Análisis de Super Mario Odyssey: no es sólo un excelente juego, es un pedacito de magia

Análisis de Super Mario Odyssey: no es sólo un excelente juego, es un pedacito de magia

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Análisis de Super Mario Odyssey: no es sólo un excelente juego, es un pedacito de magia
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Alex CD

Director

Coordinador editorial de VidaExtra. Llevo 20 años escribiendo sobre videojuegos en VidaExtra, desde análisis a noticias y artículos de opinión, además de desempeñar las labores de coordinación editorial del medio. LinkedIN

Diversión pura y dura. Es lo primero que respondería si alguien me preguntara qué es lo que ofrece un juego como ‘Super Mario Odyssey’. Eso, y un maravilloso retorno a la infancia, a la capacidad de maravillarnos constantemente, a la felicidad del que sabe que se ha topado con algo de lo que no quiere desprenderse nunca más. Algo por lo que olvidarse del mundo.

Me he sentido como un niño.

No porque sea un juego infantil, que no lo es, sino por la capacidad de Nintendo para que cada paso que he dado en ‘Super Mario Odyssey’ estuviera acompañado de un dedo señalando hacia el televisor; de un “¡¿has visto cómo mola eso?!”; de una gran risotada.

‘Super Mario Odyssey’ es pedacito de magia.

Diversión, diversión y más diversión

No he jugado a ‘Super Mario Odyssey’, lo he devorado. Lo he disfrutado solo y en compañía, en la comodidad del salón de casa y en cualquier otro sitio gracias al modo portátil. Y lo único malo que pude articular al llegar al final fue “¿ya está?”. Obviamente no estaba: el juego ha sido diseñado para ser rejugado, para que puedas quedarte un rato más, todo el que quieras, para que al finalizar el viaje y te invada la inevitable sensación de vacío y cierta melancolía por esa amistad de la que debes despedirte descubras que, en realidad, lo que estás viviendo no es un adiós.

El trayecto es agradable a pesar de Bowser (y de su manía por raptar a Peach, con la que tiene previsto casarse se ponga como se ponga todo el mundo), de los Broodals, y de todos los seres que, muchos de ellos quizás sin maldad alguna, van a intentar ponerte en aprietos una vez sí y otra también.

Tienes a tu disposición una nave. Una nave roja en forma de sombrero de copa, de chistera. Una nave cuyo interior, en un principio desangelado y parco en lo decorativo -aunque con un buen armario para la ropa-, irás llenando de recuerdos. Recuerdos que, cual turista bigotudo y camaleónico, podrás ir comprando en la tienda de turno. Souvenirs que, con el tiempo y los viajes, sin mediar palabra y sólo en tu interior, te dirán al oído: “¿recuerdas cuando pasaste por aquí? ¡Menudo lío armaste! :)”. Y sonreirás.

Super Mario Odyssey es el paraíso de los completistas y los exploradores

Con esa nave, alimentada por una serie de energilunas que te va a tocar recoger, irás de un reino a otro pisándole los talones a Bowser. El maldito bicho ha vuelto a hacer de las suyas y Peach, por no hablar del propio Mario, ya está hasta al gorro de todo. Cada uno de los 14 reinos del juego tiene un buen número de energilunas repartidas por su geografía. Algunas visibles a simple vista, otras escondidas, y otras realmente escondidas.

Recoger las necesarias para poner en marcha la nave es pan comido, pero ojo al afán recolector: ‘Super Mario Odyssey’ es el paraíso de los completistas y los exploradores. Por cierto, si tienes algún amiibo podrás ponerlo a trabajar por ti para que te dé pistas sobre el paradero de algunas energilunas. Y te las señalará en el mapa.

Super mario odyssey

Explorar mucho. Recoger mucho. En otro juego esto podría llegar a ser sinónimo de aburrimiento, de estirar el chicle. En ‘Super Mario Odyssey’ es la razón por la que no querrás parar ni para comer.

No sólo vas a recolectar energilunas, claro: las monedas doradas te servirán para comprar trajes, sombreros y otros objetos en cualquier tienda, mientras que las monedas moradas son específicas de cada reino. A cambio, además de otras indumentarias, podrás conseguir pegatinas y otros recuerdos para decorar la nave. Algo que resulta extrañamente reconfortante.

