Crear un paraíso del entretenimiento, ser el mandatario más benevolente de todo el globo o convertir tu país en un infierno flotante. La idea de Tropico 6, como en el resto de la saga, sigue siendo poder enfocar la construcción de una urbe dándote total libertad de decisión y todos los trucos posibles. Sin embargo, que puedas hacer trampas o convertirte en un dictador demente no significa que cualquiera de esos procesos sean más fáciles.
De la mano de Limbic Entertainment nos llega la que, sin duda alguna, es la versión más completa, desafiante y cómoda de la franquicia de Kalypso Media. Cinco años después desde el último título, Tropico 6 demuestra que llegar a la mayoría de edad le ha sentado de fábula a la saga.
El zénit de Tropico 6
Tras estar paseando por el mercado desde que le diesen vida PopTop Software y Take Two en 2001 (año de Max Payne y GTA 3), no sería descabellado pensar que a Tropico se le acabarían las ideas y el hueco para crecer. Al fin y al cabo la premisa no da para extenderse demasiado.
Tú eres El Presidente, el líder de una república bananera que debe dirigir a su pueblo con un margen de maniobra tan amplio como optar por la mejor cara del comunismo o la peor faceta del capitalismo, cuenta en un banco suizo incluida. Desde una óptica humorística, su objetivo siempre ha sido jugar con lo descacharrante, vergonzoso y absurdo que puede llegar a ser la política.
Con facciones lo suficientemente estúpidas para realizar demandas que suponen un tiro en el pie y estrategias que van desde silenciar a tus oponentes hasta manipular resultados electorales, desde una óptica externa puede dar la impresión de que estamos ante un juego de construcción y gestión que, además de no tomarse en serio, no mantiene los pies en el suelo.
Su evolución, en cambio, siempre ha trabajado para conseguir exactamente lo contrario: dotar de un aura de simulación a una locura tan realista que daría miedo de no ser por su tono jocoso. Tropico 6 quiere ser la mejor cara de esa idea y, de la mano de escuetas pero efectivas novedades, consigue convertirse en la entrega definitiva.
Transporte y terreno edificable, sus grandes novedades
La sorpresa más notable de Tropico 6 está en cómo soluciona el que sin duda ha sido el mayor problema de la franquicia desde su concepción. Trabajando desde siempre con islas de un tamaño limitado, era fácil que el final de una partida lo marcase el haberte quedado sin espacio para seguir expandiéndote.
Cambiando eso por archipiélagos, el tener a tu alcance conjuntos de islas sobre los que verte obligado a trabajar, supone crecer de una forma mucho más orgánica y viva. Si a eso le sumamos el cambio de paradigma que ofrece el día a día de la isla, con una ciudadanía mucho más exigente y rencorosa, crear el paraíso perfecto o responder a las demandas de las distintas misiones de su campaña resulta un desafío notablemente más exigente.
No sólo deberás proveer una red de comunicaciones a tu pueblo para que se pueda mover de aquí para allí, algo que soluciona a base de puentes, teleféricos, aparcamientos para los ricos y redes de autobús y metro para los pobres, sino también la necesidad de trabajar entorno a núcleos urbanos concretos.
Que en una isla colocada a tomar por saco de tu punto de partida sea la única zona en la que poder minar recursos o el único punto de fertilidad para tus plantaciones, obliga a trabajar cómo la gente llega allí de forma eficiente, pero también cómo desconecta de su jornada laboral o llega a casa a dormir para poder trabajar con ganas y energía al día siguiente. En el peor de los casos tendrás una fábrica que trabaja a medio gas y una maraña de chabolas a su alrededor.
El pozo de horas casi infinito de Tropico 6
Acabar cubriendo las necesidades de la población es, aunque complicado, un reto mucho más fácil cuando juegas en el modo libre. Es ahí donde menos limitaciones tienes a la hora de crecer a través de las eras disponibles: desde ser una colonia hasta elegir bando en una Guerra Mundial, sobrevivir a una Guerra Fría o mantenerte a flote en una democracia moderna en la que el turismo puede ser tu mayor fuente de beneficios.
Cada una de ellas cuenta con sus propios retos, edificios y facciones y así, lo que al principio supone mantener contenta a la corona y los revolucionarios, tiempo después crece hasta intercambiar esos frentes por militaristas, capitalistas, comunistas, ecologistas y un ejército de -istas a cuál más suicida.
Sin embargo batallar con eso es pecata minuta comparado con el desafío que engloban las distintas misiones de la campaña, cada una con un objetivo distinto y la necesidad de crecer en torno a él. Hacer que tu pueblo se mantenga contento, y partidario de que sigas en el poder, no funciona igual en un mundo en el que debes convertir Tropico en el mayor exponente del comunismo que en otro en el que emular a Willy Wonka con un imperio del chocolate.
A base de restricciones y demandas, puedes encontrarte con archipiélagos completamente ricos en terrenos y la necesidad de convertirlos en un parque temático gigante que atraiga ingentes cantidades de turistas, pero también islas lo suficientemente áridas para que tu única salida sea recurrir a una importación de bienes apoyada en los beneficios que extraes de saquear con tus piratas.
