Análisis de Stray: hay dos formas de acercarse al juego del gato, pero sólo una te permitirá llegar a los créditos con una sonrisa

Análisis de Stray: hay dos formas de acercarse al juego del gato, pero sólo una te permitirá llegar a los créditos con una sonrisa

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Stray

Pese a que ya desde la época de Atari teníamos juegos como Alley Cat que nos demostraban el potencial de tener a un gato como protagonista, era injusto poner sobre Stray una ilusión desmedida. Pasar del "mira qué simpático, un juego de un gato" era caminar sobre terreno peligroso.

Durante las últimas semanas he visto y leído a mucha gente ilusionada con Stray a niveles de esperar el GOTY indie de 2022 y, aunque habrá quienes lo empiecen con esa idea y salgan contentos, lo recomendable es ir con las expectativas bajas y dejarse llevar. Yo lo he hecho y, la verdad, lo he disfrutado muchísimo.

Una aventura humilde y entrañable

A medio camino entre las plataformas simplificadas y el trabajo como recadero, el objetivo del gato de Stray es volver a la superficie y unirse a su familia tras haber caído por accidente en lo que parece ser una ciudad subterránea completamente preparada para el apocalipsis.

En algún punto de su historia esa ciudad sirvió para el gran propósito de salvar a una gran parte de la humanidad, pero con la decadencia de la ciudad subterránea y la posibilidad de trasvasar su mente de lo físico a lo digital, pronto llegó un punto en el que lo único que quedaron son unos robots sin memoria que desconocen por qué o con qué fin están allí.

Por suerte para nuestro amigo gatuno, entre una gran mayoría de conformistas hay un grupo de robots que sueñan con salir a la superficie y descubrir qué hay más allá de esa ciudad de cielo estrellado artificial.

Ellos serán los que, mediante encargos, pistas y aperturas de caminos inaccesibles, nos ayudarán en nuestra gran misión de alcanzar un cielo azul y salvar a los robots del sopor y la oscuridad.

A través de túneles pasilleros y escenarios un poco más abiertos que corresponden a distintas zonas de la ciudad, deberemos ir colocando las piezas de una máquina de Rude Goldberg imaginaria que, a cada bote tirado con nuestra patita, nos acercará aún más a nuestro objetivo.  

Una de las dudas que probablemente te revolotee la cabeza antes de lanzarte a por el juego -recuerda que es una de las bazas de los niveles más altos del nuevo PlayStation Plus y que puedes probarlo gratis aprovechando su última oferta- es cómo narices se juega a Stray. ¿Es un plataformas? ¿Es un juego narrativo? ¿Uno de puzles? Vamos a descubrirlo.

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El asumible desafío de ser un gato en Stray

Lo cierto es que en realidad tiene un poco de todo y no se detiene demasiado tiempo en cada una de esas características. Con la única libertad de moverte, correr y maullar, tanto los saltos como la interacción con objetos y robots irá atada a acciones contextuales muy bien pensadas que evitarán que nunca des un paso en falso o te atasques con un puzle.

Esconderte en una caja, saltar sobre una valla o agarrar un objeto, son acciones que se marcarán en pantalla con el botón correspondiente para que nunca tengas opción de duda sobre dónde puedes moverte o qué puedes coger.

El reto, por tanto, está en la exploración hasta alcanzar esa pared que te permitirá alcanzar lo más alto de un edificio saltando de extractor en extractor y, una vez allí, poder subirte sobre una palanca que abra la siguiente puerta. Simple hasta decir basta, pero también la mar de efectivo.

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Lo que te espera en Stray a grandes rasgos vendría a ser algo así: encaramarte a un tejado, ver que dos robots están pasándose un objeto de un edifico a otro, descubrir que lo que están haciendo es lanzarse botes de pintura, acercarte a uno de ellos y maullar mientras lanza uno de los botes, que el bote caiga a la calle creando un estropicio, y que el dependiente de una tienda salga a limpiarlo dejando desprotegido el objeto que necesitabas llevar a otro robot.

Con algunas zonas que demandan algo más de acción al huir de ciertos peligros mientras vas saltando de un obstáculo a otro -de forma automatizada al pulsar el botón de salto- u otras situaciones que piden algo más de calma al actuar con sigilo escondiéndote entre la maleza y maullando para hacer que el enemigo se mueva a A mientras tú te diriges hacia B, ahí quedan relatadas todas las sorpresas que, al menos a nivel jugable, vas a encontrarte en Stray.

La historia está bien contada a base de recuerdos y pequeños detalles, los puzles nunca son lo bastante complejos para que no puedas solucionarlos dándote una vuelta por el escenario, y estos últimos nunca son tan grandes como para convertir esa tarea en tedio por culpa de calles demasiado laberínticas. Para bien o para mal, todo está ajustado al milímetro.

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Hasta se permite un buen puñado de panorámicas para enmarcar pese a ser un juego con pocas opciones para jugar con la ambientación debido a la ciudad enterrada donde se desarrolla. Tal vez haya paladares más exigentes en lo que respecta a lo nuevo de Annapurna, pero yo no tengo ninguna intención de pedirle mucho más.

La opinión de VidaExtra

Con aventuras gatunas para una tarde larga -o dos tardes si quieres apuntar a todas las misiones secundarias y desbloqueables- Stray es uno de esos juegos que, con las expectativas correctas, se pasa en un suspiro y se disfruta una barbaridad. Es entrañable, bonito y sabe ser desafiante y divertido sin pasarse de complejo o ambicioso.

Es, como tener a un gato como mascota, un juego que requiere el compromiso de ser jugado con la máxima humildad y sin esperar nada a cambio más allá de su compañía. Desde esa perspectiva te aseguro que puedes gozarlo muchísimo.

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Stray

Plataformas PC y PS5 (versión analizada)
Multijugador No
Desarrollador BlueTwelve Studio
Compañía Annapurna Interactive
Lanzamiento 19 de julio de 2022

Lo mejor

  • Una movilidad muy bien conseguida
  • Puzles y desafíos muy asequibles
  • Lo precioso del gato y sus escenarios

Lo peor

  • Puede acabar pecando de simplote
  • Algunos podrían considerarlo demasiado corto

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