La habitación del jugón estándar suele ser un lugar inhóspito y lleno de peligros, sobretodo para el que tiene que limpiar semejante leonera. En los rincones se acumulan cables de consolas que jamás volverán a conectarse pero que, de algún modo, decidimos guardar por el valor sentimental.
En la estantería hay algo que el ojo inexperto podría calificar de libros delgaditos, pero que todo jugón sabría reconocer como una colección entera de cajas de videojuegos que acumulan polvo desde aquella primera generación en la que conseguimos la primera consola.
Las paredes siempre con algún póster, la pantalla del ordenador enorme y, gracias a Dios por la bendita tecnología, ese pantallón de 32” pulgadas HD que ocupa mucho, pero menos de lo que ocuparía si fuese de tubo. La cama sigue repleta de revistas que datan desde principios de los noventa. Entonces, ¿dónde demonios duerme el jugón?. Muchos acaban durmiendo en la bañera, arropados con la ya típica colcha de ‘Sonic’, pero otros miran alucinados al futuro y a la “Cama definitiva para el jugón “.
Un artilugio que recibe el nombre de “Cama HiCan” y que integra en un sólo módulo y de forma elegante y funcional, todas las necesidades del ávido jugón actual.
Tal y como veis en las imágenes nos encontramos ante una cama que puede adoptar diversas posturas para disfrutar del montón de gadgets de alta tecnología que incorpora.
Una televisión plana que se eleva desde la parte inferior cuando nosotros lo creemos conveniente, un ordenador central desde el cual podemos regular la iluminación y los paneles laterales que ayudan a conciliar el sueño, navegar por internet o trabajar, todo elementos pensados para el núcleo de la cama. La consola.
Situada en los pies y perfectamente controlada por el mando táctil que encontramos en la cabecera, una consola de última generación (a elegir entre las disponibles) conectada al enorme pantallón y sumada a las comodidades que la cama trae por defecto.
No me digáis que esta no es la cama perfecta para el jugón actual. Eso sí, pese a que en el vídeo se nos enseña como una especie de “cama de lujo” incrustada en una habitación enorme, podría perfectamente encajar en esos pisos pequeños en los que la juventud actual estamos destinados a vivir. Qué malo es el dinero que te hace ver cosas así y no poder comprarlas.
Al menos, debajo de esa cama no se pueden guardar las Micro-manias de gran formato. Lo digo por buscarle algún defecto en comparación a la mía…
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