Robar la Torre Eiffel
La Cala de Piratas, un edificio que evoluciona a través de las eras hasta convertirse en un edificio de oficinas plagado de hackers, es otra de las grandes bazas de este Tropico 6. La idea es fantástica, y con ella puedes recurrir al saqueo para conseguir premios en forma de oro o planos de estructuras, pero también ir en busca de materiales que no puedes conseguir y son demasiado caros para importar, buscar náufragos que se muevan entre la calidad y la cantidad o, su principal atractivo, robar a otros países sus maravillas arquitectónicas.
Pero el hecho de tener la Pirámide de Guiza no sólo responde a un logro estético, cada robo esconde una misión secundaria que deberás completar y, su colocación en las islas, aportará beneficios secretos más allá de impulsar la llegada de turistas. La citada, por ejemplo, acelerará el ritmo de nuestros constructores.
La piratería no es la única forma de acceder a beneficios ocultos a simple vista y, de la mano del inversor, podremos utilizar nuestro caudal en una cuenta suiza para hacer menos cuesta arriba ciertos procesos. Comprar planos a precio reducido puede ser una buena opción de cara a mejorar nuestra isla, pero pensar en qué inviertes tu dinero cuando el resto de opciones son mejorar tu imagen de cara a unas elecciones, ganar inmigrantes con estudios o desbloquear leyes sin recurrir a la investigación, obliga a jugar con la vista siempre puesta en el horizonte.
El logro aquí es ofrecer la suficientes herramientas para hacer eso posible y, de una forma u otra, poder darle la vuelta a una situación controvertida. Que tu archipiélago es un sindiós de puentes y carreteras, pues dicta que todos los ciudadanos tengan acceso a vehículos gratuitos. Que tu amado Tropico se ha convertido en el escenario perfecto para una película basada en las Barranquillas, pues un edicto que haga sangrar tu cuenta bancaria en favor de una vivienda digna para tu pueblo.
Un control y margen de gestión exquisito
De nada serviría todo ese abanico de opciones y novedades si pasear por la isla fuese un asunto farragoso o gestionar su día a día un infierno de menús. El mayor logro de Tropico 6 es hacer lo más cómodo posible el navegar por todo lo que ofrece, llevándote de la mano en su justa medida para que la guía suene más a consejos que a demandas.
Comprometerte con tu pueblo en un discurso sobre cómo vas a mejorar el acceso al entretenimiento aprieta pero no ahoga, pudiendo incluso incumplir esa promesa. Lo único que debes tener en cuenta es que los ciudadanos recordarán esa falta en las próximas elecciones y, si a eso le sumas el descontento general, o incluso el hecho de que los hijos de aquellos que encarcelaste en el pasado son los votantes del mañana, puedes verte en apuros incluso en unas elecciones amañadas.
Que el juego quiera hacerte consciente de ello es un regalo en un título en el que, sin un HUD y planteamiento adecuado, sería facilísimo perderse. Buena nota de ello es que, pese a ser algo que hago muy a menudo en los juegos de gestión, nunca he tenido la necesidad de reiniciar una partida de cero para adaptarme mejor a lo que antes no sabía y ahora sí.
Siempre hay hueco para perder la cabeza y verte en una situación comprometida, pero incluso en partidas en las que todo se ha descontrolado y he acabado con una cuenta de ingresos que me recomendaba volver al menú principal y empezar de nuevo, he tenido opciones para centrarme y acabar dándole la vuelta a la situación. Podéis imaginar mi cara de satisfacción al pasar de tener -50.000 dólares a barcos de mercancías ingresando 80.000 dólares con cada llegada a puerto.
La opinión de VidaExtra
Puede que Tropico 6 quede muy lejos de lo que supone llevar un puro en la boca al grito de revolución, pero sí sale victorioso de la difícil tarea de asentar y pulir su base para ofrecer un juego de gestión lo más redondo posible. Por calidad y cantidad de opciones, va a ser difícil que el fan de la franquicia no quiera acercarse a él.
El resto, por otro lado, puede asomarse a un juego que supone el punto de partida perfecto para adentrarse en el género y la saga. Un título cómodo, entretenido y absorbente al que sólo la comparativa en lo que a profundidad se refiere puede llegar a dañarle. Nada por lo que preocuparse teniendo en cuenta que, lo que se propone hacer bien, lo hace casi perfecto.
Tropico 6
Plataformas | PC |
---|---|
Multijugador | Sí |
Desarrollador | Limbic Entertainment |
Compañía | Kalypso Media |
Lanzamiento | Ya disponible |
Precio | 44,99 euros |
Lo mejor
- El cambio a los archipiélagos
- Dificultad adaptada para jugadores noveles
- Gran cantidad y variedad de misiones
Lo peor
- Algunos errores técnicos poco preocupantes
- Se agradecerían más opciones de control y gestión de recursos
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