Con 'Mario Party 10' volvemos a enfrentarnos a esa situación en la que un juego de un género menor, por así decirlo, debe rascar suficientes puntos positivos para ganarse el favor de la crítica. Me ciño a ese porque el del público, más allá de lo bien o mal que funcionen las ventas, ya lo tiene ganado con el simple hecho de ser divertido.
Es su objetivo principal, y consiguiéndolo lo más probable es que no necesites pedirle más, pero como ya sabemos los caminos que toma Nintendo pueden ser tan maravillosos como puñeteros y siempre hay algo que decir a la hora de poner los puntos sobre las íes, más aún con ciertas políticas tomadas por la marca. 'Mario Party 10', pese a cumplir con creces su cometido, no es un juego ajeno a algunos de esos problemas.
A vueltas con los Amiibo
Ya os adelanto que van a ser pocas las pegas que le ponga al nuevo Party de los nipones. Queda lo de siempre, lo de cerrarse en banda a que alguien sin amigos aficionados a ponerse un mando entre las manos pueda disfrutar de la experiencia completa de 'Mario Party 10' gracias a un modo online inexistente, por ejemplo. O hacer lo propio con más opciones de personalización a la hora de elegir tableros y minijuegos.
Pero el gran pecado de este 'Mario Party 10' está en limitar el contenido del juego para que, a modo de DLC, sólo podamos jugar a los tableros clásicos, los de unos contra otros y a ver quién fastidia más a quién, de la mano de los Amiibo.
Los nuevo muñecos que nos brindan esa posibilidad (el nuevo catálogo más algunos de los "antiguos") y son la única puerta de entrada a un ampliación en la variedad de opciones del juego que, pese a no echarse en falta, tampoco le habríamos hecho ascos.
También es cierto que el juego ya se vende con un Amiibo de Mario, por si las moscas, pero el que lo compre suelto o desde la eShop se encontrará con un panel inaccesible y no creo que las risas al respecto se acaben contando por decenas. Es un problema que no habría estado de más evitar.
Mario Party 10: POTY
Bilis a un lado, todo lo que queda es el juegazo del género que probablemente esperas, ese que debe disfrutarse sí o sí en compañía de amigos para aprovechar la compra y pasar una tarde cargada de risas e improperios porque "es que has ido a por mí". Cumple con creces como party game sin tener en cuenta que la competencia es más inexistente que mínima. Es decir, que se podrían haber dormido en los laureles y haber coronado el género y, sin embargo, hay un trabajo detrás más que notable.
Al carricoche en el que todos los jugadores van a una de 'Mario Party 9' (la idea es ir sumando casillas de forma conjunta para alcanzar el final de los distintos tableros disponibles) se suma un sistema de Bowser contra todos en el que cobra especial importancia el uso del Wii U Gamepad.
El jugador que esté a los mandos del tableto-mando de Wii U tendrá como objetivo dar caza al resto de jugadores (otra vez sobre un coche y sumando casillas a la vez) para iniciar un minijuego en el que intentar robarles el máximo de vidas posibles transformándose en su peor pesadilla.
Funciona a las mil maravillas y suma un quinto integrante a la fiesta, así que al menos se revive esa idea con la que nació Wii U tras haber quedado abandonada a su suerte durante gran parte de los últimos juegos de la consola. Es divertido ser el malo y, por supuesto, lo es más aún pasarle la mano por la cara en el último momento.
Mario Party 10 es el mejor party de Wii U
Situaciones de las partidas que se han ido sucediendo en mi Wii U durante estos días hay a montones, tanto en solitario como acompañado. Las típicas, las equivalentes a los caparazones azules de un 'Mario Kart' transformadas en un robo de estrellas desmesurado que acaba con el jugador en el último puesto saltando a lo más alto de la tabla ya se dan por hecho.
Las otras, las provocadas por el momento con el juego motivándolas de forma pasiva (el que gana la partida porque está apretando los botones sin ton ni son y resulta que descubre en qué enemigo estaba escondida la última estrella de forma totalmente casual, por ejemplo), son una fuente de risas aún mayor, y si le marcaba un objetivo a este 'Mario Party 10' era precisamente ese.
El resto, por si alguien necesita algo más al hacerse con esta entrega, ya se encarga de ponerlo Nintendo con sus más de 70 minijuegos, los distintos tableros disponibles y la siempre agradecida opción de centrarte en los primeros olvidándote de las casillas y el azar de los segundos.
Todo eso más unos logros medianamente bien implementados (Nintendo, aquí deberías ir poniéndote las pilas de una vez) y los siempre simpáticos modos adicionales con los que echar el rato jugando al bádminton mientras el resto de amigos se sientan en el sofá para empezar la partida.
'Mario Party 10' no es el juego que compras hoy y quemas en un fin de semana, es el que sacas de la caja de tanto en tanto y, un año después, aún te sigue deparando risas e incluso minijuegos que nunca antes habías probado. Valorándolo como tal, es otra pequeña joya de Wii U a la que sólo las ganas de rascar cuatro duros más impiden que esté completamente pulida. Sabes a lo que vas y sabes que acertarás, así que lo único que necesitas es tener ganas de un juego así.
A favor
- Sigue siendo la saga Party por excelencia
- El aprovechamiento del Wii U Gamepad
- Gran variedad de escenarios y modos
En contra
- Que se sigan olvidando del multijugador online
- Se agradecería algo más de opciones de personalización en las partidas
- Limitar un modo a la compra de Amiibo
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