Análisis de Donut County, el heredero de Katamari es un agujero en el suelo capaz de tragarse un rascacielos

Análisis de Donut County, el heredero de Katamari es un agujero en el suelo capaz de tragarse un rascacielos

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Análisis de Donut County, el heredero de Katamari es un agujero en el suelo capaz de tragarse un rascacielos

No recuerdo en qué momento descubrí la saga ‘Katamari’, pero desde que probé la primera entrega para PS2 quedé profundamente enamorado de aquella idea de crear una bola que cada vez fuese más grande a base de ir recogiendo piezas de distintos tamaños, empezando por simples clips y acabando con galaxias enteras.

‘Donut County’ me recordó a aquella sensación desde que vi su primer vídeo. Cambiaba la bola por un agujero en el suelo, pero parecía mantener ese espíritu guasón y desenfadado que caracterizaba al juego de Keita Takahashi. Conociendo la trayectoria de Ben Esposito y el buen ojo de Annapurna, sabía que me iba a lanzar de cabeza a por él cuando llegase al mercado. Y así ha sido.

De chiste de la industria a excelente idea

Nacido de una Gamejam basada en tuits de Peter Molydeux, esa cuenta parodia del mítico Molyneux que lleva las ideas del controvertido diseñador al extremo, ‘Donut County’ nos traslada a una ciudad que ha acabado controlada por mapaches y, en concreto, uno de ellos se las ha apañado para destrozar las vidas y viviendas de media comunidad.

A través de una aplicación, el simpático animalejo envía agujeros en el suelo cuando lo que le pide el cliente son donuts de la tienda que regenta. Moviéndolo por el escenario, el hoyo va absorbiendo todo lo que queda a su merced, haciéndose cada vez más grande con cada nueva adquisición.

Lo que empieza con un puñado de briznas de hierba, de repente deja hueco para objetos más grandes. Primero un ladrillo, luego una caja, tras ello un pedrusco, y así sucesivamente hasta ser lo suficientemente grande como para tragarse una granja de pollos entera. Por descontado también con los pobres desgraciados que pululan por allí.

Si bien los primeros agujeros se centran en ese suma y sigue a base de objetos, pronto empieza a jugar con los puzles. El hoyo se traga una palanca que activa un mecanismo, se llena de sopa y tienes que aliñarla antes de dársela a beber a un pájaro, a falta de más objetos buenos son dos conejos que se hinchen a crear conejitos dentro del hueco para que este crezca hasta límites insospechados... Todo lo que pueda profundizar en ello está cerca de ser spoiler, pero creedme cuando os digo que hay planteamientos muy originales en 'Donut County'.

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Donut County, un puzle para enmarcar

Sólo algunas secciones de la historia (que probablemente sean más cómodas en pantalla táctil que con mando) se me atragantan un poco. El resto es gozar de las mecánicas y las ideas que se van planteando poco a poco en cada escenario, mostrando formas tan divertidas como originales de aprovechar la idea del agujero y generando situaciones que no sólo consiguen encandilarme a mí, también a los dos críos que tengo embobados jugando conmigo pese a no entender la mayoría de los chistes.

Pero pese al entusiasmo inicial y cómo se mantiene durante gran parte de la partida, no tardo en descubrir que no todo van a ser alegrías. De hecho, soy consciente de ello casi antes de empezar. La culpa está en los 11,99 euros que cuesta el juego y suponen el primer varapalo. No por creer que es caro, todo lo contrario.

Aunque soy de los que consideran que relacionar precio con horas o calidad es absurdo, al fin y al cabo un juego es bueno o malo cueste lo que cueste, sí soy consciente de cómo las compañías utilizan el margen para ahorrarse posibles quejas sobre esa estúpida lucha.

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No andaba desencaminado en absoluto. Si ‘Donut County’ peca de algo es de ser muy corto. No es que eso sea un problema per sé, por suerte o por desgracia también soy de los que opinan que un juego dura lo que tiene que durar y alargarlo innecesariamente sería contraproducente, pero en este caso es imposible no quedarse con ganas de más. Da la sensación de que la mayoría de ideas están sin explotar, que el juego podría aguantar el tirón varias horas más sin despeinarse, pero en vez de eso está la nada más absoluta.

La opinión de VidaExtra

Dudando que sea por escasez de originalidad, la última pantalla ya deja muy claro que pasadas dos horas y pico esto está cerca de acabar y me sabe realmente mal. Quiero más, mucho más, sobre todo si el nivel se mantiene como en el penúltimo nivel, pero lo que me encuentro son unos títulos de crédito que despiertan más rabia que ganas de aplaudir.

Y lo que peor me sabe es que se merece que choque las palmas de las manos, o al menos lo ha hecho durante todo el trayecto, pero lo que prometía ser un viaje a Disneyland acaba siendo una visita al dentista, y la emoción generada durante el paseo se esfuma cuando llego al destino final.

Me lo he pasado en grande con él y es más que suficiente para recomendárselo a cualquiera que me pregunte por el juego, pero no puedo evitar pensar en lo mucho que me habría gustado que ‘Donut County’ fuese una experiencia 10 veces más ambiciosa de lo que ha acabado siendo.

A favor

  • El humor que desborda en historia y mecánicas
  • Cada nivel intenta reinventarse con nuevas ideas
  • Es divertidísimo y muy original

En contra

  • Es excesivamente corto
  • Da la sensación de que no aprovecha todas las ideas que tiene
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