'A World of Keflings'. Análisis

'A World of Keflings'. Análisis
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‘A World of Keflings’ nació a consecuencia del sorprendente éxito de ‘A Kingdom for Keflings’, título que tuvo el privilegio de ser el primero en aprovechar el uso de los avatars de Xbox Live dentro de un videojuego. De diseño simplista, no buscaba otra cosa más que entretener durante un rato al espectador creando su mundo lleno de keflings, unos personajillos que nos consideran prácticamente un Dios, como si de un ‘Populous’ o un ‘Black & White’ estuviésemos hablando.

Pero aquí era todo más simple, y también ahí radicaba parte de su encanto. Una simpleza que podía ser compartida y con la que lograr que nos relajásemos durante un tiempo al ver crecer a nuestro reino. Estaba cantado que NinjaBee iba a seguir por el mismo camino con ‘A World of Keflings’, y así ha sido. Se han pulido ciertos detalles para que la experiencia de juego resulte más gratificante, pero el núcleo de juego sigue intacto. ¿Es, por lo tanto, un título recomendable?

Pues si os gustó el anterior, sí, sin duda. Pero hay que tener muy claro que aquí no estamos ante un título de estrategia pretencioso, sino uno con el que ver cómo crece nuestro mundo de keflings al ritmo que nosotros deseemos, teniendo ahora un pequeño trasfondo de historia para hacerlo más ameno, algo de lo que adolecía el anterior.

Congelados, empezamos nuestra aventura en el mundo helado de los keflings, teniendo como objetivo principal satisfacer las exigencias de estos diminutos seres. Las misiones ya estaban en el anterior, sí, pero ahora se nos pedirá que rescatemos a los miembros de la familia de hermanos constructores. Algo que nos llevará por tres reinos distintos (reino del hielo, reino del desierto y reino del bosque), contando cada uno, como es lógico, con construcciones, keflings, y materiales con los que trabajar diferentes.

‘A World of Keflings’. Los viajes de Gulliver, segunda parte

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Mediante portales que tendremos que reparar al inicio, podremos desplazarnos entre ellos tan pronto estén habilitados. Lo bueno es que todo lo que creemos en cada reino se mantendrá en la partida, algo que en cierto modo era inevitable puesto que, a pesar de contar capítulos, la historia se desarrollará, por decirlo de alguna manera, en una sola partida. Una tarea que nos llevará más o menos unas diez horas, siendo lamentablemente poco rejugable salvo que queramos comenzar todo de nuevo, pero con nuestros compañeros. O por intentar completar los coleccionables de las casas al 100%, una de las novedades de esta entrega.

Al inicio de nuestra partida tendremos un determinado número de coleccionables, cada uno según su temática (hielo, desierto o bosque), y estos se usarán para terminar de construir algunas casas, teniendo desde muñecos de nieve a flores, estatuas o fuentes. Algunos los podremos encontrar por el escenario, y otros los tendremos que fabricar desde distintos tipos de edificios, pero si queremos conseguir más de los que hay de base, tendremos que compartirlos con nuestros contactos de Xbox Live, teniendo un total de 72 coleccionables.

A nivel de objetivos se ha dinamizado más el asunto. Por lo general será encontrar determinado objeto, o fabricar tal cosa, no tiene gran misterio, pero en esta ocasión habrá otros para los que tendremos que realizar un tipo de emote. Un emoticono al uso, vaya, en el que nuestro avatar se expresará mediante alegría, tristeza, etc. Lo curioso es que algunos se nos desbloquearán si tenemos, por ejemplo, el anterior ‘A Kingdom for Keflings’, o los también de NinjaBee ‘Band of Bugs’ y ‘Cloning Clyde’. El uso que se les dará en algunos caso será testimonial, como el que nos darán para ahuyentar a cierto dragón, pero aún así tampoco es que desagrade esta inclusión en la aventura.

