Mi pesadilla con Cyberpunk 2077 se ha cumplido: el RPG ha hecho añicos mi fantasía de roleo

Mi pesadilla con Cyberpunk 2077 se ha cumplido: el RPG ha hecho añicos mi fantasía de roleo

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Cyberpunk2077

Hace ya unas semanas que no pisaba Night City, como si una resaca infinita me recorriese el cuerpo para impedirme volver. No es para menos, pues la última vez que me puse a los mandos de Cyberpunk 2077 terminé moribundo en el vertedero de la ciudad y con Johnny Silverhand asomando cual fantasma de la Navidad pasada. Hay que enderezar el rumbo de nuevo, porque ahora sí que he tocado fondo del todo.

Un momento, ¿qué?

Que un antiguo terrorista esté tocando las narices cada dos por tres no es mi plan predilecto para despertar, pero se que ni el Relic ni Silverhand ofrecen concesiones. Me muero por culpa de un parásito cibernético que no me puedo quitar de la cabeza, así que tengo que recurrir a cualquier ayuda que se me presente. Takemura es el principal hilo del que tirar; no es normal que alguien venga a recoger un cadáver de entre la basura.

Mientras voy al punto de reunión veo en las noticias que Lucius Rhyne, el alcalde, ha muerto en paz. Sutil forma de disimular lo que imagino que habrá sido un asesinato planificado, pero no tengo pruebas. Lo que tengo claro es que Walter Holt y Jefferson Perales se las van a ver en las elecciones, por lo cual estoy genuinamente interesado. Lo que sí que no me esperaba es la llamada de la madre de Jackie. Demonios, pensaba que su muerte era agua pasada y no quiero volver a plantearme dilemas morales.

Quiero ceñirme al rol de personaje que he creado, un Corpo despiadado al que no le importa lo más mínimo pisotear. Le digo que no sé si iré al entierro, al menos mantengo la duda presente con el icono en el mapa. Me siento con Takemura y entiendo sus motivaciones para acusar a Yorinobu de parricidio, pero pretende que me crea que hay gente en Arasaka que quieren que la empresa crezca de forma estable. Una caterva de personas que el único sentimiento que conocen es la ambición; he salido de ahí dentro, sé lo que digo. Lo peor es que no me puedo permitir el lujo, por ahora, de no jugar sus cartas, así que accedo a reunirme con gente neutral para contarles lo que pasó en el Nakatomi Plaza.

Tras aparecer Johnny otra vez para dar la monserga, decido que mi siguiente objetivo debe ser averiguar qué diantres ha pasado con Evelyn. Se suponía que teníamos un trato para darle para el pelo a Dex -ahora lo único que da es mal olor su cuerpo- y nadie sabe donde está. Comprensible, por otra parte; yo también hubiese puesto pies en polvorsa en cuanto Arasaka decidiese lanzar todo su arsenal contra mí. La otra opción era Anders Hellman, el ingeniero del Relic, pero eso será un asunto a atender más tarde.

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He aquí una de esas decisiones de roleo que quiero que un RPG tan profundo me acepte. Pasé de la madre de Jackie, más o menos, y quiero hacer lo mismo con Judy, la experta en neurodanzas del Lizzie's. Le sonsaco que Evelyn seguramente se haya escondido en su antiguo burdel y me suplica que si encuentro a Evelyn le llame y le diga dónde está. Una vez más, escojo no rechazarla del todo, pero desde luego que no le doy una respuesta afirmativa. Pase lo que pase en Clouds, la elección debe ser mía y yo tengo que sufrir las consecuencias.

Placer siniestro

Clouds es uno de los lugares más singulares de todo Cyberpunk 2077. No solo porque es el equivalente a ir a un prostíbulo, sino porque sus métodos no son convencionales. Las muñecas ven cómo se les introduce un perfil personal del cliente, lavándoles el cerebro para adecuarse a los deseos del mismo y no recordando nada una vez la cita termina. Un trato que puede parecer justo, pero que conlleva el riesgo de que el sistema interno falle y todas se vayan al mismísimo carajo.

Eso no es lo peor. Lo peor es que al coger mi coche un Delamain choca con él y lo manda a freír espárragos. Lo trágico es que mi rol es el de una persona que no se mancha las manos directamente a menos que sea imprescindible, lo cual me impide robar coches por la fuerza. Sí, he estado jugando un par de horas corriendo por las calles, pero al menos he mejorado mis atributos físicos. En el camino comienzo a estrechar lazos con Silverhand, el cual quiere destruir Arasaka, pero parece dispuesto a hacerlo sin poner pegas a su supervivencia. Yo no me quejo, desde luego.

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Skye es la muñeca que escojo y hay que reconocer que el programa está bien hecho. Me lleva por donde quiere con sus conversaciones, termino acurrucado junto a ella y me anima a ir a por todas a conquistar Night City. Tras un par de hackeos y fisgoneos contacto con el proxeneta, el Leñador. El tipo confiesa que un netrunner superó las defensas de Clouds y ahora Evelyn es realmente eso, una muñeca. No la ha mandado a reciclar de milagro y dice que un matasanos llamado Dedos es el que me dará respuestas. Evidentemente, decido no decirle nada a Judy, es una tarea opcional de la que paso olímpicamente.

Bombilla encendida

Una llamada más de Takemura me pone alerta, asegurando que quiere que nos reunamos con un viejo amigo, pero yo ya no sé si estoy siendo demasiado paranoico. No me fio ni de mi sombra y aún por encima solo pienso en traicionar a todo el mundo. Llegando a la clínica del malnacido de Dedos surge la decisión de diseño que más me ha gustado hasta ahora de Cyberpunk 2077. Tres matones custodian la puerta y no son precisamente los tipos más amables del lugar. Debido a que yo no me dejo llevar por la violencia, pero tampoco me dejo vacilar fácilmente, tengo un grave problema a la hora de entrar.

Si quiero pasar, puedo hacerlo a costa de insultarles para luego pedirles disculpas. No me pienso arrastrar de semejante forma ante basura de este calibre, por lo que todo apunta a que estoy en un callejón sin salida, literalmente. Reinicio partida varias veces, pruebo diferentes aproximaciones y no encuentro la vía... hasta que miro hacia arriba. ¿Será posible ir por la cornisa, hackear la ventana y entrar delante de sus narices? La madre que me trajo, se puede y sonrío de forma pícara.

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Lo que no me hace ninguna gracia no es lo que le está haciendo Dedos a una joven, sino que nada más pisar el suelo de la habitación aparece Judy. No la habia llamado, era algo opcional, no puede saber donde estoy, ni aparecer de golpe. ¿Para qué me dejas llamarla o no si va a aparecer de todas formas? Me ha fastidiado y sorprendido a partes iguales y no entiendo que CD Projekt se marque una metedura de pata de este estilo. Independientemente de mandar por el sumidero mi fantasía de roleo, apenas descubro nada.

Hay un finísimo hilo del que tirar llamado NeuroX, que no es otra cosa más que contenido pornográfico de lo más extremo. Una suerte de Deep Web donde encontrarnos neurodanzas macabras. Ese es un capítulo que comprobaré más tarde y esta vez no iré a pata. Me he comprado un Archer Quartz EC-L R275 por 31.000 edis. No es el coche de mis sueños, pero al menos no falla a las primeras de cambio.

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