Hasta 1987, los shooters sobre raíles, como Operation Wolf, contaban con una vista en primera persona y la imposibilidad de manejar al protagonista, tan solo controlar su punto de mira. Eso cambiará con el paso de los años, introduciendo distintas variables, como el pedal para cubrirse en Time Crisis. Pero en 1988 se produjo una pequeña revolución con Cabal, al crear otro subgénero distinto.
En esencia gozaba de una mecánica parecida, al controlar un puntero para disparar, salvo por el detalle de que también controlábamos al personaje con una vista en tercera persona. Sobra decir que tras este trabajo de TAD Corporation surgieron infinidad de imitadores. Hoy queremos rendirle un retro-homenaje.
Un punto de vista diferente para los juegos bélicos
Esa peculiaridad en el control era el punto más atractivo de Cabal, puesto que mezclaba dos estilos y salía bien parado del asunto, al no resultar complicado habituarse a tener que controlar el punto de mira con el mismo stick o cruceta con el que movíamos al protagonista. La diferencia radicaba a la hora de disparar.
Y es que al pulsar el botón de disparo, el personaje se quedaba quieto y movía únicamente el punto de mira; si lo soltaba, el que se movía era el soldado. Un combo de lo más original que en la práctica funcionaba mejor de lo esperado.
A mayores contábamos con un botón para realizar una voltereta, francamente útil para esquivar las balas enemigas, y otro botón para lanzar granadas. Sobra decir que casi todo el escenario se podía destruir para nuestro festín. Porque en esa época resultaba de lo más gratificante, y si no que se lo digan al gran Rampage.
Por poder, hasta podíamos destruir las balas del rival si atinábamos con el punto de mira: daba igual que fuesen balas de rifles de asalto, cañonazos de tanques o dinamita, que había forma de defenderse de esa manera y quedarse como una estatua en un punto sin soltar el gatillo. Para los soldados más valientes, vaya.
Cabal, un clásico de los que nunca se olvidan
Cabal se estructuraba en cinco fases, con cuatro secciones cada una y su correspondiente jefe final. La travesía duraba un suspiro y en la segunda fase quedaba patente que pecaba de repetitivo, al no introducir más tropas enemigas diferentes. Tan solo aportaba frescura en los jefes de cada fase. Y poco más.
Realmente poco importó en su momento, puesto que la frescura venía de parte precisamente de ese estilo diferente a la hora de jugar a un juego de guerra. Y todo ello bajo un toque desenfadado, como quedaba patente con el icónico bailecito al superar cada sector. Hasta tenía en cuenta si había agua para bailar nadando.
Como arcade que era, no faltó el pique por los puntos y conseguir más vidas extra, con la posibilidad de incrementar el número de granadas disparando a los médicos que iban en camilla. O facilitar más si cabe la tarea de destruir el escenario con todos sus enemigos por medio de otras armas de uso limitado.
Vino acompañado de un modo cooperativo para dos personas muy agradecido. Y como es lógico, fue lo que más se disfrutó en sus conversiones caseras. Dos años después, TAD Corporation lanzaría al mercado su sucesor espiritual ambientado en el salvaje Oeste (Blood Bros.), teniendo su réplica por parte de Natsume en 1994 con el inolvidable Wild Guns de SNES. Hasta SNK no perdió la ocasión con NAM-1975 en el año 1990, que parece una actualización del mítico Cabal.
¿Ha aguantado bien el paso del tiempo?
Sí, mejor de lo esperado. Se le notan sus años, es evidente, pero sigue siendo un juego bastante disfrutable ideal para partidas cortas. Por algo Cabal sigue siendo referente para los de su género. Y sus bailes marcaron a toda una generación.
Cabal
Plataformas | Arcade (versión analizada), Amiga 500, Amstrad CPC, ZX Spectrum, NES... |
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Multijugador | Sí, local (dos jugadores) |
Desarrollador | TAD Corporation |
Compañía | Taito |
Lanzamiento | 1988 |
Precio | No disponible |
Lo mejor
- Estilo de juego totalmente original
- Muy divertido destruir el escenario
- El bailecito del final era la bomba
Lo peor
- La música en acción era machacona
- Pecaba de repetitivo con los enemigos
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