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Con lo que sí ha acertado de pleno NinjaBee es con la inteligencia de la familia de constructores kefling (Bob, Doug, Scoobs, Kris y Brodie). Ellos serán los encargados de ayudarnos con todo lo que saquemos de las fábricas, ya sea material de construcción apilado, o bien piezas para crear nuevas construcciones. Nos los llevarán hasta donde estemos, y si estamos creando un edificio que creamos con anterioridad ellos mismos finalizarán todo el trabajo. Algo ciertamente cómodo, porque en el anterior era un engorro tener que hacer “lo pesado” nosotros mismos en partidas avanzadas, con tanto material de por medio.

Lo bueno es que, al tener tres reinos distintos, el número de edificios en cada uno se ha visto reducido respecto al anterior videojuego de los keflings, resultando menos agobiante, por decirlo de algún modo. Los reinos de hielo y desierto tendrán más o menos la mitad que el del bosque, para que os hagáis una idea. Y todos los edificios completamente distintos, igual que los materiales. Para que os hagáis una idea aproximada de las diferencias entre ellos, sirvan estas líneas para aclararlo:

  • Reino de hielo (zarzamora; hielo, del que se obtiene hielo esculpido; y mineral, del que se obtiene metal)
  • Reino del desierto (plantas, de las que se obtiene seda; arena, de la que se obtiene tanto arcilla como vidrio, y de este último a su vez cristal de colores)
  • Reino del bosque (leña, de la que se obtienen planchas y de estas a su vez madera tallada; roca, de la que se obtiene piedra tallada; cristal, del que se obtienen gemas mágicas, y de estas a su vez polvo mágico; lana, de la que se obtiene tela)

Puede resultar un poco confuso al principio, pero si nos organizamos bien y nos fijamos también en el suelo de cada fábrica (se identifican por un color), no deberíamos tener ningún problema. Además la labor de construcción se nos ha facilitado aún más, no solamente por la ayuda de la familia de constructores kefling, sino porque ahora podremos hacer colas de producción, como casi cualquier RTS de hoy en día.

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Por otro lado, ha cambiado la forma en que los keflings trabajan mejor y más deprisa. Antes teníamos que recoger materiales por el mundo, ahora no. Según vayan realizando sus tareas mejorará su experiencia, y para darles el empujoncito que necesitan para tal hecho tendremos que darles, literalmente, una colleja. Además, toda experiencia que hayan adquirido, bien sea como recolectadores o transportistas se mantendrá, e incluso podremos ponerles nombres. Aunque esto último es un jaleo con tanto kefling suelto.

También nos resultará más fácil que nunca mantener nuestro reino bien organizado, ya que no solamente podremos seguir destruyendo los edificios para situarlos en otro lugar, sino que podremos empujarlos de una manera muy cómoda. Y ya no estaremos limitados a una tierra, puesto que podremos construir puentes en sentido horizontal y vertical. Además, si hemos comprado el ‘Raskulls’ o el ‘ilomilo’ podremos crear sus respectivas casas, trayendo consigo sus personajes. Un detalle simpático que, en cualquier caso, no aporta nada más salvo colorido a nuestro mundo.

Finalmente, un tirón de orejas a NinjaBee por no imprimirle más vida a las partidas al no ofrecer ningún peligro real en el juego. La aparición del dragón es un engañabobos, ya que con un simple emote le venceremos, y el uso de los cañones, salvo para crear melodías (tampoco es que resulte tan satisfactorio) y ver cómo salen disparados los keflings no sirve para mucho más. Hubiese estado bien una guerra entre keflings, o entre avatares. Un mayor cambio en este sentido respecto al anterior juego, en definitiva.

Pero aún con todo, lo supera en todos los aspectos, y si nos divirtió aquel, éste lo volverá a conseguir. No podrá competir en cuanto a brillantez con otros de su género, pero ‘A World of Keflings’ salva dignamente la papeleta. Nos hará pasar un rato ameno, que es de lo que se trata. Y si lo compartimos, tanto en modo local como online, mucho mejor. Así nuestro reino crecerá más deprisa.

Ficha Técnica: A World of Keflings

‘A World of Keflings’ nació a consecuencia del sorprendente éxito de ‘A Kingdom for Keflings’, título que tuvo el privilegio de ser el primero en aprovechar el uso de los avatars de Xbox Live dentro de un videojuego. De diseño simplista, no buscaba otra cosa más que entretener durante un rato al espectador creando su mundo lleno de keflings, unos personajillos que nos consideran prácticamente un Dios, como si de un ‘Populous’ o un ‘Black & White’ estuviésemos hablando.

