Hay decenas de imágenes grabadas en la retina de los fans de Star Wars, especialmente de Una nueva esperanza. La película primigenia de George Lucas nos presentó un universo repleto de posibilidades con alienígenas, robots, monstruos y duelos con sables láser. Debido a ello nadie se podía extrañar por ver a C-3PO recorriendo el interminable desierto de Tatooine y que tuviese a su lado el esqueleto de una extraña criatura.
Aquella columna vertebral enorme y su correspondiente cráneo sugerían que un ser terrorífico vagaba entre las dunas, pero jamás llegamos a verlo en las pantallas de cine. No sucedió en 1977 y no fue hasta el estreno de la segunda temporada de The Mandalorian cuando pudimos disfrutar de la aparición en todo su esplendor del Dragón Krayt.
Una durísima batalla en la que el cazarrecompensas hizo frente a la especie que posee diez patas, un tamaño cercano a los 100 metros de largo, capacidad para para moverse por debajo de la arena e incluso escupir un ácido corrosivo. Todo ello sin mencionar sus enormes garras y la dureza de su piel, por lo que fue una sufrida lucha que se resolvió a base de explosivos.
Las apariciones del Krayt son realmente contadas, pues no fue gasta 2001 en Star Wars: Galactic Battlegrounds para PC cuando hizo acto de aparición un espécimen vivo. Posteriormente, en el mítico Star Wars: Bounty Hunter de 2002, Jango Fett acabó con uno de ellos, el cual actuaba como mascota guardiana de Gardulla la Hutt, antigua propietaria de Anakin Skywalker y su madre antes de los acontecimientos de La Amenaza Fantasma. Hubo que esperar hasta el 2014 para que Disney incluyese a los Krayt en Star Wars: Commander para dispositivos móviles y finalmente rematando con el capítulo en el que Din Djarin le da caza.
Ralph McQuarrie, artista conceptual de Star Wars, se imaginó entre sus primeros bocetos a semejante criatura y ya era realmente terrorífica. Los merodeadores de las arenas, mejor conocidos como tusken, vivían con el temor de toparse con uno de ellos, pero tenían la creencia de que sus huesos estaban imbuidos en una magia realmente poderosa. Esa cualidad no era la única que los convertía en potenciales presas, sino también por las perlas que contenían sus cuerpos cuyo valor era realmente importante.
No sabemos cómo murió exactamente el ejemplar que aparece en Una nueva esperanza, pero sí que se conoce que el equipo de rodaje sencillamente lo dejó tirado allí durante años. La primera cinta de la franquicia se rodó, en gran parte, en los parajes de Túnez y muchos de los decorados como la casa de Luke Skywalker siguen en pie para poder ser visitados. Entre todo el material abandonado, se encontraba el esqueleto de Krayt.
Se trata de un modelo de fibra de vidrio que representó a un diplodocus para la película Se nos ha perdido un dinosaurio de 1975. Su aparición fue totalmente casual, ya que se incluyó entre el resto del material porque quedaba hueco en el avión que llevaba todas las piezas. Lo más curioso de todo es que cualquiera de nosotros puede conseguir un pedacito de historia, ya que existen varias empresas que se dedican a vender trozos minúsculos del esqueleto.
Mini Museum posee acceso al objeto y se puede obtener en una caja de 4,5 pulgadas x 3,5 pulgadas con un cristal que protege el frasco acrílico donde se encuentra el pedazo. Eso sí, apenas cubre una superficie de 5 mm x 5 mm, por lo cual hay que abrir bien los ojos para poder apreciarlo como es debido. El color puede variar desde casi un blanco puro pasando por el gris o encontrando incluso partes con tonalidades marrones, las cuales son producto de la exposición a la arena y el sol.
Aunque en estos momentos no es posible conseguir una unidad, el precio para conseguir la tuya es de 29 dólares y viene acompañada de una tarjeta con información que funciona como certificado de autenticidad. Es más, puede que encuentres hasta restos de polvo y arena del desierto de Túnez, lo cual añade todavía más realismo. La otra opción es acudir a The Space Collective y hacerte con una por 42 euros, un pelín más caro, pero con stock actualmente. Desde luego, un recuerdo realmente especial con el que poder fardar delante de los amigos.
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