Análisis de Reigns: Her Majesty, una reina contra todos

Análisis de Reigns: Her Majesty, una reina contra todos

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Análisis de Reigns: Her Majesty, una reina contra todos

Casi da vértigo imaginarte en la situación de tener que desarrollar una secuela de 'Reigns'; ya no solo por lo innovador de su propuesta sino por la mera idea de que sus mecánicas eran tan sencillas pero efectivas a la vez que parece casi imposible iterar posivamente sobre ellas.

Sin embargo los de Nerial, con ayuda de la distribuidora Devolver Digital, se han propuesto superarse a sí mismos con una nueva obra llamada 'Reigns: Her Majesty'. En ella nos ponemos en la piel de una especie de alma errante condenada a sentarse eternamente en el trono de un estado absurdo, irreverente y caótico.

Reencarnación a reencarnación, nuestra misión -como en 'Reigns'- sigue siendo la de deslizar a izquierda o derecha para tomar decisiones que mantengan estables los cuatro poderes -Iglesia, Pueblo, Ejército y Tesoro- con la diferencia de que ahora nuestro reino ha avanzado temporal, social, cultural y tecnológicamente con respecto al del primer juego.

Muertes Reigns Her Majesty

Podría pensarse que 'Reigns: Her Majesty' valdía como una mera actualización, un añadido sin mucha chicha, pero en realidad se trata de una nueva entrega que, sin reinventar nada, contiene las suficientes innovaciones como para funcionar como juego independiente.

Reigns: Her Majesty, necesaria mirada femenina

Una de las principales diferencias que nos encontramos en este nuevo videojuego es que ya no somos los protagonistas únicos de la trama, sino que pasamos a tener un papel secundario ensombrecido por un rey inútil, sobrevalorado, que no interfiere en nuestra partida más que para echar por tierra alguna de nuestras decisiones.

Es aquí donde 'Reigns: Her Majesty' se presenta como una obra crítica con el patriarcado: le quita al jugador la libertad absoluta que tenía en el primer juego sólo por el hecho de que la protagonista, ahora, es una mujer. Hay decisiones (obviamente, de eso va el juego), pero no faltan burlas y críticas cuando la reina quiere tomar partido en discusiones que supuestamente no le corresponden.

Hay una marcada perspectiva femenina desde la que se tocan problemáticas de género sin abandonar el humor propio de la serie, y esa perspectiva existe (y me atrevería a decir que está bastante bien llevada) gracias a que el diseño narrativo de 'Reigns: Her Majesty' ha corrido a cargo de la periodista y escritora Leigh Alexander.

Machismo En Reigns Her Majesty

Gracias a la influencia de la narrative designer podemos escoger por una amplia variedad de opciones que demuestran que a la reina a la que encarnamos una y otra vez no se encuentra demasiado a gusto con su invisibilización. Hay muchas decisiones para demostrar ese descontento, de hecho es más fácil tomar una postura rebelde que una complaciente con el sistema.

Se agradece esta aproximación femenina a un estilo de juego que tradicionalmente ha mantenido una errónea perspectiva masculina bajo el convencimiento de que así, desde una predeterminada tabula rasa equidistante, neutral y sobre todo masculina, es como debe abordarse un juego de rol en el que el jugador posee libertad de acción.

Pero 'Reigns: Her Majesty', como su predecesor, acusan cierta falta de sensación rolera: al final no juegas para tomar las decisiones como tú querrías tomar como monarca, sino para que los cuatro pilares de la sociedad no se desestabilicen lo suficiente como para acabar muerto o desterrado.

Nuevas mecánicas, más control

Parece que para intentar solucionar eso en esta nueva edición los creadores han querido corregir la aleatoriedad del juego original dándole al jugador nuevas mecánicas que ayudan a mantener vivas las partidas durante más tiempo.

Lo que más destaca dentro de las novedades de la jugabilidad es el inventario; ahora podemos usar una serie de objetos (hasta cinco a la vez) que tienen un papel concreto dentro de la trama y que sólo funcionarán con ciertos personajes y/o escenarios. Gracias a ellos podemos desbloquear nuevas líneas argumentales, librarnos de la muerte o conseguir un fallecimiento precoz si no los utilizamos con cabeza.

Así se le puede sacar más partido a cada reencarnación, no porque duren más, sino porque tienes más control sobre tus actos y te puedes permitir indagar en la trama que vertebra al juego sin tener que esperar a que te toque una carta concreta por suerte, como ocurría en 'Reigns'.

Volviendo a tomar como inspiración los combates de insultos de 'Monkey Island', en 'Reigns: Her Majesty' vuelven los duelos en los que no vencen los más fuertes sino los más locuaces: se cambian los estoques del primer juego por pistolas de duelo, y las respuestas ingeniosas por acertijos que resolver. Quien responda en el momento justo, gana. Así de fácil.

Duelo Reigns Her Majesty

Y tampoco falta en esta secuela la subtrama paranormal que justifica la infinita reencarnación del alma de la reina, una línea mucho más accesible y clara que la de 'Reigns', con un lenguaje menos abstracto y un personaje principal -la Madre del Todo- con más fuerza y personalidad que el Diablo de la primera entrega.

La opinión de VidaExtra

Con respecto a todo lo demás, 'Reigns: Her Majesty' sigue manteniendo todo lo que hizo bueno al primer juego: su coqueto minimalismo artístico casa a la perfección con la sencillez de su mecánica principal, al mismo tiempo que es el complemento perfecto del humor tontorrón pero adulto del que hacen gala sus conversaciones.

Se podría decir que con esta entrega los de Nerial han conseguido mejorar un juego que en principio parecía difícil de mejorar. Si 'Reigns' era una parodia de la vida monárquica, su secuela hace lo propio con la invisibilización de la figura de la reina y planta al jugador en una decisión casi secundaria desde la que podrá transigir o plantarle cara a las obligaciones del sistema establecido.

'Reigns: Her Majesty' es la excusa que necesitábamos todos los que le hemos dado ya varias vueltas a la línea temporal del primer juego. Un reencuentro con una propuesta que atrapa por la sencillez de sus mecánicas y el carisma de su argumento. Y atrapados estaremos aquí, deslizando a derecha e izquierda, hasta que a los desarrolladores se les ocurra otra vuelta de tuerca a esta especie de Tinder medieval.

A favor

  • Consigue mejorar, con muy poco, la fórmula de su predecesor.
  • El punto de vista de Leigh Alexander es muy necesario.
  • Su humor, su sencillez y su diseño artístico hacen que sea muy difícil dejar de jugar.

En contra

  • En algún momento puede volverse repetitivo, como le acabó ocurriendo a 'Reigns'.
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