Análisis de Kingdom Two Crowns: una de las estrategias más originales y adictivas de los últimos años

Análisis de Kingdom Two Crowns: una de las estrategias más originales y adictivas de los últimos años

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Análisis de Kingdom Two Crowns: una de las estrategias más originales y adictivas de los últimos años

Deberíamos tener especial predilección por aquellos juegos que intentar ir un paso más allá, incluso aunque ese paso adelante parezcan varios saltos hacia atrás con la intención de reducir las mecánicas a su mínima expresión. Tan complicado o más que llenar de mecánicas un juego, el trabajo en ese sentido de la saga que ahora crece con Kingdom Two Crowns es encomiable.

Un juego en el que la gestión y la estrategia son máximas y que, a su vez, prescinde de todo lo relacionado con tediosos menús, variedad de materiales o complejos tutoriales. Kingdom Two Crowns quiere ser lo más simple posible y, aunque eso no es sinónimo de reducir su dificultad de la misma forma que lo hace con sus opciones, sí consigue ser una de las propuestas más adictivas que te puedes echar a la cara.

Estrategia y gestión en su mínima expresión

Para aquellos que no pasasteis por alguno de los anteriores, Kingdom Two Crowns es, esencialmente, un juego 2D con mapas generados de forma procedural en los que, como reza el mantra del juego, debemos construir, expandir y defender un reino que empieza con un par de trabajadores y una fogata.

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Con las monedas encontradas a base de explorar, o las que consigan nuestros lacayos cazando, pescando o trabajando en el campo, deberemos hacer crecer nuestro imperio de scroll lateral. Ampliar la extensión de las murallas para generar más tiendas, reclutar vagabundos lanzándoles una moneda, comprar herramientas que puedan usar y, en última instancia, construir un barco que nos lleve a una nueva isla o, si nos creemos preparados para ello, un ejército que ataque los portales de los que nacen monstruos cada noche.

Ese es un último punto al que llegaremos después de mucho ensayo y error. Kingdom Two Crowns no ofrece ningún tipo de guía más allá de los tres o cuatro primeros pasos iniciales. A partir de ahí estás solo y depende de ti el encarar tu futuro de dos formas: o sigues huyendo hacia adelante con la esperanza de tener unas bases sólidas o, como normalmente pasará durante tus primeras partidas, reinicias para volver a empezar aprovechando todo lo aprendido.

Es un juego que demanda paciencia, mucha paciencia, pero a diferencia de otros títulos y géneros que piden lo mismo, lo adictivo que acaba resultando hace que los trámites sean más ligeros de lo que parecen sobre el papel. Pasear de una punta a otra del mapa, esperar a que pase la noche o que tus trabajadores consigan las monedas que necesitas, es menos duro cuando hueles la satisfacción de alcanzar ese punto al que estás deseando llegar y está está a escasos minutos de distancia.

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Tímidas y satisfactorias novedades

Con un planteamiento más accesible que los anteriores, ofreciéndote la oportunidad de continuar en un mismo reino tras la desaparición de tu monarca, es sin duda alguna la edición que recomendaría a quienes no hayan jugado nunca a la saga. Que además ofrezca más variedad de situaciones, unidades y monturas, genera aún más posibilidades de satisfacción tras esas citadas esperas.

Ese último punto, el que te permite cambiar tu caballo por un espíritu del bosque en forma de ciervo gigante, un oso lento capaz de atacar a enemigos o incluso un lagarto que los fríe con llamaradas (entre muchos otros), es probablemente el añadido más simpático y agradecido de esta secuela.

En un mundo precioso con estética pixel art, gran parte de la gracia es aprender a maravillarte con el excelente trabajo que hay detrás de diseños y animaciones, especialmente cuando lo único que puedes hacer es esperar por culpa de una llegada del invierno que está ralentizando por completo tu progreso.

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Esa espera con la nieve como protagonista, larga y ardua como ninguna otra, es probablemente la mayor pega que puedo ponerle a un juego que, como colofón, incluso ofrece la opción de jugar en modo cooperativo o hacerlo con una estética medieval japonesa y tímidos cambios en sus unidades. Un pequeño precio a pagar por una experiencia que, sin embargo, está perfectamente preparada para absorberte la vida hasta que las 11 de la mañana se conviertan en las 11 de la noche.

La opinión de VidaExtra

Pese a lo mucho que puede pasar por expansión en vez de por juego totalmente nuevo, Kingdom Two Crowns consigue emocionar a quien ya conoce sus reglas a base de nuevos giros y detalles. Es cierto que al final su evolución acaba siendo pequeña, pero no por ello es menos recomendable si en algún momento de los últimos años nos hemos enganchado a alguna de sus entregas.

Para el que llega de nuevas a él, felicidades, porque le espera uno de esos procesos de aprendizaje lentos pero muy satisfactorios. Una de esas experiencias que se graban a fuego en la memoria y que, por sorprendente, hacen que Kingdom Two Crowns pase de ser un juego aparentemente menor con algunas buenas ideas en una pequeña joya que estarás deseando compartir con otros.

A favor

  • Un universo pixel art bellísimo
  • Adictivo como pocos
  • Ensayo y error muy satisfactorio

En contra

  • Algunas esperas pueden hacerse excesivamente lentas
  • Pocas novedades realmente destacables
  • El proceso de aprendizaje puede ser duro
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