A menudo echo de menos la época en la que no podías acceder a casi cualquier rincón del planeta gracias a una fotografía por satélite, cuando aún era niño y la inocencia guardaba algo de misterio en el mundo, soñando con ciudades perdidas y grandes tesoros cuyas aventuras sólo pueden ser disfrutadas a través de una pantalla.
De entre todas, las historias de ‘Uncharted’ son las que más atención me despiertan, terminando cada juego y lanzándome a bucear por internet en busca de más información sobre lo allí vivido. El Dorado, Shambala, la Atlántida de las Arenas, Libertalia… Imposible no acabar atrapado por sus historias. Este es el origen de ellas.
La búsqueda de El Dorado
Aunque en el primer ‘Uncharted’ la leyenda de El Dorado nos lleva hasta una estatua maldita, capaz de convertir a toda una expedición española en peligrosas abominaciones, lo que se conoce como tal en la cultura popular responde a una ciudad perdida de Bogotá que, según la leyenda, estaría cubierta de oro.
La historia nace de un prisionero de Sebastián de Belalcázar que le confesó pertenecer a dicha ciudad, donde el Rey de su pueblo se cubría el cuerpo de oro en polvo como ofrenda a los dioses. Pese a que no fueron precisamente pocos los que se embarcaron en su búsqueda, la ciudad nunca fue encontrada, pero sí el origen de la leyenda.
Todo nace de una ceremonia sagrada en la que la laguna de Guatavita se convertía en la puerta de entrada al poder de la zona. Allí, los nuevos gobernantes debían desnudarse, cubrirse en oro y navegar hasta el centro de la laguna, donde lanzarían gemas y joyas al fondo como ofrenda a la Cacica que se había suicidado en ella y ahora vivía en un templo submarino.
El Reino de Shambhala
A diferencia de El Dorado, no hay escritos que den una explicación o ubicación a Shambhala, un reino escondido en la cordillera del Himalaya cuya primera mención se encuentra en el texto indio Majabhárata. Según el budismo, Shambala es la ciudad donde el ejército del Rey Suchandra espera a una época de guerra en la que sus filas abandonarán la ciudad secreta para acabar con el odio en el mundo.
Aunque en el plano físico no hay opción de llegar a Shambala, sí puede hacerse mediante una conexión kármica, así lo reconoció el actual Dalái Lama en 1985 al afirmar que no sólo existe, es una tierra pura a la que sólo aquellos que tengan el mérito podrán acceder.
La piedra Chintamani que allí encontramos durante el juego, responde a una de las cuatro reliquias de Buda que cayeron del cielo en un cofre y dieron paso a la religión en el Tíbet. Según las tradiciones budistas e hindusitas, la joya concedería deseos a quien la posea.
La Atlántida de las Arenas
Conocida como Ubar, la Ciudad de los pilares, Iram o la Atlántida de las Arenas, entre otros nombres, es la única ciudad perdida de la saga sobre la que se tienen evidencias reales. De hecho, gracias a los satélites de la NASA, en 1980 se descubrieron los restos de sus ruinas en el Sultanato de Omán.
Según el Corán la ciudad de Iram vendría a ser la Sodoma y Gomorra del Cristianismo, una urbe castigada por Alá por haber corrompido el país, quedando así sepultada por la arena de por vida.
Los restos arqueológicos apuntan a un colapso de la tierra sobre la que estaba edificada, un derrumbe provocado por el basto crecimiento de la ciudad y la necesidad de extraer cada vez más agua del acuífero sobre el que se aposentaba para mantener ese desarrollo. Al perder la humedad el lago subterráneo que suministraba agua a la ciudad, la arcilla se secó y provocó el derrumbe de Iram.
La utopía de Libertalia
Si ya habéis jugado a ‘Uncharted 4’ probablemente os suene de algo el libro Historia general de los robos y asesinatos de los más famosos piratas. Esta es la única fuente en la que se menciona la existencia de la mítica colonia de Libertalia, por lo que está lejos de ser una referencia sostenible.
Según el libro del capitán Charles Johnson, considerado un seudónimo del escritor Daniel Defoe, Libertalia sería una colonia pirata establecida en el norte de Madagascar por los capitanes Misson y Caraccioli. Allí, abandonarían el alcohol, la blasfemia y el dinero para vivir como granjeros junto a esclavos liberados y nativos.
Según la historia, Libertalia quedó en ruinas tras el ataque de cinco barcos portugueses que arrasaron con la colonia, quedando eternamente oculto el botín que allí se guardó de los piratas que se sumaban a la utopía del final de la lucha por amasar dinero.
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