Imagen de la semana: la interpretación de las notas

Imagen de la semana: la interpretación de las notas
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Esta semana no toca viñeta en la sección de la imagen de la semana, sino dos imágenes, a modo de comparativa, que nos harán reflexionar y hacer un acto de autocrítica para debatir sobre un tema bastante peliagudo que a muchos nos da un verdadero quebradero de cabeza: las notas. Las malditas notas.

Por un lado, en la imagen superior tenemos la interpretación que se les da en el mundo del cine, con calificaciones que se adecúan un poco a lo que nos enseñaron en la escuela. Yo era de suficientes, lo reconozco, pero eso era un aprobado. Por lo tanto, en el cine se consideraría una película entretenida sin más. Incluso esta imagen es más benevolente, no como mi profesora de Ciencias de por aquel entonces, considerando un 46 (o 4,6, como se solía calificar antaño) como el corte para diferenciar un producto malo de uno bueno.

Cierto es que, por mucho que se intente ser objetivo, la totalidad de los análisis tienen un mayor peso subjetivo. Es imposible saber si todos los apartados que consideramos importantes en un producto van a ser iguales que para otra persona. Tal vez perdonemos pequeños fallos que para otros son insalvables y pueden destrozar un producto. Quizás la historia no nos parezca tan interesante como a la mayoría. Y no siempre influye nuestra experiencia, ya que aunque se copien ideas, si se hacen las cosas bien, nos podemos divertir sin problemas.

Pero hay algo que es innegable. Un 5 es un aprobado. Un 6 es una nota buena. 7 y 8 se considera algo como notable. Y 9 y 10 está reservado a los que sobresalen. ¿Por qué ese patrón no se mantiene inexplicablemente en el mundo de los videojuegos? Choca bastante, pero sin duda estamos ante una de las imágenes más acertadas que yo recuerde.

La interpretación de las notas en los videojuegos

Casos sobre este hecho los hay a patadas, siendo el más famoso en España el del ‘The Legend of Zelda: Twilight Princess’ de Gamecube, con aquel 89 de la extinta SuperJuegos Xtreme. Ríos de tinta corrieron sobre esa nota, casi un sobresaliente. Los fans de la saga pedían una nota de 95 o superior, pero no se la dieron. ¿Y qué? 89 y 90 casi son lo mismo, y ambas, pese a un inapreciable punto de diferencia, son unas auténticas notazas. Yo le hubiese dado más nota, ¿pero y qué? ¿Me daría más la razón? No, por lo que comenté antes de la objetividad y subjetividad.

El problema es el prisma con el que llevamos mirando desde hace tiempo las notas de los videojuegos. Siempre que vemos en una revista del mundillo un videojuego que no llega al 70, pensamos que es un mal juego, y ciertamente no debería ser así. Los mismos miembros de las revistas, o blogs con notas, especifican siempre que un 62, por ejemplo, es una buena nota. Es un videojuego con algunos fallos, pero se deja jugar y divierte.

¿Acaso no os habéis encontrado con casos similares? Yo he probado más de un juego de “notas malas” y me lo he pasado pipa. Sin ir más lejos, con el ‘Raskulls’, considerado “basura” al tener de media un 75. ¿En el colegio no era un notable? Pues para mí lo es. En multijugador gana una barbaridad.

¿No os habéis fijado también que algunos de esos que recibieron “cincuentas”, “sesentas” y “setentas”, tan pronto bajan de precio, a 10 ó 20 euros, ¿les suben las notas? Si antes eran recomendables para una tarde o una semana, ahora lo serán más. Aparte que no cuentan con el hype destroza ilusiones. Más de una sorpresa positiva nos podemos llevar.

Muchos nos habéis pedido que pongamos notas en los análisis, pero de esta manera se desembocaría precisamente en esto. Todo se quedaría reducido a una nota, sin leer el por qué se la hemos dado. Y aún así siempre habría polémica porque en vez de un nueve le hemos dado un ocho al AAA de turno. Además hay que tener en cuenta los gustos de cada editor. Si conocemos un poco por dónde se mueve, y compartimos lo que ha comentado en un análisis, es probable que no nos llevemos una decepción al probar ese juego en cuestión. Aunque yo siempre he defendido que es mejor formarse una opinión propia tras probar un producto. Viene bien leer análisis para hacerse una idea, pero no como verdad absoluta.

Vía | GamesAjare

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