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Cappy, la nueva compañera de viaje de Mario

‘Super Mario Odyssey’ se olvida de las setas rojas que agrandaban a Mario, de las verdes que servían para obtener vidas adicionales (aquí no hay contador de vidas, de hecho), de las flores para disparar bolas de fuego, de los disfraces para volar. Eso es el pasado. El presente es una curiosa gorra con vida propia llamada Cappy que le permite a Mario transformarse en multitud de cosas y seres.

Gracias a Cappy te conviertes en la bala, en la tortuga que lanza bolas de fuego, en el dragón que te permite volar, en el extraño y colorido ser que se estira y encoge emitiendo notas de acordeón, en un T-Rex. ¡Es una gorra que habla! Y no os puedo explicar exactamente la sensación que produce escuchar las extrañas frases que suelta la gorra al ejecutar determinados movimientos. Ese es el nivel de detalle extremo al que puede llegar Nintendo.

Puedes lanzar a Cappy hacia adelante y hacia arriba. Puede orbitar alrededor de Mario durante un segundo para deshacerse de un grupo de enemigos. Es tan increíble que, con un simple gesto del Joy-Con, puede impactar en un enemigo aunque no hayas apuntado demasiado bien. Te permite recoger monedas suspendidas en el aire para que no tengas que jugártela ante un precipicio. Puedes dejarla flotando en un punto durante un breve espacio de tiempo para saltar encima y llegar a donde creías que no podías llegar. La gorra. Menudo invento.

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¿Y los trajes? Los trajes, en esta ocasión y en su gran mayoría, cumplen una función puramente estética. Puedes vestir a Mario de troglodita porque sí, porque te gusta cómo le queda esa ropa en un determinado reino. O de buzo, si te apetece. O de científico. Aunque hay una pequeña vuelta de tuerca: existen estancias cerradas a las que Mario sólo podrá acceder si va vestido de una determinada forma. Gástate unas monedas en moda, nunca había sido tan divertido.

Y todo eso está muy bien, pero nada es comparable a la sensación de ver por primera vez un nuevo reino, de salir de la nave y posar los pies en un territorio lleno de color y de vida repleto de rincones por explorar. Recuerdo estos momentos: mientras examinaba el terreno desde las alturas, mientras leía toda la información relativa a cada reino que el juego te presenta como si de una guía de viajes se tratara, me frotaba las manos, sonreía y me invadía una agradable sensación de alegría. ¡La de cosas que iba a poder hacer!

También hay un modo foto. En el caso de que hacer una simple captura de pantalla sea insuficiente, todos esos bellos reinos de los que hablaba antes pueden ser capturados con algo más de detalle gracias a esto. Vale, quizás no tenga tantas opciones como en el modo foto de otros juegos, pero tiene filtros de consolas antiguas de Nintendo como la Game Boy o la NES. BOOM:

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Super Mario Odyssey y su maravilloso diseño

Y hablando de cosas retro, otro de los detalles más alucinantes de ‘Super Mario Odyssey’ es la existencia de zonas en las que el juego pasa a ser un 2D clásico. Están integradas en los reinos y el paso de las tres dimensiones a las 2D y viceversa es simplemente mágico. Y no quiero contaros mucho más acerca de esto, pero hay al menos tres de estos pasajes en 2D que os van a volar la cabeza, en especial el que hay al final del Reino Urbano.

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Un reino el Urbano que, y ya lamento tener que decir esto, ha acabado siendo el peor de todos en el terreno jugable. Lo hemos visto en muchos vídeos, pero más allá de la sorpresa inicial que nos produjo ha resultado ser el menos inspirado a nivel de diseño y el más aburrido de todos.

El resto de reinos parecen creados no por diseñadores, sino por auténticos magos. Todos introducen nuevas mecánicas, a cada cual más loca (¡esos pájaros picaparedes!), y tienen tantos rincones y secretos como estemos dispuestos a descubrir. Podemos completar un reino en una hora, enchufarle las energilunas necesarias a la nave y pasar al siguiente, o quedarnos dos horas más investigando cada rincón del mapa. Y siempre encontraremos algo escondido, algo que hacer, algo que recoger.