Pero aquí era todo más simple, y también ahí radicaba parte de su encanto. Una simpleza que podía ser compartida y con la que lograr que nos relajásemos durante un tiempo al ver crecer a nuestro reino. Estaba cantado que NinjaBee iba a seguir por el mismo camino con ‘A World of Keflings’, y así ha sido. Se han pulido ciertos detalles para que la experiencia de juego resulte más gratificante, pero el núcleo de juego sigue intacto. ¿Es, por lo tanto, un título recomendable?

Pues si os gustó el anterior, sí, sin duda. Pero hay que tener muy claro que aquí no estamos ante un título de estrategia pretencioso, sino uno con el que ver cómo crece nuestro mundo de keflings al ritmo que nosotros deseemos, teniendo ahora un pequeño trasfondo de historia para hacerlo más ameno, algo de lo que adolecía el anterior.

Congelados, empezamos nuestra aventura en el mundo helado de los keflings, teniendo como objetivo principal satisfacer las exigencias de estos diminutos seres. Las misiones ya estaban en el anterior, sí, pero ahora se nos pedirá que rescatemos a los miembros de la familia de hermanos constructores. Algo que nos llevará por tres reinos distintos (reino del hielo, reino del desierto y reino del bosque), contando cada uno, como es lógico, con construcciones, keflings, y materiales con los que trabajar diferentes.

‘A World of Keflings’. Los viajes de Gulliver, segunda parte

A World of Keflings

Mediante portales que tendremos que reparar al inicio, podremos desplazarnos entre ellos tan pronto estén habilitados. Lo bueno es que todo lo que creemos en cada reino se mantendrá en la partida, algo que en cierto modo era inevitable puesto que, a pesar de contar capítulos, la historia se desarrollará, por decirlo de alguna manera, en una sola partida. Una tarea que nos llevará más o menos unas diez horas, siendo lamentablemente poco rejugable salvo que queramos comenzar todo de nuevo, pero con nuestros compañeros. O por intentar completar los coleccionables de las casas al 100%, una de las novedades de esta entrega.

Al inicio de nuestra partida tendremos un determinado número de coleccionables, cada uno según su temática (hielo, desierto o bosque), y estos se usarán para terminar de construir algunas casas, teniendo desde muñecos de nieve a flores, estatuas o fuentes. Algunos los podremos encontrar por el escenario, y otros los tendremos que fabricar desde distintos tipos de edificios, pero si queremos conseguir más de los que hay de base, tendremos que compartirlos con nuestros contactos de Xbox Live, teniendo un total de 72 coleccionables.

A nivel de objetivos se ha dinamizado más el asunto. Por lo general será encontrar determinado objeto, o fabricar tal cosa, no tiene gran misterio, pero en esta ocasión habrá otros para los que tendremos que realizar un tipo de emote. Un emoticono al uso, vaya, en el que nuestro avatar se expresará mediante alegría, tristeza, etc. Lo curioso es que algunos se nos desbloquearán si tenemos, por ejemplo, el anterior ‘A Kingdom for Keflings’, o los también de NinjaBee ‘Band of Bugs’ y ‘Cloning Clyde’. El uso que se les dará en algunos caso será testimonial, como el que nos darán para ahuyentar a cierto dragón, pero aún así tampoco es que desagrade esta inclusión en la aventura.

A World of Keflings

Con lo que sí ha acertado de pleno NinjaBee es con la inteligencia de la familia de constructores kefling (Bob, Doug, Scoobs, Kris y Brodie). Ellos serán los encargados de ayudarnos con todo lo que saquemos de las fábricas, ya sea material de construcción apilado, o bien piezas para crear nuevas construcciones. Nos los llevarán hasta donde estemos, y si estamos creando un edificio que creamos con anterioridad ellos mismos finalizarán todo el trabajo. Algo ciertamente cómodo, porque en el anterior era un engorro tener que hacer “lo pesado” nosotros mismos en partidas avanzadas, con tanto material de por medio.

