Análisis de For Honor: innovación, diversión y frustración a partes iguales

Análisis de For Honor: innovación, diversión y frustración a partes iguales

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Análisis de For Honor: innovación, diversión y frustración a partes iguales

¿Recuerdas cuando te quejaste por quincuagésima vez de que todos los juegos triple A estaban cortados por el mismo patrón y con sus multijugadores pasaba tres cuartos de lo mismo? Yo también, así que sólo por intentar ir un paso más allá, ‘For Honor’ tiene mi bendición.

Tras ese primer abrazo viene, sin embargo, el guantazo. Primero el de no haberme fiado de él hasta ponerme a los mandos. Segundo el que se han pegado los desarrolladores al alcanzar un reconocimiento que sus servidores a duras penas son capaces de aguantar.

Innovación y frustración

Tras 10 días acercándome al juego en sesiones que han ido desde los maratones a altas horas de la madrugada hasta las conexiones esporádicas para echar un par de partidas, ‘For Honor’ me ha hecho pasar por todos los estados de ánimo posibles.

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He experimentado emoción al descubrir que su campaña era algo más que un simple añadido, tensión al cruzarme con combatientes frente a los que necesitaba un botón para quitarme el sombrero, euforia al conseguir liquidar a dos enemigos que me tenían acorralado y sin opciones, rabia al ver cómo a algunos jugadores lo de jugar con honor se la sopla fuertísimo.

Es precisamente ahí, en ese último e incontrolable punto, donde ‘For Honor’ siempre navega entre la genialidad y la frustración. Podría decirse que es algo propio de cualquier otro multijugador, que en un FPS siempre habrá algún campero guarro esperando tras una esquina, que en un juego de coches siempre estará el loco que va chocándose con todos para intentar echarlos de la pista, pero debo reconocer que con los jugadores del título de Ubisoft me he cabreado como hacía mucho tiempo que no hacía.

Gente que sale corriendo como pollo sin cabeza cuando las cosas se ponen feas, o equipos de jugadores que van uno pegado al otro persiguiendo enemigos, son probablemente los más molestos. Tal vez por eso, cuando te encuentras una partida con gente que quiere jugar según la lógica del juego, y no me quiero poner melodramático aquí porque es algo que ocurre más de lo que podrías imaginar, ‘For Honor’ se disfruta enormemente.

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Un sistema de combate ejemplar

La clave, por encima de todo lo demás, está en presentar un sistema de combate con una base tremendamente simple pero igual de profunda en su ejecución. Manteniendo pulsado L2/LT nos centramos en un enemigo y nos ponemos en guardia. A partir de ahí tenemos tres opciones de defensa o ataque que controlamos con el stick derecho que aparecen representados en pantalla de la forma más clara posible: izquierda, derecha o arriba.

Vemos nuestra dirección, que también se traduce en la pose del personaje, y vemos la del contrario, por lo que el truco está en saber dar un golpe en una dirección que él no esté defendiendo y recibirlo en la misma para frenar el suyo.

Como decía, simple a más no poder, una razón más que suficiente para que cualquiera pueda acercarse al juego sin demasiados miedos. La lucha real, en cambio, requiere bastante más atención. Podremos esquivar para no tener que lidiar con los segundos que perdemos defendiendo y aprovechar que él no puede atacar, podemos hacer parry atacando en el momento justo para desestabilizar al oponente, podemos fintar ataques para intentar engañar y, como no podía ser de otra forma, también tenemos a nuestra disposición distintos combos a base de realizar ataques flojos y rápidos o lentos y poderosos.

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Leer los combates de ‘For Honor’ es aparentemente fácil hasta que empiezas a cruzarte con combatientes que pueden esconder su dirección de ataque en pos de menor daño, o combos que son capaces de romper tu defensa y requieren esquivar con rapidez. No hay enemigo imposible de vencer, ni siquiera si esa regla incluye más de un contrario arrinconándote contra una pared, pero se precisa práctica y nervios de acero para dominar el juego.

Diversión con las patas muy cortas

Hasta aquí todo bien. Mejor que bien, diría yo, pero el problema es que más allá de lo divertido de su sistema, sus opciones para explotarlo son escasas. Además de una campaña notable que podemos superar en solitario o en cooperativo (de ella hablamos largo y tendido aquí), su multijugador se reduce a dos estilos muy marcados.

Uno es el de los encuentros en solitario o por parejas contra enemigos de la IA o el matchmaking. Combates en los que todo se reduce a sacar lo mejor de tu habilidad para superar al contrario antes de que él lo haga contigo. Es, en esencia, la mejor forma de disfrutar de su sistema de combate. No hay hueco para artimañas o tonterías, sólo luchas de espadas, hachas o dagas jugador contra jugador.

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La otra, más interesante pero bastante más descompensada, es la del modo dominio. En él contamos con tres zonas a capturar, una de ellas apoyada por esbirros al más puro estilo MOBA que son los que se encargarán de tomarla si les abrimos camino.

Es aquí donde se cede hueco a una mayor experimentación gracias a poder utilizar los poderes y accesorios que vamos desbloqueando para cada héroe y que irán modificando estadísticas como longitud de lanzamiento o recuperación de vida tras realizar una ejecución. Divertido es, pero no habiendo muchas más opciones y dependiendo el disfrute de la partida del honor que pongan sobre la mesa tanto tus compañeros como los contrarios, el margen de enganche se nos queda algo ajustado.

La opinión de VidaExtra

Como decía al principio, el mero hecho de presentarnos una propuesta innovadora y divertida ya es más que suficiente para darle una oportunidad a ‘For Honor’. Sin embargo es uno de esos juegos a los que desearle toda la suerte del mundo para que algún día goce de una secuela y, ahí ya sí, ver cómo el juego crece hasta lo que desde el principio, con algo de confianza sobre sus posibilidades, debería haber sido.

No hay duda alguna sobre sus posibilidades a largo plazo, cuando la maquinaria de Ubisoft que ya revitalizó juegos como ‘Rainbow Six Siege’ se ponga en marcha y nuevos héroes y retos se añadan a su jugabilidad inicial. Con eso en mente, el salto al vacío que ahora propone ‘For Honor’ parece menos peligroso, pero no negaré que el tema de construir un juego a largo plazo puede convertirse fácilmente en vicio y creo que no es algo que debamos apoyar sin más.

A favor

  • Una campaña muy divertida
  • Los combates contra otros jugadores y su épica
  • Curva de progreso muy bien medida

En contra

  • La falta de más modos puede hacerlo repetitivo
  • Problemas puntuales de conexión
  • Decisiones de diseño poco acertadas en los menús
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