Me fascinan las historias de piratas. No la salvajada deleznable que fue en realidad, claro, sino el imaginario con el que crecimos de niños a base de tesoros escondidos, ciudades ocultas, y secretos submarinos esperando a ser descubiertos por alguien con la valentía suficiente para ir un paso más allá.
Y en esa mezcla de ilusionante fantasía y cruel realidad, justo en el centro, se encuentra la historia de Port Royal, la ciudad de Jamaica sumergida que ha inspirado decenas de historias sobre piratas y uno de los mejores juegos de cartas que he tenido la oportunidad de probar.
La realidad detrás del mito de Port Royal
Ubicada en una de las bahías de Jamaica, la zona se conoció como Caguay hasta la llegada de los ingleses en 1655, que terminaron de pervertir la isla tras otros casi 150 años de ocupación española. La zona pasó entonces a llamarse Port Royal, aunque más allá de papeles oficiales, en realidad todo el mundo la conocía como la Sodoma del Nuevo Mundo.
Convertido en el puerto con mayor tráfico de las colonias británicas, Port Royal era una mezcla de alcohol, piratería y prostitución que creció como la espuma durante los años de esplendor de aquella época de pillaje y delincuencia.
Más de 200 kilómetros cuadrados de bares y negocios ilegales que convirtieron la zona en una de las más ricas de Jamaica y un paraíso para la piratería, y es que los ingleses, que no contaban con tropas suficientes para resistir un contraataque español, estimularon la afluencia de piratas para que fuesen ellos los que se encargaran de proteger la isla.
Tras traicionarlos para crear un nuevo orden en el que el tráfico de esclavos se adueñaría de la ciudad en 1687, la venganza contra los ingleses no se la cobraron ni los piratas ni los españoles, sino un terremoto que en 1692 sepultó la bahía y provocó grandes tsunamis hasta hundirla casi por completo.
Pese a llevarse por delante la vida de la mitad de la población, alrededor de 3.000 personas, lo hizo de forma que la ciudad quedó sumergida sin destruir parte de sus edificios, lo que ahora permite a submarinistas y arqueólogos visitar la ciudad sumergida para pasear por las calles hundidas que antaño recorrieron algunos de los piratas más famosos de la historia.
Cómo se juega a Port Royal
Es curioso cómo a veces las cosas más alejadas entre sí son capaces de descubrirte historias tan interesantes como esta. Y es que pese a que Port Royal es uno de esos nombres que fácilmente te vienen a la cabeza -puede que por el videojuego Port Royale, sin ir más lejos-, en realidad los detalles de la misma los descubrí recientemente gracias al juego de cartas del mismo nombre.
Con una simplificada y divertida mecánica destinada a que vayas tentando a la suerte como lo hacían aquellos mismos piratas, el reverse de todas las cartas cuentan con una moneda que servirá para adquirir barcos y personajes con los que intentar ganar la partida.
La idea es que, empezando con un puñado de monedas, vayamos descubriendo cartas de un mazo central hasta que salga la que realmente queremos comprar porque nos permitirá acercarnos más a esa victoria. El problema es que, si sacamos una carta repetida, perderemos esa oportunidad.
El girito está en que el resto de jugadores podrá comprar todo lo que nosotros hayamos dejado en mesa por adquirir, desde nuevos barcos hasta expediciones o cartas de personaje que permitan sumar más perks, por lo que habrá que estar atento y, a menudo, adquirir cosas que no teníamos en mente para frenar al rival.
Con distintas modalidades, incluido un modo campaña para un jugador, reconozco que lo que más disfruté de Port Royal fue su expansión Izad las Velas, una vertiente con reglas simplificadas y un juego mucho más ágil que lo acerca a otros juegos de cartas del estilo como UNO o Love Letter. Si os llama mínimamente la atención, merece la pena que le deis una oportunidad.
Port Royal Big Box
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