El bote de orina de Jonathan Blow y la polémica con el precio de The Witness

El bote de orina de Jonathan Blow y la polémica con el precio de The Witness

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El bote de orina de Jonathan Blow y la polémica con el precio de The Witness

La reserva de 'The Witness' cuesta 36,99 euros, algo que dicho sin más contexto puede sonar a anuncio perfectamente normal. El drama comienza cuando pasamos a la siguiente línea e indicamos que se trata de un juego etiquetado como indie, lo cual súbitamente convierte para algunos esa franja de precio en una locura.

Eso es lo que se deduce de la creciente polémica que el anuncio de dicho precio (unos más redondos 40 dólares en el mercado americano) ha ocasionado en foros de todo tipo. Para quienes andan molestos por la decisión de Jonathan Blow, su creador, el hecho de haber encasillado a este producto en un determinado segmento obliga a que su coste de partida sea mucho más bajo.

Por descontado, cuando entran en juego cuestiones de bolsillo, las opiniones tienden a ser de lo más dispares y todos los puntos de vista pueden ser válidos. No obstante, creo necesario analizar con un mínimo de detalle la situación antes de decidir por los demás cuál debe ser el justo valor de su trabajo.

Cuánto cuesta The Witness

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Jonathan Blow ha decidido que 'The Witness' cuesta 36,99 euros, valoración que ha considerado oportuna tras haber trabajado en este proyecto desde 2008, cuando se estrenó con el inolvidable 'Braid'. Ocho años de su vida dedicados a hacer realidad un juego que, de partida, promete ofrecer unas cien horas de duración.

Dicho centenar de horas lo invertiremos explorando como mundo abierto una isla de maravilloso acabado técnico, cubierta de más de seiscientos puzzles por resolver y otros misterios que desentrañar. Todo ello en primera persona y con una fuerte inspiración en el grandioso 'Myst'.

Ocho años de trabajo dedicados a hacer realidad un juego que promete ofrecer unas cien horas de duración

Es importante señalar también que Blow no ha estado solo en el camino: para poder sacar adelante este título, fue necesario contratar a un equipo de programadores, artistas y actores de doblaje que hicieran posible su ambicioso planteamiento. Gente que, naturalmente, también espera obtener un beneficio por estos años de esfuerzo.

Sobre el papel, más allá del hecho de que no hay ninguna gran compañía empujando la financiación, distribución y publicidad del proyecto, no encontraremos nada en él que lo distinga de juegos por los que habitualmente estamos dispuestos a pagar precios de salida cercanos a los 70 euros. Así pues, ¿dónde está el problema?

Cuánto cuesta el trabajo ajeno

El problema está en el gusto que tenemos por poner valor al trabajo ajeno, especialmente cuando ni siquiera somos conscientes de la cantidad de horas que puede haber detrás de él. En respuesta a la inevitable polémica, Blow publicó en Twitter un mensaje de lo más cómico: un bote, aparentemente lleno de orina, que le ayudó a completar el proceso de desarrollo de 'The Witness'.

Una vez publicado, el consumidor soberano será quien tenga que decidir si esos 40 dólares son merecidos

Posiblemente sea zumo de manzana, pero eso es lo de menos; lo importante es la idea que transmite a quienes se han considerado con derecho a poner en valor su trabajo de manera unilateral. Blow y su equipo son quienes mejor saben cuánto han invertido en hacer este juego posible y las horas que habrán pasado sin poder ni tan siquiera levantarse para ir al aseo, y por tanto puede decidir libremente el precio que consideren oportuno.

Por descontado, una vez publicado, el consumidor soberano será quien tenga que decidir si esos 40 dólares son merecidos o no. Nadie está obligado a comprarlo, y si resulta que al final no cumple unos estándares de calidad o no llega a ofrecer la gran cantidad de contenido prometido, podremos olvidarnos de él sin miedo a desperdiciar nuestro dinero. La paciencia es una virtud.

El valor de las cosas

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Lo más curioso de todo al final está en cómo ponemos valor a los videojuegos según un esquema de prejuicios que ya empieza a estar anticuado. Millones de jugadores pagan gustosos precios de salida muy superiores a los 37 euros por títulos más vistosos que en muchos casos quedan lejos de las cien horas de contenido que promete 'The Witness', o que vienen cargados de fallos que requieren numerosos parches para ser corregidos.

Quizás el problema no esté en el juego indie que tiene aspiraciones de gran obra

Pienso yo que quizás el problema no esté en el juego indie que tiene aspiraciones de gran obra, y que por tanto se mueve en unos parámetros económicos acordes, sino en los grandes proyectos que al final entregan mucho menos de lo que su precio sugiere. Y quizás es a ellos a quienes hay que señalar cuando nos preocupamos por los males de esta industria.

A falta de poder probar este título, y por tanto de poder juzgar apropiadamente si es merecedor del precio establecido para él, creo que es bueno tener todos estos puntos en mente. Se nota que hay cariño y talento detrás de él, solo es cuestión de que cristalice debidamente en una obra divertida y larga; si lo consigue, el precio pagado por él nos acabará pareciendo lo menos importante.

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