'Minecraft' es ya un clásico de nuestra industria, un ejemplo de cómo un juego puede convertirse en viral y cómo esa popularidad puede ayudarle, no sólo a crecer hasta el punto de generar ingentes cantidades de dinero, también a crear escuela. Desde su puesta en marcha hace ya seis años la cantidad de clones que han intentado repetir su éxito ha sido abrumadora, y la llegada de 'Lego Worlds' no es ajena a esa corriente.
Mientras que 'Minecraft' tuvo que ganarse esa fama, con 'Lego Worlds' viene implícita en el nombre, lo que sumado al carisma de sus personajes y el incesante número de juegos de la marca que llevamos tragados, hacen de él un proyecto de superventas realmente impresionante. En Mojang deberían estar temblando, pero no por lo que todos estáis pensando.
Lego Worlds no es Minecraft
'Lego Worlds' no es 'Minecraft', ni siquiera ahora, en su fase más temprana y con todo lo suficientemente simplificado para que tras las primeras partidas alguien como yo tarde mucho tiempo en volver a entrar. El estar en acceso anticipado implica que el juego está en desarrollo, y en este caso incluso me atrevería a decir que en pañales. Sí está ahí todo lo que se pudo ver en el tráiler, mundos generados aleatoriamente, vehículos y herramientas de edición y creación, pero le queda mucho camino por recorrer y, más importante todavía, un objetivo claro.
Si 'Minecraft' era un juego de supervivencia en el que crear estructuras en las que protegerte de la noche, 'Lego Worlds' nace como un juego de exploración en el que poder construir cosas por el mero hecho de juntar ladrillos. Pueden parecer muy similares, que la idea detrás del juego de Lego sea sí o sí intentar rebañarle usuarios al de Mojang, pero sus planteamientos están separados por un abismo y, aunque pueda parecer lo contrario, creo que eso beneficia al juego de TT Games.
'Lego Worlds' juega en una liga mucho más simplificada, una más cercana al genial modo Toy Box de 'Toy Story 3' (lo que luego acabaría siendo 'Disney Infinity' o el inminente 'Lego Dimensions' y sus muñecajos) en la que crear grandes estructuras no implica ir recopilando piezas y amontonarlas una a una, sino tener la idea en la cabeza y plasmarla con una aspiradora que funciona en los dos sentidos en apenas unos minutos.
Entonces, ¿dónde está la gracia?
Empezando una partida en Lego Worlds
Empiezo el juego sin saber muy bien qué puedo esperar de este 'Lego Worlds', así que me dejo guiar por un menú que le provocaría urticaria a cualquier diseñador (Comic Sans incluida) y me muestra un mundo generado aleatoriamente en el que entrar.
Por ahora es el mío, ya que no está implementado el multijugador, así que lanzo mi pequeña exploradora Lego en caída libre hasta caer en un desierto con montañas rocosas que me servirá de tutorial improvisado para aprender cómo funciona todo esto. No tardo en cansarme de un incómodo combo de teclado y ratón y conecto el mando de Xbox One con el que salto, golpeo y puedo interactuar con objetos del escenario.
A los pocos segundos aparece un esqueleto por detrás de una colina y, por si las moscas, primero le pego y después pregunto. Acabar con él hace saltar la primera indicación de que he conseguido algo, un proceso que se repite cada vez que paso junto a otro personaje u objeto y añade al menú que tengo en la parte superior izquierda la opción de comprarlos para utilizarlos en el juego.
Como en cada juego de Lego destrozar objetos te brinda piezas "moneda" con las que pasar por esa limitada tienda, pero lógicamente destrozar una montaña no te va a convertir en rico de la noche a la mañana, sólo flores, cofres y objetos triviales guardan piezas en su interior.
Ir a puñetazo limpio recogiendo monedas puede ser un engorro, así que decido dejar ese tema para luego y me pongo a hacer lo primero que hice en 'Minecraft', lo que más me gustó allí y, parece, lo que más me va a gustar también aquí: explorar.
Más explorar que construir
A escasos metros encuentro un caballo con el que empiezo un galope cuyas animaciones me sorprenden. No es que sea nada del otro mundo, es que esperaba un bloque moviéndose hacia delante y hacia atrás y al dar un giro mi corcel de pelo pardo eleva sus patas y quiebra el cuerpo para recolocarse. Nada, sólo es uno de esos pequeños detalles que consigue llamarme la atención, ya sigo.
Pocos metros avanzando y una cinemática con la cámara bastante descolocada me muestra que he llegado a una nueva zona. La distancia de dibujado del escenario ya me lo mostraba hace unos segundos, pero el juego insiste en mostrarme que donde antes habían cactus y vaqueros ahora hay magos y lava.
Allí, sobre una montaña picuda rodeada de un mar de fuego líquido vislumbro un cofre. Podría haber saltado sobre la lava y escalar encarando el personaje a la pared (una posibilidad que descubrí más tarde), pero la encrucijada me sirvió para probar la herramienta con la que puedes modificar el terreno.
Desde el mismo menú lateral que antes comentábamos escojo la herramienta para terraformar, y en vez de aplanar o reducir el terreno, decido crear un desfiladero que me llevará desde la posición hasta el preciado tesoro. Lo hago en cuestión de segundos, con mi personaje flotando en el aire con su aspiradora mágica y marcando el camino como si de un editor de mapas cualquiera se tratase.
Un potencial enorme y mucho camino por recorrer
En ese primer cofre encuentro una espada que anclar a la mano de mi personaje y con la que aprovecho para liquidar un par de magos que pasaban por allí por el simple hecho de haberme mirado mal. Como ya tengo algunas piezas decido abandonar mi traje de exploradora y me convierto en mago por una simple razón, hay un dragón a escasos metros y me parece que para acercarme a él será mejor ir bien conjuntado.
Temo que me mate de un bocado, pero una vez más aquí todo es mucho más fácil, el dragón no es un creeper, sólo un animal esperando a que me monte en su lomo para empezar a volar mientras escupo bolas de fuego al resto de esqueletos y magos que quedan por debajo.
A lo lejos se aprecia otro cambio de mundo, uno en el que los volcanes dejan hueco a un bosque fantasmagórico en el que encontrar más objetos, vehículos y personajes, como por ejemplo un Conde Drácula que no precisa de dragones porque pulsando un botón se transforma en murciélago para poder cubrir distancias volando. Me explota la cabeza.
Llega el momento de cortar hasta otro día, veo nuevos mundos a lo lejos y seguir avanzando puede conseguir que la hora de la cena se alargue hasta la del desayuno. He encontrado una nueva enfermedad a la que engancharme y lo más preocupante es que aún está en proceso de desarrollo. Ahora 'Lego Worlds' es una simple gripe común, así que no quiero ni pensar en lo que me encontraré cuando haya crecido hasta convertirse en la peste bubónica.
Vídeo con gameplay
Página oficial | Lego Worlds en Steam
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