En el Olimpo de los juegos hay un lugar reservado para los fáciles de entender y difíciles de dominar, y ahí tendrá un hueco My Shelfie

En el Olimpo de los juegos hay un lugar reservado para los fáciles de entender y difíciles de dominar, y ahí tendrá un hueco My Shelfie

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En el Olimpo de los creadores de juegos de mesa, hay un hueco dedicado a aquellos que son capaces de dar forma a algo tan difícil como resultar, a la vez, completamente accesible para los novatos y un auténtico desafío para los expertos. Los de My Shelfie son un buen ejemplo de ello.

Habiéndose convertido en nuestro juego favorito de estas últimas vacaciones, me ha sorprendido muchísimo que la simpleza de su idea inicial, y la facilidad para mostrarlo, explicarlo, y que grandes y pequeños pillen al vuelo cómo jugarlo sin problemas, choque de lleno con lo retorcido que puede llegar a ser intentar dominarlo a la perfección.

Cómo se juega a My Shelfie

A grandes rasgos la idea de My Shelfie es tan simple como colocar objetos en una estantería, pero como podréis imaginar esconde mucho más. En este juego familiar deberás ir rellenando una estantería con objetos, como si fuese un Conecta 4, pero con la particularidad de tener que seguir ciertas reglas y retos de cara a conseguir la mayor puntuación posible al final de la partida.

Desde un menú central en el que vamos a ir colocando de forma aleatoria las distintas losetas disponibles, nuestra estantería tendrá que rellenarse a base de libros, gatos, trofeos, plantas y, por supuesto, también juegos de mesa, de forma que al terminar la partida los grupos de tres o más objetos juntos marcarán cuántos puntos nos llevamos.

Como es lógico, el que acabe primero es el que se encarga de ponerle el último clavo en el ataúd a esa ronda y el que se lleva una medalla de cara a su puntuación final, pero el hecho de sumar apenas un punto por tener el logro de terminar antes que el resto ya da buena cuenta de que el objetivo final de My Shelfie es otro muy distinto

La gracia está, en primer lugar, en un reto secreto que nos muestra como debería quedar finalmente nuestra estantería, debiendo colocar un ejemplo de cada familia de objetos en una casilla concreta. Cuanto más nos acerquemos a esa estructura, más puntos nos llevamos.

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Hasta aquí todo bien, intentar terminar antes que los demás para que el desafío no se nos quede a medias, sumar el mayor grupo de fichas de la misma familia posibles, y tener presente el esquema que nos dicta donde debería quedar una de esas fichas de cada familia, pero entonces llega la colección de giritos y retos adicionales.

Mucho más que un juego familiar

El tema es que, además de eso, habrá dos desafíos en la mesa que, en forma de cartas que sacaremos de forma aleatoria al iniciar la partida, marcarán otro buen puñado de puntos a sumar si conseguimos alcanzar el objetivo que nos propone. 

Con más o menos puntos dependiendo de si somos el primero o el último en alcanzar ese objetivo, las cartas nos pedirán colocar dos líneas seguidas del mismo objeto, montar dos columnas en las que no se repitan objetos, o incluso crear cruces dentro de la estantería con fichas de una misma familia.

Retos que pueden parecer bastante asequibles hasta que te das cuenta de que intentar alcanzar todos los desafíos que propone una ronda de My Shelfie, de cara a conseguir la mayor puntuación posible y dar por hecho que ya tienes dominado el juego, es un dolor de muelas complicadísimo que poco o nada tiene que ver con el estilo familiar y entrañable que parece emanar de sus dibujos.

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A todo eso hay que sumarle, además, que la colocación de las fichas que vamos rodando en grupos de uno, dos o tres objetosde los que hay en el tablero central, únicamente podrán colocarse en formato columna.

Es decir, que para poder llegar a todos esos desafíos, lo más fácil sería agarrarse a la idea de ir robando de una en una, pero hacerlo de tres en tres, robando las fichas adecuadas y colocándolas de la forma más eficiente posible, es la única forma de conseguir eso y no dejar la estantería a medio terminar cuando alguien sea más rápido que nosotros.

Sobre el papel y si no queremos complicarnos en exceso, My Shelfie se mantiene como un juego simplote y entretenido, pero si rascas un poco más para querer dominarlo como un maestro, entonces prepárate porque te va a poner contra las cuerdas. Fácil de jugar, fácil de enseñar, con una mecánica tan simple como divertida y, a la vez, lo bastante complejo y retorcido para asegurarse uno de esos huecos en el Olimpo.

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