Soy un fanático de los coches y la velocidad, pero frente a lo que podría decir un purista en la misma situación, yo prefiero la experiencia arcade a la simulación. Tal vez por eso la mezcla de conducir a tu aire por carreteras de ensueño y hacerlo a base de derrapes y acelerones imposibles que propone 'Forza Horizon 2' me parezca tan alucinante.
Ya disfruté de lo lindo recorriendo una ficticia región de Colorado, y las primeras cinco horas al volante de diversos vehículos por la campiña gala y las costas italianas han elevado aún más mi amor por esta saga. Hay luces y sombras en su propuesta, como suele ser habitual en todos los juegos, así que antes de abordar su análisis aún queremos pasar más tiempo en la carretera.
Que eso no impida este texto, unas primeras impresiones con la versión final de 'Forza Horizon 2' en las que intentaremos incidir en esas aparentes bondades y defectos. Sin embargo ninguna de ellas es capaz de quitarle el mérito al juego, que apunta a ser una de las grandes experiencias de conducción de nuestra época.
Forza Horizon 2: un mundo transgeneracional
Tal vez el problema sea nuestro, que seguimos esperando una nueva generación que no acaba de arrancar, pero la sensación que me ha quedado con el aspecto gráfico del juego ha sido algo fría. Sí, el escenario es enorme, los coches lucen de maravilla y la climatología entra por la puerta grande, con puestas de sol y tormentas que son realmente espectaculares, pero es inevitable pensar que falta algo más.
No es algo que se aprecie tanto desde la vista interior de los vehículos, todos magistralmente modelados, pero sí en algunos puntos cuando juegas desde el exterior. Me viene a la mente un recorrido en el que recorres un enorme túnel italiano en el que veía mi vehículo como un coche de juguete rodeado de un escenario tosco y con una iluminación que poco o nada tiene que ver con lo que podría esperarse de un triple A de la nueva generación. No es lo habitual, claro, pero sí suficiente para desear que las compañías se pongan las pilas y se centren de una vez por todas en intentar exprimir al máximo la posible potencia gráfica de las nuevas máquinas.
Del asfalto a la grava
Decía antes que una de las mejores experiencias que propone 'Forza Horizon 2' es ponerte a los mandos de un superdeportivo, cambiar a la vista interior y recorrer sus carreteras de costa con curvas cerradas y tráfico de cara, pero cuando llega el momento de dejar la comodidad del asfalto para saltar campo a través el juego brilla de una forma especial.
Esta vertiente, más centrada al mundo de los rallies y con pruebas específicas, nos permite arrasar viñedos y saltar sobre los rivales mientras las físicas de los coches despiertan esas mariposas en el estómago cuando ves que se avecina el salto que acompaña a una subida empinada y no sabes lo que te encontrarás a continuación. Es una auténtica gozada.
Dificultad a prueba de mancos
Aún queda una semana para que podáis introducir el disco en vuestra Xbox 360 o Xbox One, y os recomiendo que cuando eso ocurra lo primero que hagáis sea aumentar la dificultad. De lo contrario os encontraréis con un paseo que, por lo visto hasta la fecha y tomando a 'Forza 5' como ejemplo, no tiene mucha intención de ir más allá conforme avance el juego.
Cambiar a un entorno más hostil le sienta de maravilla al sistema Drivatar, más aún que en el título de Turn 10 por los recorridos que presenta el juego, menos técnicos pero más fanáticos de las curvas que claman derrapes y adelantamientos por el interior. 'Forza Horizon 2' se disfruta más con la posibilidades de ganar en tu contra.
Pasión por conducir
Se acabaron las tonterías de las microtransacciones y la compra de vehículos, aquí desde el principio tienes a tu disposición la posibilidad de correr cómo quieras y al volante de los mejores bólidos. No sólo es fácil acumular créditos para ir cambiando de vehículo cuando te venga en gana, también se encargan de nutrir tu garaje cada dos por tres con regalos.
A eso se suma la posibilidad de encontrar reliquias esparcidas por el mapeado, lo que sumado a la destrucción de vallas y las experiencias de conducción con retos específicos (alcanza la mayor velocidad posible con un Koenigsegg o serpentea entre el tráfico sin chocar), lo que convierte a 'Forza Horizon 2' en un universo lo suficientemente vasto para que acabes del mundo del motor hasta la coronilla.
Alegrías y desengaños de Forza Horizon 2
Es una pena que a menudo te encuentres con contrastes que lastran que el juego se acerque a esa idea de casi perfecto. Una carrera espectacular choca con alguna carga coja o puntuales ralentizaciones de la acción, así como el espectacular control campo a través queda alejado de una experiencia total al no aprovechar la vibración de los gatillos como sí lo hacía 'Forza 5'.
Son esas pequeñas cosas que, parece, restarán puntos a su potencial total. Son fácilmente olvidables cuando estás a bordo de tu Renault Alpine A110 atravesando un bosque a toda velocidad, pero ya sabéis lo pejigueros que somos con la perfección por estos lares, y nos habría encantado encontrarnos con un 'Forza Horizon 2' mucho más pulido y enfocado a romper moldes.
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