ante esto, Sara Alonso, sabe cómo sacar provecho: «Lo mejor es volverte un poco gamberrilla y empezar a cavar hoyos alrededor del vecino que haya más cerca, enterrar una trampa y esperar a que se vuelva loco intentando escapar. ¿Y qué decir de Tom Nook? Con él todo son dramas. Para pagar el último préstamo de la hipoteca (el de 1.000.000 de bayas) tuvo que ayudarme mi amiga porque me negaba a desembolsar esa cifra astronómica. Como anécdota, me quedo con aquella vez que mandé tantas cartas de amor a un vecino, para luego descubrir que estaba más interesado en sus bíceps que en las flores que le mandaba. ¡Maldito seas, Hugo!».

Tiempo De Juego

Ricardo se sincera y nos cuenta trucos similares: «yo en Nintendo DS era un poco tramposo. Adelantaba el reloj porque cada año nuevo me daban 20,000 y además así los vecinos se iban yendo y podía “saquear” sus casas. Digamos que mi trabajo era hibernar hasta el año siguiente y recoger los restos. Algo parecido a salir del refugio 101 del ‘Fallout’ pero en versión cuqui. Había un vecino que me gustaba mucho pero más me gustaba la tabla de surf que tenía en su casa. El tío no se iba, pero finalmente tras avanzar muchos años acabó yéndose y.... vendió cosas, pero no su tabla. Esto me hizo estar perdido en el futuro, ¿tal vez en el ahora presente? Lo desconozco. El tema es que aprendí una lección muy valiosa: en ‘Animal Crossing’ lo que importa es el momento. Recoger y plantar lo tuyo y estar con tus vecinos, mejorando los lazos con estos. Este tipo de cosas solo te hacen desconectar con tu hogar y acabar dejando el juego de lado. Chicos, los tramposos no consiguen la tabla de surf».

El sacrificio siempre recibe recompensa, aunque sea efímera, tal y como describe Víctor Sánchez: «En una presentación de prensa de Nintendo conseguí tener el diploma al pueblo más desastre. Por lo que Resetti pasó a representarme mucho. Por otro lado, para una campaña de publicidad del juego tuve que conseguir planos muy específicos. Recuerdo que en uno de esos planos tenía que sacar el tiranosaurio del museo. Aquí no había ni trampa, ni cartón. Todo lo que salía en el spot, tenía que ser conseguido en el juego. Por lo que, cualquiera que haya probado el juego en Nintendo 3DS sabrá que el tiranosaurio, completo, en toda su magnitud, son cientos de horas de juego. Todavía hay gente que recuerda mis gritos de alegría cuando se identificó aquel fósil como la pieza que aún me faltaba de mi tiranosaurio. Cientos de horas para dos segundos en televisión»

Horas y horas, para todos

Equipo

Y para quienes dudan de si ‘Animal Crossing’ es, o no, un juego familiar, aquí tenemos la propia experiencia de Sergio: «Pese a que los que más jugábamos éramos mi hermano y yo y en bastante menor medida mi padre, a mi madre le gustaba ver alguna partida, aunque no le iba demasiado eso de coger un mando. Algo que cambió por completo con ‘Animal Crossing’. Al poder tener cuatro personajes distintos en un mismo pueblo, todos acabamos picando y teniendo nuestra propia casa. Más que nada porque el juego siempre ha sido muy sencillo y no hacía falta ser un experto para saber qué hacer. Con el tiempo nos íbamos turnando cada uno a diario para jugar un rato cada uno, pero fue precisamente mi madre la que acabó más enganchada que nadie. Tal fue su afición que había días que hasta se levantaba de madrugada o a una hora muy temprana porque había ciertos peces que solo se podían pescar en ciertas franjas horarias del día, así que ella se ponía a jugar con todos nuestros personajes para pescarnos los peces, del mismo modo que si alguno no podía jugar ese día, ella se encargaba de cumplir con nuestras tareas. Lo cierto es que me encantaría volver a compartir un pueblo con ella en ‘New Horizons’».

En definitiva, cientos de horas de convivencia en este mundo paralelo que no persiguen mayor objetivo que hacer pasar un buen rato, disfrutar sin malos rollos y apelar a un sentido de comunidad. Porque ya lo decía Mark Twain: la mejor forma de ser feliz es intentando hacer feliz a alguien más.

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