Lo bueno es que, al tener tres reinos distintos, el número de edificios en cada uno se ha visto reducido respecto al anterior videojuego de los keflings, resultando menos agobiante, por decirlo de algún modo. Los reinos de hielo y desierto tendrán más o menos la mitad que el del bosque, para que os hagáis una idea. Y todos los edificios completamente distintos, igual que los materiales. Para que os hagáis una idea aproximada de las diferencias entre ellos, sirvan estas líneas para aclararlo:

  • Reino de hielo (zarzamora; hielo, del que se obtiene hielo esculpido; y mineral, del que se obtiene metal)

  • Reino del desierto (plantas, de las que se obtiene seda; arena, de la que se obtiene tanto arcilla como vidrio, y de este último a su vez cristal de colores)

  • Reino del bosque (leña, de la que se obtienen planchas y de estas a su vez madera tallada; roca, de la que se obtiene piedra tallada; cristal, del que se obtienen gemas mágicas, y de estas a su vez polvo mágico; lana, de la que se obtiene tela)

Puede resultar un poco confuso al principio, pero si nos organizamos bien y nos fijamos también en el suelo de cada fábrica (se identifican por un color), no deberíamos tener ningún problema. Además la labor de construcción se nos ha facilitado aún más, no solamente por la ayuda de la familia de constructores kefling, sino porque ahora podremos hacer colas de producción, como casi cualquier RTS de hoy en día.

A World of Keflings

Por otro lado, ha cambiado la forma en que los keflings trabajan mejor y más deprisa. Antes teníamos que recoger materiales por el mundo, ahora no. Según vayan realizando sus tareas mejorará su experiencia, y para darles el empujoncito que necesitan para tal hecho tendremos que darles, literalmente, una colleja. Además, toda experiencia que hayan adquirido, bien sea como recolectadores o transportistas se mantendrá, e incluso podremos ponerles nombres. Aunque esto último es un jaleo con tanto kefling suelto.

También nos resultará más fácil que nunca mantener nuestro reino bien organizado, ya que no solamente podremos seguir destruyendo los edificios para situarlos en otro lugar, sino que podremos empujarlos de una manera muy cómoda. Y ya no estaremos limitados a una tierra, puesto que podremos construir puentes en sentido horizontal y vertical. Además, si hemos comprado el ‘Raskulls’ o el ‘ilomilo’ podremos crear sus respectivas casas, trayendo consigo sus personajes. Un detalle simpático que, en cualquier caso, no aporta nada más salvo colorido a nuestro mundo.

Finalmente, un tirón de orejas a NinjaBee por no imprimirle más vida a las partidas al no ofrecer ningún peligro real en el juego. La aparición del dragón es un engañabobos, ya que con un simple emote le venceremos, y el uso de los cañones, salvo para crear melodías (tampoco es que resulte tan satisfactorio) y ver cómo salen disparados los keflings no sirve para mucho más. Hubiese estado bien una guerra entre keflings, o entre avatares. Un mayor cambio en este sentido respecto al anterior juego, en definitiva.

Pero aún con todo, lo supera en todos los aspectos, y si nos divirtió aquel, éste lo volverá a conseguir. No podrá competir en cuanto a brillantez con otros de su género, pero ‘A World of Keflings’ salva dignamente la papeleta. Nos hará pasar un rato ameno, que es de lo que se trata. Y si lo compartimos, tanto en modo local como online, mucho mejor. Así nuestro reino crecerá más deprisa.

A World of Keflings

‘A World of Keflings’. Los viajes de Gulliver, segunda parte

A World of Keflings
  • Reino de hielo (zarzamora; hielo, del que se obtiene hielo esculpido; y mineral, del que se obtiene metal)
  • Reino del desierto (plantas, de las que se obtiene seda; arena, de la que se obtiene tanto arcilla como vidrio, y de este último a su vez cristal de colores)

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A World of Keflings
  • Plataformas: XBLA

  • Editor: NinjaBee

  • Desarrollador: NinjaBee

  • Lanzamiento: Ya disponible

  • Precio: 800 MS (~10 euros)


Vídeo | Youtube

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