Censura en el mundo del videojuego hemos visto de todas las formas y colores, desde simbología a figuras religiosas o cambiar el color de la sangre hasta tapar escotes virtuales. Pero de todos los ejemplos que te puedas echar a la cara, probablemente ninguno es tan surrealista como el que cambió el tráfico de opio por los yonquis de los plátanos.
Estamos en 1990 y la antigua Square Soft viene de petarlo en Game Boy con el pistoletazo de salida de su SaGa, la serie de juegos inaugurada con la exitosa trilogía de Final Fantasy Legend.
Atrás quedan ya las limitaciones de los primeros Final Fantasy en lo que a posibilidades se refiere. Estamos en una época en la que los equipos creativos empiezan a trastear con lo que será el futuro de la narrativa del mundo del videojuego, y a menudo miran a su propia realidad y a la de su pasado para encontrar inspiración.
Sin embargo, ese periodo en el que el resurgir del videojuego persigue también otro tipo de expansión trae bajo el brazo ciertas limitaciones. Si quieres llegar al mayor número de jugadores posible, por ejemplo, toca atar en corto lo que pueda aparecer o no en tu juego.
Y aunque desde Square van a tope con el lado creativo y sin frenos, en Nintendo apuestan por una óptica menos laxa, especialmente en occidente. Si quieres trabajar con ellos, tienes que ceñirte al plan, y eso implica recortar allí donde sus censores indiquen que se ha ido demasiado lejos.
Adictos a los plátanos
¿Llevar al jugador de Final Fantasy Legend 2 a un pueblo plagado de narcotraficantes de opio es llegar demasiado lejos? Bueno, si te cruzas con mafias del contrabando, adictos a la droga y personajes cuestionando la utilidad de prohibirlas, según Nintendo es pasarse un pelín.
Su política de cero tolerancia con historias que se pasen de frenada en lo que respecta a violencia, alcohol y drogas, obligó al equipo de localización de Final Fantasy Legend 2 a modificar toda la trama de uno de los planos que visitábamos en el juego, pero lejos de amedrentarse alguien decidió optar por la vía creativa.
Con la intención de facilitar el proceso de localización y de paso tirar un dardo a Nintendo, el único cambio que se produjo fue cambiar el opio por plátanos, provocando así una surrealista situación en la que algunos NPC se cuestionaban ante el jugador la legalidad del mercado de bananas.
Quienes se acercaron al juego sin saberlo se encontraron con una situación que, lejos de reflejar la crudeza que buscaba la obra original, había entrado por completo en el terreno de la parodia.
La censura había destrozado parte de la trama y, aunque no fue la gota que colmó el vaso, sí se convirtió en uno de los pequeños empujones que acabaría consiguiendo que Final Fantasy abandonase el paraguas de Nintendo para caer en brazos de PlayStation.
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