Ancestors: The Humankind Odyssey es el típico caso de juego que a menudo no sabes si le falta algo o es que simplemente no te has enterado de nada. Tras no pocas horas con él, ahora puedo decir sin temor a equivocarme que no estoy ante el segundo caso.
Con una idea magnífica y una propuesta única en el género de la supervivencia, el equipo de Patrice Désilets se conforma con muy poco para llevar adelante su aventura evolutiva y, a la larga, eso se traduce en una propuesta repetitiva, caótica y frustrante en la que los límites de la experimentación están marcados con una línea roja alrededor de tu personaje.
Cómo se juega a Ancestors: The Humankind Odyssey
Como muchos ya sabréis, Ancestors: The Humankind Odyssey nos pide llevar a una familia de simios desde lo más bajo de la escala evolutiva hasta algo cercano a los precursores de la prehistoria. A grandes rasgos el juego nos pide sobrevivir en un ambiente hostil mientras vamos mejorando nuestro cerebro como si de un árbol de habilidades se tratase. Mejoras que serán absorbidas por generaciones futuras y así, logro a logro, alcanzar la evolución que convirtió a los monos en hombres.
¿Cómo se traduce eso a un juego? El resumen rápido iría más o menos así. Nuestro simio debe encontrar un lugar donde refugiarse y una familia con la que crecer. Tras ello irá experimentando con lo que se encuentra a su paso para dar vida a nuevas herramientas, nuevas vías de comunicación o un aparato digestivo menos propenso a contraer enfermedades.
A base de repetir acciones del mismo grupo, las neuronas relacionadas con ese área madurarán, lo que dará paso a nuevas opciones en el árbol de habilidades. Si vamos acompañados de crías que estén ahí en ese proceso de aprendizaje ganaremos puntos que se utilizarán para conectar unas neuronas con otras para poder activar esas habilidades.
Además, cada nacimiento traerá consigo mutaciones genéticas que abrirán nuevos caminos en el árbol, así que deberemos avanzar en el tiempo y conseguir que esas crías se conviertan en adultos fértiles capaces de arrastrar esos cambios en nuevas generaciones.
La clave está en que el número de crías en tu familia marca el máximo de mejoras que puedes pasar de una generación a otra, así que si has desbloqueado siete neuronas pero sólo tienes tres crías, sólo tres de esas mejoras podrán mantenerse. Aquí está el primer punto de dificultad del juego, ya que una hembra sólo puede parir a dos crías y los parientes no pueden cruzarse entre ellos, así que toca ir en busca de nuevos simios que se sumen a tu clan.
Crías y proceso evolutivo
Eso conlleva pasear por la jungla o la zona en la que esté tu asentamiento intentando convencer a otros simios de que se sumen a él. Si encuentras uno que se está tocando el brazo puede que tenga un hueso roto o si hay otro agarrándose la garganta es probable que tenga sed.
Gracias a tu experiencia con el entorno sabrás que hay una hierba que crece cerca de los ríos que podrá solventar su problema con los huesos o que un coco puede ser una fuente transportable de agua. Si se lo llevas, el simio agradecerá el gesto sumándose a tu plantel y permitiéndote así que puedas cambiar a su punto de vista para continuar con tu reguero de descendientes.
Sin embargo ahí sólo estamos controlando las mejoras a corto plazo y el salto de crías a adultos y de adultos a ancianos. Toca centrarse ahora en la evolución con miles de años entre un evento y otro para poder alcanzar el objetivo del juego, demostrar que puedes evolucionar más rápido de lo que lo hicieron nuestros antepasados.
Cada nuevo logro evolutivo, desde aprender a chocar una piedra con otra hasta asimilar nutrientes de raíces o plantar cara a un enemigo con un palo afilado, ganaremos años de avance que se sumarán a un marcador.
Una vez decidamos dar el salto, una barra de progreso irá añadiendo todos los logros que hemos conseguido y llevará nuestro linaje miles de años hacia el futuro donde continuaremos con más o menos cambios visuales y físicos dependiendo de la suma total.
Una vez allí veremos que nuestros compañeros se comportan de otra forma al realizar ciertas acciones y tocará volver a empezar todo lo relatado con anterioridad con la particularidad de que, esta vez, tenemos muchas menos cosas en el saco de aprendizaje y tocará intentar experimentar con nuevas opciones.
Una idea genial sobre el papel para un juego no tan bueno
Hasta aquí firmaría sin problemas lo que Ancestors: The Humankind Odyssey tiene preparado para nosotros y, de hecho, el cúmulo de pormenores que vendrá a continuación no es excusa para que siga teniendo ganas de volver a él pese a la frustración acumulada.
Es, simple y llanamente, una de esas propuestas que resulta tremendamente adictiva cuando entras en el bucle, pero que poco a poco va minando tu entusiasmo. Repasar paso por paso lo anteriormente relatado da buena cuenta de ello, así que me parece la mejor forma de deconstruir cada una de las posibilidades del juego.
