Cuando hablamos de la serie The Mandalorian, las opiniones de los fans suelen ser muy dispares. Ocurre lo mismo con El Libro de Boba Fett. Si bien hay personas que nunca han pasado por el aro, la mayoría quedó gratamente sorprendida por las aventuras de Din Djarin y Grogu, ultraconocido como Baby Yoda.
La serie fue un paso muy importante para Disney, más incluso que para el lore de Star Wars... y la razón es muy sencilla: las series de la franquicia no estaban tan popularizadas y aceptadas en términos generales como ahora. Es cierto que existía The Clone Wars y Rebels (entre otras), pero pocas o ninguna se habían adentrado en la acción real.
Disney necesitaba que The Mandalorian funcionase y se arriesgó mucho al apostar por una historia menos centrada en la épica de las películas y más en la crudeza del universo de Star Wars, acercándose al género western. Además, volvió a introducir la cultura de los mandalorianos, algo que no veíamos desde The Clone Wars. Sin embargo, hizo otra cosa todavía más arriesgada que ninguna otra ha logrado hasta el momento: triunfar con un elenco completamente nuevo (Temporada 1), sin apoyarse en personajes familiares de otras series.
Como indica ScreenRant, no se ha repetido desde Star Wars: Episodio IV - Una Nueva Esperanza (1977). Moff Gideon, Greef Karga, Cara Dune, IG-11, Fennec Shand, Miggs Mayfield y más fueron personajes completamente nuevos para Star Wars. El resto de series que la han sucedido utilizan personajes conocidos para atraernos y conectar con el resto de la saga. La serie de Ahsoka es el mejor ejemplo. Aclaración: esto no la convierte en mejor o peor, sencillamente es un detalle curioso.
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