Tras exterminar de la faz de los Reinos Olvidados a todo goblin que se pusiese en mi camino, mi rumbo en Baldur's Gate 3 se dirige hacia la Torre de Alzalunas. El druida Halsin se ha unido al grupo para ayudarme en un viaje que se prevé realmente peligroso, ya que debo atravesar el Underdark para evitar una maldición que asola la superficie.
Aunque antes de partir, el muy pillín cree que lo mejor será realizar una buena fiesta junto con los Tiefling que he salvado; ya sabéis, barra libre de vino, barriles de cerveza, buena compañía y una diversión que solo termina en cuanto los primeros rayos de sol asomen por el horizonte. Lo cierto es que no me niego, sobre todo porque estoy expectante a que mi relación con Lae'zel fructifique de la forma en la que los dos deseamos.
La cogorza en el campamento es la nota predominante entre todos los que celebran, pues estamos vivos tras haber derrotado a un grupo de tarados que tan solo existían por y para los designios de la Absoluta. Los Tiefling, compadres de raza, me agradecen el gesto que he tenido con ellos y yo me reconforto sabiendo que mis bolsillos están más llenos debido a su generosidad. Evidentemente, estas circunstancias invitan a reflexionar con los amigos y es lo que hago dando una vuelta por mi hogar improvisado.
Nadie me cuenta nada especialmente nuevo, más allá de reiterar pensamientos y pasajes de su pasado, pero me pilla totalmente desprevenido Corazón Sombrío. Sin comerlo ni beberlo, me empieza a tirar los trastos, lo cual me posiciona en el terreno de la duda. No tengo ningún compromiso con Lae'zel, por lo que tengo derecho a yacer con quien a mí me apetezca; por otro lado, esta hija de Satanás ha sido fanatizada por la peor secta posible, pero... ¿quién le puede decir que no a Corazón Sombrío?
Pues yo, maldita sea, sobre todo después de comprobar que todo el mundo está más salido que la esquina de una mesa. El peor de todos es Gael, pues me incita a acostarme a su lado tentándome con un secreto que solo puede compartir con los que son más próximos a él. Apesta a celos por todas partes, así que le ignoro y me voy con la Githyanki para una noche de placer... o eso pensaba. En primer lugar he de decir que no me esperaba que fuese tan explícito Baldur's Gate 3 durante las escenas sexuales.
Bien es cierto que no es ni mucho menos es pornográfico ni se zambulle en la lujuria, pero Larian Studios no ha tenido problema en mostrar desnudos y juegos entre la pareja. Me gusta esa valentía, aunque no tanto despertarme por la mañana doliéndome los huesos, las manos, la espalda y hasta la lengua. Se ve que Lae'zel lleva lo de ser una guerrera hasta el plano más íntimo y estoy de acuerdo en permitir que ella tome la iniciativa, aunque me han disgustado dos cosas.
La primera es el evidente dolor que recorre mi cuerpo tras una sesión que debería ser de felicidad y la segunda es que ella quiere que sea una especie de perrito faldero que implora una noche más entre sus brazos. "Puede que busque más luego, si ese es mi capricho", me contesta cuando le invito a seguir acurrucados, por lo que igual mi capricho es el de dar el salto a la cama de Corazón Sombrío. Parece que esa llama sigue viva, pues a pesar de haberle prometido que la visitaría cuando todo el mundo se hubiese ido a dormir y no haber aparecido, no me ha reprochado para nada mi decisión.
Sin embargo, la sorpresa llega esa misma mañana cuando camino por los alrededores de la Arboleda Druida. Un tipo llamado Raphael aparece de la nada, literalmente, para recitarme una fábula extraña. No sé quién es, pero en cuanto me teletransporta a una sala repleta de comida, adornada por cada esquina y la llama la Casa de la Esperanza, sé que he de ser precavido. No tarda demasiado en revelar su verdadera apariencia para mostrarse como un demonio con cuernos y alas.
En realidad se parece bastante a mí, de no ser porque él asegura que puede liberarme del dichoso renacuajo. Con todo, tengo el suficiente conocimiento sobre Belcebú para saber que un trato con las huestes del infierno nunca trae nada bueno, especialmente cuando ni siquiera me dice qué tendría que darle a cambio. Un pacto demoníaco no es mi prioridad a la hora de sacarme el bicho de la cabeza, pero quién sabe, tampoco puedo cerrarme las puertas.
Hablando con el resto del grupo, la mayoría se muestran reacios a que acepte la oferta, aunque me gusta la perspectiva de Gale. El mago cree que Raphael quiere nuestras almas (¡sorpresa!), pero que si tanto se ha acercado a nosotros es porque él también está desesperado. Es preciso sacar provecho de la situación, si es posible, por lo que dejo el abanico abierto a cualquier opción. ¿Cuándo volveré a ver a Raphael? Quizás en mi último aliento, pero será después de haberlo intentado todo.
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