Por no hablar de los enemigos finales. ‘Super Mario Odyssey’ no es un juego especialmente difícil, y cualquier jugador, independientemente de su nivel, puede finalizarlo en unas 15 o 16 horas avanzando sin prisas, pero si pausas. Completarlo habiendo recogido el 100% de las monedas y energilunas ya es otro cantar. Ahí, como decía al principio, el pozo de horas es profundo, profundo. Pero volviendo a los enemigos finales: Nintendo vuelve a demostrar que no es necesario subir mucho la dificultad en este tipo de enfrentamientos, sino crear bichos memorables. Imaginación y locura por los cuatro costados es lo que vas a encontrar. Te será fácil vencerlos, pero te lo pasarás en grande igualmente.

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Ayuda que Mario se controle tan bien, claro, y además nuestro bigotudo amigo tiene un gran abanico de movimientos. La mayoría de ellos se llevan a cabo simplemente pulsando botones y se puede jugar tanto con los Joy-Con como con el mando Pro, pero cabe señalar que el juego ha sido diseñado para sacarle el mayor provecho con un Joy-Con en cada mano. Esto es así porque hay determinadas acciones, como hacer que la gorra vuele alrededor de Mario en círculos, que sólo se pueden realizar moviendo el mando de una forma determinada.

Tras haberlo probado de todas las formas posibles, lo que puedo decir es que con los Joy-Con separados va todo sobre ruedas, que con el mando Pro se puede hacer lo mismo aunque de forma algo más aparatosa (no agitas sólo un Joy-Con, debes mover todo el mando), y que el modo portátil es el más incómodo para estos movimientos por razones obvias. Ojo, este tipo de acciones que requieren agitar los mandos no son imprescindibles en ningún caso. Por si os sirve de algo, yo lo he jugado principalmente con el mando Pro y no he tenido ningún tipo de problema.

El juego además cuenta con un modo para dos jugadores en el que uno controla a Mario y el otro a Cappy haciendo uso de un Joy-Con cada uno. De esta forma, cuando quien controla a Cappy decide irse por su cuenta, tiene libertad total de movimiento. Es decir: cuando es Mario quien controla a Cappy no puede separarse de ella más que para lanzarla, pero gracias al segundo jugador la gorra puede moverse libremente por el mapa, saltar, golpear enemigos, coger objetos, etc. La sensación es un poco rara porque la cámara se queda con Mario, no se divide la pantalla al alejarse el uno del otro, pero no deja de ser divertido y una forma distinta de compartir el juego.

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La opinión de VidaExtra

‘Super Mario Odyssey’ es una nueva obra maestra de Nintendo. Y un gran homenaje a todo su universo (¿alguien ha dicho ‘Super Mario 64’?). Está repleto de novedades jugables y estéticas, pero a la vez podemos ver en él la suma de todos los títulos que hemos disfrutado durante años. Incluso de los clásicos que, de forma directa, vamos a poder jugar gracias a todos esos pasajes en 2D que incluye el juego.

En cinco minutos de Super Mario Odyssey hay más ideas interesantes que en otros muchos juegos enteros

La banda sonora de cada uno de los reinos es espectacular (mucha atención al tema que suena en el tramo final del juego, además de la ya conocida y excelente 'Jump Up, Super Star!'), en modo portátil luce genial (y jugar a un Mario de los grandes como este en cualquier sitio es la monda lironda), el control está pulido al máximo, las animaciones son impecables, y el nivel de detalle es exquisito. Cuando estéis jugando fijaos en las briznas de hierba que saltan cuando Mario camina sobre el césped...

‘Super Mario Odyssey’ es la celebración del videojuego. Abracémosla.

A favor

  • Es un derroche de imaginación
  • Su rejugabilidad
  • El control de Mario, el diseño del juego, los personajes, la BSO... TODO

En contra

  • El Reino Urbano
  • El control del T-Rex
  • Que no haya 14 reinos más. Por pedir...
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