Empezamos por el principio, la idea de crear tu propia manada y construir un asentamiento. El juego limita los tutoriales y la información al extremo, así que sea por error del juego o por algo que no he conseguido averiguar cómo funciona, mi grupo es de lo más inútil que te puedes echar a la cara.
El juego te invita a reunirlos a tu alrededor para que aprendan cuando vas a hacer algo, por ejemplo acumular ramas para crear una barrera o crear cúmulos de hojas para crear una cama, pero no te dice que eso sólo ocurrirá cuando hayas desbloqueado un puñado de nuevas neuronas de la rama social.
Como en cada paseo en busca de nuevos simios me llevaba a toda la familia, tras recorrer no pocos kilómetros al final acababa buscando un nuevo sitio en el que asentarme en vez de tener que volver al punto inicial y, viendo que lo de las camas no suponía nada, me limitaba a crear la mía para poder acceder a la opción de aparearme o controlar el árbol de habilidades.
Habiendo hecho eso en no pocas ocasiones (encontrar nuevos miembros no es tarea fácil), una de las cosas que más me sorprendía era lo limitado de las acciones y nuevos elementos que encontraba a mi paso. Las hojas que comía al principio eran las mismas que encontraba kilómetros más allá, y lo mismo para las herramientas u opciones de comida adicionales como la miel, cadáveres o rocas esperando a ser levantadas con un palo. Empezaba el tedio.
Repetición, frustración y pocas ideas
Haz crecer tu manada, consigue crías, mejora a tu familia hasta que tengas las mismas crías que nuevas habilidades y vuelve a empezar. Una constante que pronto refleja tener muy pocas novedades y que, a la larga, hace de todo el proceso una continua repetición de acciones y pesadas cinemáticas que también debes adivinar cómo omitir.
A ello se suma la falta de feedback en ciertas acciones. He chocado rocas en innumerables ocasiones esperando dar con la forma de crear algo afilado con lo que atacar o cortar y, después de muchos intentos, una piedra en concreto me mostró de forma visual que algo estaba ocurriendo al realizar esa acción.
Si seguía chocando acabaría partiéndose para dar forma a una piedra con filo y, para mi sorpresa, con las otras ocurría exactamente lo mismo, pero el juego no me estaba dando pistas visuales o sonoras de que así fuese.
Entiendo la intención de hacernos pasar por una experiencia lo más realista posible, pero hacer el juego lo más fiel a la realidad no significa que vaya a ser más divertido y, en este caso, la falta de información te lleva a dejar atrás opciones que tenías ahí desde el principio.
Soy consciente de que los juegos modernos nos llevan cada vez más de la mano, pero debería haber un punto medio entre eso y no explicar absolutamente nada de lo que tienes en pantalla. Puestos a irnos atrás en el tiempo, incluso las aventuras gráficas clásicas nos indicaban que un objeto no podía unirse a otro pese a que tuviésemos que experimentar con todas las posibilidades del inventario.
Pero eh, ahí seguía yo, luchando contra ese viento y marea llamado aburrimiento dispuesto a seguir adelante, a descubrir nuevas tierras y nuevas interacciones que me permitiesen ir un punto más allá. Lástima que Ancestors: The Humankind Odyssey no tuviese las mismas ganas de continuar y evitase seguir poniéndome zanahorias frente al hocico.
De hecho mi aventura termina cuando, tras un bug cíclico, me veo atascado en una pelea con un dientes de sable en la que la cámara va soltando de un miembro a otro.
Me atacan a mí y, como no me da tiempo a preparar el ataque porque está muy cerca, el tigre me daña y mi avatar pasa a ser otro simio cercano, pero como no me da tiempo a preparar el ataque porque está muy cerca, el tigre me daña y mi avatar pasa a ser otro simio cercano, pero como no me da tiempo… Imagino que queda claro cómo la última gota colma el vaso.
La opinión de VidaExtra
Pese a todo lo malo ocurrido durante mis partidas con Ancestors: The Humankind Odyssey, nada me gustaría más que el equipo detrás del juego anunciase un lavado de cara a gran escala que solventase gran parte de sus problemas de ritmo e interacción. Creo sinceramente que algo más de tiempo de desarrollo para implementar algo más de variedad y darle otra vuelta a la idea del HUD sería de grandísima ayuda para muchos de los que lo hemos pillado con ganas.
Hasta entonces, Ancestors: The Humankind Odyssey es lo que es. Una propuesta extravagante capaz de generar interés y tenerte durante varios días rompiéndote los cuernos para que acabes averiguando qué debes hacer a continuación, pero también un juego que se recrea demasiado en ciertos aspectos y que, a la larga, puede hacerse muy cuesta arriba. Más por lento y pesado que por difícil.
Ancestors: The Humankind Odyssey
Plataformas | PC |
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Multijugador | No |
Desarrollador | Panache Digital Games |
Compañía | Private Division |
Lanzamiento | Ya disponible |
Precio | 39,90 euros |
Lo mejor
- Un survival muy original
- Enorme y con decenas de combinaciones por descubrir
- Un escenario inmenso para explorar
Lo peor
- Es excesivamente lento en todos los sentidos
- Acabas repitiendo las mismas acciones una vez tras otra