Hemos jugado a Carrion, el sangriento metroidvania en el que nosotros somos el monstruo que desayuna héroes

Hemos jugado a Carrion, el sangriento metroidvania en el que nosotros somos el monstruo que desayuna héroes

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El exquisito ojo de Devolver vuelve a dar sus frutos con Carrion, un metroidvania en el que controlamos un monstruo que es todo masa, fauces y tentáculos. Lo que a ojos de los guardias y trabajadores de la instalación por la que nos movemos sería un juego de terror, para nosotros es una formidable y visceral sangría en la que el sigilo y los ataques por sorpresa pasan de lo aburrido a lo satisfactorio.

Ya entregó muy buenas sensaciones cuando se mostró en vídeo, al fin y al cabo es una de las pocas veces en las que nosotros podemos ser el cazador en vez de la presa en un juego así, pero a los mandos ha resultado ser una fantástica sorpresa.

Carrion: una fantástica sorpresa

Tras la ilusión inicial tras ver Carrion por primera vez, lo único que no podía quitarme de la cabeza era cómo narices iba a controlarse un juego así. Hablamos de una masa deforme que se desplazan enganchándose a las paredes, el suelo y el techo, que se cuela por conductos de ventilación y se transforma en un líquido viscoso en contacto con el agua.

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A nivel visual es espectacular cómo los tentáculos van agarrándose a todo lo que pillan, pero lo cierto es que a nivel jugable es igual de fascinante. En realidad te mueves de una forma bastante orgánica, pegado a una pared y pulsando hacia arriba el bicho empezará a trepar, pero la animación de cómo se va agarrando a  todo te hace creer que es mucho más complejo.

Es un juego normal en el que, a ojos de quienes no están jugando, parece algo complicadísimo de controlar. Una sensación fantástica que también se traduce en cómo el monstruo ataca, zarandea y devora todo lo que se encuentra a su paso. Una realidad tan simple como apuntar hacia dónde dirigimos el tentáculo de ataque con el joystick derecho mientras agarramos con el gatillo.

Ya sea para coger un objeto y lanzarlo a un enemigo, para romper una rejilla de ventilación por la que colarnos o para abrir una puerta, Carrion es uno de esos juegos que pide a gritos llegar a él con se de destrucción. Y cumple. Vaya si cumple.

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Sigilo y destrucción también son compatibles

Para complicar un poco las cosas y que movernos entre sala y sala no sea un paseo, los soldados que custodian la base en la que nos encontramos van lo suficientemente bien armados para que un par de tiros nos manden a la lona. La estrategia es tirar de sigilo para, por ejemplo, hacer ruido en un lado del escenario y luego destrozarlos por la espalda sin posibilidad de defenderse.

Manteniendo el gatillo pulsado el tentáculo irá acercando poco a poco la presa a las fauces del bicho, destrozándolo en el proceso y consiguiendo que la masa se vuelva cada vez más grande. Eso supone ser más fuertes al enfrentarnos a los disparos en el siguiente enfrentamiento, pero también más dificultad a la hora de mantenernos escondidos y evitar los ataques.

Pronto empiezan a presentarse contrincantes más duros: drones que disparan a distancia, soldados que se protegen con barreras impenetrables… Es fácil cogerles el truco, pero si empieza poniendo tantas trabas tan pronto será interesante ver cómo siguen rizando el rizo conforme avance la aventura.

Consiguiendo nuevos poderes como ataques a distancia o la posibilidad de romper objetos que antes eran impenetrables, Carrion sigue sumando razones para no perderlo de vista hasta su lanzamiento en algún momento de este 2020. Lo esperamos con ganas.

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