La sonrisa del fútbol ha vuelto, ha regresado el jugador que tantas alegrías nos dió a los aficionados del deporte rey. Ronaldinho saltará al campo de juego de la Kings League para volver a maravillarnos con sus regates, sus fantasías y con esa forma única de entender el fútbol. Porcinos FC, el equipo de Ibai, contará en sus filas con uno de los mejores jugadores de todos los tiempos y a mí ya comienza a invadirme la nostalgia.
La leyenda de mi generación
Habiendo nacido en 1994, la leyenda de mi generación, aquel jugador que a los de mi época nos debía marcar para siempre tendría que coincidir en el terreno de juego cuando tuviésemos unos 10 años. Zidane era absolutamente magistral, Buffon era el mejor portero del mundo, pero sus apariciones mundiales se habían producido unos años atrás. El que llevaba la corona en cada partido era Ronaldinho.
Jugando en casa de mi primo al Pro Evolution Soccer 2, descubrí que aquello de meter goles virtuales no solo me gustaba, sino que se me daba mejor que hacerlo en la vida real. Mi tía decidió regalar Pro Evolution Soccer 4 para PS2, la más reciente entrega de la saga de Konami en aquellos tiempos, y hablamos de un momento en el que PES dominaba con puño de hierro el género de fútbol. FIFA tenía su tirón, pero nada podía igualarse al realismo que ofrecía el juego que tenía en portada a Thierry Henry, Francesco Totti y Pierluigi Collina.
Ronaldinho no aparecía por ningún lado en la caja del juego; Ronnie había fichado por EA el año anterior y su vínculo promocional con la marca se extendió hasta FIFA 08. A pesar de que las grandes licencias siempre se las adjudicaba FIFA, aquel Pro 4 -soy de la vieja escuela, hoy en día son los PES o eFootball- contaba por primera vez con la Serie A, la Eredivisie y la Liga Española. Se acabó aquello de jugar con el Navarra, el Cataluña y demás variantes. Aquí teníamos desde el Albacete y el PSV hasta titanes como el AC Milan o el Real Madrid. Curiosamente, los estadios no estaban licenciados y el único afincado en España era el Catalonia Stadium.
Lo más llamativo es que Ronaldinho todavía no había sido distinguido con el máximo galardón individual. Había llegado al Barcelona el año anterior de la mano de Joan Laporta, a un conjunto que llevaba varias temporadas sin ser competitivo, eclipsado por el Real Madrid de los Galácticos y que ahora apostaba por la frescura brasileña. El jugador del PSG daba el salto al Camp Nou y maravilló por completo a los culés durante cinco temporadas.
Baila, Ronnie, baila
Aquel Barça estaba repleto de estrellas: Deco, Saviola, Puyol, Víctor Valdés, Márquez, Xavi... un conjunto dirijido por Frank Rijkaard en la vida real que terminaría conquistando el doblete de Liga y UEFA Champions League en la temporada 2005/06. Un año en el que Ronaldinho estuvo inmenso y eso se transmitía a cada instante que tenía el balón en los pies en el Pro 4. Se notaba que era un jugador distinto y para entenderlo hay que tener en cuenta cómo se movían los jugadores en los videojuegos de esos años. Hoy en día en FIFA 23 podemos hacer que Mbappé haga un triple tirabuzón invertido en la dirección que deseemos, pero en 2004 los movimientos eran más limitados.
Cuanto peor fuese el jugador, menos agilidad tendría, un menor número de direcciones podría tomar para moverse y, en consecuencia, menos habilidoso para el regate. Ronaldinho era el polo completamente opuesto; era el jugador con más habilidad del juego, el que podía ejecutar a la perfección una filigrana tan letal como la ruleta y con el que tenía un pequeño desafío nada más comenzar los partidos. Parece que fue hace mucho tiempo, pero antes los saques de centro debían hacerse entre dos jugadores. Si jugabas con el Barça, el balón le quedaba de primeras para Ronaldinho y mi meta era siempre conseguir irme de todo el equipo para meter gol antes de que se cumpliese un minuto de juego. Sabía que él era el único astro con el que podía conseguirlo.
No todo era habilidad con los pies para irse de los rivales. Ronaldinho podía colocar el balón con precisión en carrera, en una falta directa donde era infalible y tenía suficiente potencia en la pierna derecha para enviar un cañonazo a la escuadra. Además, su pierna izquierda no era precisamente de palo. Visión de juego, velocidad endemoniada y una magia que le hacía tener el balón cosido al pie en todo momento.
Y la luz se apagó
Me gocé la Liga Máster, intenté hacer locuras en mitad de los partidos, de los entrenamientos y exprimí hasta la saciedad aquel Pro Evolution Soccer 4. Mi siguiente juego de fútbol fue FIFA 07 para PC y, aunque Ronaldinho había sido galardonado con el Balón de Oro de France Football, su estela se apagaba. Sus destellos de fantasía en el verde eran cada vez más inusuales, pero cuando sucedía te dejaba con la boca abierta. Los videojuegos siempre han maquillado la realidad, otorgando puntuaciones a los jugadores que ya no se corresponden con su rendimiento real. Ojo, como para ir en contra de lo que se veía en el campo cuando había patrocinios por medio. Si apareces en la portada de un juego de fútbol, malas estadísticas no vas a tener.
Los escarceos nocturnos lastraron una carrera que ya era de leyenda, pero que mostró su apogeo máximo en la Ciudad Condal. La luz de Ronaldinho comenzó a palidecer, su paso por el AC Milan ya fue decepcionante y solo volvió a brillar con cierto entusiasmo con aquella Copa Libertadores conquistada con Atlético Mineiro. El factor nostalgia siempre es muy traicionero, pero tan solo hace falta agarrar el mando de PS2 o ver jugadas en YouTube del astro brasileño para tener claro que la memoria no nos falla. Además, en aquel Pro Evolution Soccer 4 aparecía por primera vez un joven canterano del Barcelona, un tal Leo Messi que creo que ha hecho alguna que otra cosa importante en esto del fútbol. Quizás su paso por la Kings League sea decepcionante, pero a poco que toque el balón a nosotros ya nos brillarán los ojos por ver a un ídolo de la infancia.
Fotografía|Darz Mol (CC BY-SA 2.5 ES)