Las Ordalías ha sido el reto más duro de Final Fantasy XVI con el que me he topado y mis manos han acabado pagando las consecuencias

Las Ordalías ha sido el reto más duro de Final Fantasy XVI con el que me he topado y mis manos han acabado pagando las consecuencias

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Final Fantasy Xvi 01

El grado de satisfacción que me dejó Final Fantasy XVI al finalizarlo fue descomunal, porque durante las más de 40 horas que estuve a los mandos disfruté de una experiencia simplemente inolvidable. Las batallas contra los Eikons me dejaron pasmado, no paraba de tararear las melodías de su banda sonora y me encantó la relación entre los diferentes personajes.

Aun así, aunque acabe con un espléndido sabor de boca, lo cierto es que me quedé con ganas de más. Sabiendo que hay un modo New Game Plus, tenía la excusa perfecta para rejugar toda la aventura de principio a fin y de paso afrontar un reto claramente superior al que me había encontrado hasta ese momento.

Sin embargo, no quería dar el salto sin llevar a cabo primero otras tareas. Mi intención es la de ir a por el platino del juego, lo que supone completar la historia en este nuevo modo, pero también debía de superar todos y cada uno de los desafíos de las Ordalías, algo a lo que no había prestado mucha atención y que después de unas horas en ellas provocaron que mis manos terminaran agarrotadas.

En la búsqueda de los Cronolitos

Durante los primeros compases es fácil llegar a encontrarse con algún Cronolito, una especie de piedras gigantes con símbolos que permanecen iluminadas al acercarse a su ubicación, aunque de primeras no se puede hacer absolutamente nada con ellas hasta que haya avanzado lo suficiente en la trama. La verdad es que tampoco les presté demasiada atención por eso mismo.

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Sin embargo, para obtener el trofeo del platino es indispensable superar todos y cada uno de los retos que proponen los Cronolitos, los cuales conceden el acceso a las llamadas Ordalías. El motivo se debe a que al completar una de ellas se desbloquea el trofeo “A contrarreloj” y finalizarlas todas servirá para recibir el Tapiz del Círculo de Malia, un objeto que forma parte de la colección del trofeo “Recuerdos de una vida”.

Por lo tanto, no me quedaban más narices que adentrarme en ellas, pero no lo que me esperaba en ese momento es que iba a sudar la gota gorda para superarlas, y no solo por el calor que está haciendo en esta época, que también. Es entonces cuando descubrí cuál era el objetivo de estos desafíos, el cual a priori no me daba la impresión de que fuese muy complicado.

Básicamente consiste en aprender a dominar a la fuerza las habilidades de cada uno de los diferentes Eikons, ya que al entrar en cada una de las Ordalías estás obligado a utilizar un poder en concreto y nada más. Además, hay que superar un total de cuatro fases, teniendo que enfrentarse en las tres primeras a un total de tres oleadas por cada fase, lo que hace un total de nueve combates antes de plantar cara a un jefe final.

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Y ahí no queda todo, porque lo más importante de todo es que hay que acabar con todos los adversarios antes de que se agote el tiempo. Es ahí donde entra el factor clave, porque el usar las habilidades de forma adecuada, esquivar perfectamente los golpes, realizar poderosos combos y mucho más servirá para aumentar más todavía el tiempo del cronómetro.

Machacando el mando para hacer derrotar a las oleadas de monstruos

Con la primera Ordalía que me topé fue la del Fénix y la verdad es que no me causó muchos problemas. Desde el principio hasta el final de la aventura principal fue el único poder de todos que no me lo quité en ningún momento, por lo que ya estaba muy familiarizado con los diferentes ataques, aparte de que los tenía potenciados al máximo para así causar más daño de lo normal.

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No obstante, tampoco hay que confiarse demasiado, porque entre las criaturas que van apareciendo hay algunos élites y en ningún momento se puede hacer uso de pociones, así que es indispensable pensar bien cada ataque y esquivar correctamente los impactos para no llegar demasiado apurado con la vida en el enfrentamiento final. De hecho, en uno de los intentos de una de las Ordalías acabé fallando por eso mismo.

Por otro lado, estaba preocupado de que algunas de las siete a completar me iban a costar demasiado, porque al final poderes como el de Titán, Shiva y sobre todo Odín no los usé apenas, así que me lancé un poco a lo loco sin saber que me iba a encontrar. Sin duda la sorpresa no pudo ser más agradable, sobre todo con los ataques de hielo de Shiva, porque algunos he de decir que están tremendamente rotos.

Es más, creo que es la Ordalía que menos me costó de todas porque a base de congelar a los enemigos al esquivarlos y utilizar el resto de habilidades que causan un daño atroz, me acabaron sobrando varios minutos. De todos modos, he de hacer hincapié una vez más en que más vale no confiarse, porque estos combates no paran de ofrecer una tensión constante.

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Al tener que enfrentarte a una oleada detrás de otra no tienes momentos de descanso. Con la preocupación de que el tiempo no llegue a cero y no recibir demasiados golpes mientras tanto, terminaba machacando los botones del mando con cada vez más fuerza, ya que los enemigos no conceden jamás una tregua.

Para el final me dejé la de Odín, la que me esperaba que iba a ser la más complicada de todas porque sus poderes te obligan a jugar de una manera distinta al resto. Al tenerlo seleccionado se puede intercambiar la espada de Clive por la del propio Odín, cuyo daño base es ínfimo, pero es la única manera de ir aumentando la barra que permite ejecutar el ataque más brutal de todo el juego y que viene a ser el mismo de todos los Final Fantasy.

Como ya estamos acostumbrados a ver en otras entregas, si la barra llega al máximo se ejecuta un espadazo que corta en dos a cualquier enemigo que esté presente en la pantalla, liquidándolos de un golpe. Por supuesto contra los élites o el jefe final no es posible algo así, porque sino sería coser y cantar, aunque sí que les causa bastante pupita. Sin embargo, el problema estaba en que a mi me costó un poco darme cuenta cómo ejecutar este terrible finisher.

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Aun así, la mejor manera de cargarlo es utilizando las habilidades especiales de Odín. Eso sí, una de ellas requiere que Clive permanezca prácticamente inmóvil durante unos segundos y los enemigos no son estúpidos, por lo que no van a desaprovechar la oportunidad de lanzarse a por él. En definitiva, me costó unos pocos intentos, pero cuando aprendí a dominar correctamente a Odín ya no hubo ninguna oleada que me parase.

Fue un poco locura por mi parte querer hacer las Ordalías una detrás de otra en una misma tarde, porque cuando acabé con la última de ellas tenía los dedos que prácticamente ni los podía mover de la tensión y lo agarrotados que los tenía. Por suerte, no llegó tan lejos como para causarme una tendinitis, pero al menos el esfuerzo mereció la pena al dar un paso de gigante en mi camino para desbloquear el trofeo de platino.

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