Más allá de lo que cualquier talludo con nostalgia pueda pensar, las peleas imaginarias vistas al salir de la sala de cine dan buena cuenta del éxito de Detective Pikachu. Ver a niños lanzándose a correr al grito de “¡placaje eléctrico!” con cara de flipados es, probablemente, la crítica más veraz y sincera sobre lo conseguido por la película de acción real del juego de Nintendo.
Más allá de eso, que sinceramente para mí lo dice todo, el nostálgico con unos cuantos años y otros tantos juegos de Pokémon a sus espaldas tiene algo que decir sobre la película. Tres cosas que inevitablemente evidencian que nos hacemos viejos y nos volvemos cascarrabias (qué le vamos a hacer), pero también otras tres que, desde la butaca, nos han trasladado un poco a nuestra infancia.
Nota sobre spoilers: lo que leerás a continuación no te arruinará la película más de lo que hayas podido ver en los distintos vídeos promocionales de Detective Pikachu, pero si tienes ganas de ver la película te recomiendo que vengas aquí después de haberlo hecho.
Lo que sí me ha gustado
Ver una pelea hollywoodiense de Pokémon
Acostumbrado a lo visto en la pantalla de una Game Boy, en la serie de televisión o alguna que otra película de animación que haya podido ver, debo reconocer que las peleas entre monstruos de bolsillo vistas en Detective Pikachu han resultado ser un espectáculo inesperado. Son secuencias relativamente cortas y con poca interacción, pero merecen mucho la pena.
Las pinceladas de humor para adultos
Sabía de antemano que con un Pikachu adicto a la cafeína iba a vivir más de una situación delirante. De esas en las que mi hijo se ríe más por seguirle el juego al resto de la sala que por haber entendido lo que se acaba de contar. Pero no que fuesen al nivel con el que juega Detective Pikachu, una película que, incluso haciendo referencia a las drogas de forma inocente, podría dar para un metraje mucho más adulto.
Lo friki convertido en mainstream una vez más
Puede que deba ser algo que deberíamos tener más que superado, pero si comparo lo acontecido cuando fui a ver la primera película de Pokémon con lo vivido en Detective Pikachu, no puedo evitar emocionarme un poco.
Lo que en su día eran ingentes grupos de niños solos o acompañados por algún padre con cara de resignación, con la nueva película eran grupos de todas las edades que poco o nada tenían que ver con aquella estampa de mi niñez. Escucharlos reír y verlos salir de la sala con una sonrisa en la cara me resultó muy reconfortante.
Lo que no me ha parecido a la altura
La poca variedad de Pokémon
Si bien es cierto que la cinta está plagada de guiños y referencias, creo que aprovecha muy poco todo el imaginario de la franquicia, especialmente en lo relativo a los chorrocientos tipos de Pokémon que tiene a su disposición. Si ves alguno en pantalla, es muy probable que vuelvas a verlo en otra ocasión rellenando planos.
Un reaprovechamiento viciado que te deja con ganas de ver aún más bichos en otras situaciones, especialmente aquellos más míticos de las primeras ediciones. Dicho de otro modo, los tres Greninjas que aparecen en el tráiler y la cinta bien podrían ser uno solo acompañado de un Scyther y un Decidueye, por poner un ejemplo.
El ritmo atropellado
Una larga y compleja investigación que se desarrolla lentamente en el juego y aquí salta de un escenario a otro como si ocurriese por arte de magia. Se entiende porque al final hay que condensar la película en unos minutos concretos, pero hay escenas metidas con calzador (hola terremoto) que se alargan más de lo debido en vez de centrarse en lo que realmente interesa al público, ver a Pikachu hacer el cafre o hacer avanzar la trama. Inevitable tener la sensación de que es un metraje en el que la tijera ha salido a pasear en no pocas ocasiones.
Los agujeros de guión del final
Probablemente por aquello de estar más orientada a un niño que a un adulto, Detective Pikachu modifica lo visto en el juego del mismo nombre para crear su propia versión de lo ocurrido. Se agradece el cambio de cara a la novedad, pero manipula la trama hasta caer en agujeros de guión que te hacen arquear la ceja e invitan a aquellos que no iban convencidos a ver la película a quedarse con preguntas que habría sido más fácil intentar responder.
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