Planet Coaster es el juego que me llevaría a una isla desierta, y sin embargo nunca podré disfrutarlo en casa

Planet Coaster es el juego que me llevaría a una isla desierta, y sin embargo nunca podré disfrutarlo en casa

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Planet Coaster es el juego que me llevaría a una isla desierta, y sin embargo nunca podré disfrutarlo en casa

Llevaba mucho tiempo detrás de ‘Planet Coaster', pero no me había atrevido a dar el paso hasta que en las últimas rebajas de Steam me tiré de cabeza a por él como autoregalo navideño. Hasta el momento me habían frenado dos razones. Por un lado su precio, probablemente algo relacionado con la hermandad del puño agarrado de la que soy presidente (especialmente teniendo en cuenta todo lo que ofrece). Por el otro la conciencia.

Con el tiempo he adquirido una suerte de Pepito Grillo que me ata las manos cada vez que me cruzo con un juego de construcción y gestión que me llama la atención. Reconozco que tengo un problema con ellos. Y no lo digo como el que comenta lo viciado que está a un juego de forma hiperbólica, para mí este tipo de juegos son un pozo de horas del que me es muy difícil salir.

Mis pinitos con Theme Park

Creo que la primera vez que me acerqué a un juego de este estilo fue con el ‘Theme Park’ de Megadrive. Un alquiler que llegó en pleno apogeo de la inauguración del parque temático Port Aventura y que, como casi cada niño rondando los diez años por aquella época, venía precedido por unas ganas locas de que algún día mis padres me sorprendiesen con un viaje a Disneyland.

Themepark

Ni había dinero para un viaje a París ni altura suficiente para que me dejasen entrar a muchas de las atracciones del parque de Tarragona, pero ni una cosa ni la otra hicieron decaer mi devoción por todo lo que fuese temático en aquella época, desde los parques de atracciones hasta los restaurantes. Siempre que visitaba alguno, al volver a casa me ponía a dibujar un plano de cómo sería mi parque de atracciones ideal, o cómo decoraría el restaurante perfecto para que miles de niños quisieran venir a comer allí.

‘Theme Park’, pese a ser un juego en inglés, me acercaba a aquella idea como ningún otro juego lo había hecho hasta entonces, así que cuando lo jugaba solía escuchar el “o apagas ya o me enfado” de mi madre más de lo habitual. Estaba decidido a seguir jugándolo, así que cuando no estaba a los mandos, los planos, caminos y atracciones, los colocaba en un papel o en mi cabeza.

En realidad no jugaba al juego, sólo utilizaba el truco para ganar dinero y construía espectaculares creaciones que luego abandonaba a su suerte.

Siendo poco fan de los hospitales, me sorprendió que ‘Theme Hospital’ acabase provocando un comportamiento similar. Cuando podía y no había peligro, lo jugaba durante horas, y pronto fui descubriendo otras opciones que causaban un comportamiento similar. ‘SimSafari’, ‘RollerCoaster Tycoon’, ‘Simcity’, ‘Dungeon Keeper’, ‘Jurassic Park III: Park Builder’, ‘Tropico’, ‘Los Sims’...

De hecho ese último caso era curioso, porque en realidad no jugaba al juego, sólo utilizaba el truco para ganar dinero y construía espectaculares mansiones que luego abandonaba a su suerte para empezar una nueva, y algo similar ocurría con los juegos de estrategia que contaban con edición de mapas como ‘Age of Empires’.

Age Of Empires

La lista es interminable y, con la mejora de mi nivel de inglés y la llegada de juegos traducidos, en ella se fueron introduciendo juegos que se centraban más en la gestión y la estrategia que en la construcción, convirtiendo así a ese trío de géneros en los que probablemente sean mis favoritos absolutos.

Hola, me llamo Rubén y tengo un problema

Pasaron los años y fui picoteando todo lo que llegaba a mis manos de ese estilo, fuese o no de esa época. El último recuerdo que tengo de un episodio similar antes de darme cuenta que mi gusto por ese tipo de juegos no era normal, fue con el ‘Galactic Battlegrounds’ de Star Wars. Uno de esos vicios que empieza bien entrada la tarde y que termina con el sonido del despertador, que te avisa para que te levantes porque has quedado para ir a la playa con los amigos. La única diferencia con un día de verano normal es que en mi caso tuve que levantarme de la silla en vez de la cama.

Prácticamente un día entero jugando a lo mismo, y sin un atisbo de aburrimiento pese a haber consumido ya todo lo bueno que era capaz de ofrecerme.

Pero eh, es verano, eres joven, puedes permitirte este tipo de locuras que dentro de unos años te tendrán KO las siguientes 48 horas. No me faltaba razón, pero hacía falta otro episodio similar unos años después para ver hasta qué punto la situación podía irse de las manos. Es el momento en el que conocí ‘Game Dev Story’ de Kairosoft.

Para alguien que ha mamado videojuegos desde muy pequeño pero que es un inútil con los números, y por lo tanto también con la programación, la idea de crear un videojuego de forma amater es complicada (aunque luego el mundo del diseño me ha permitido acercarme a ella con resultados igual de adictivos y divertidos), así que tener un juego que simula esa aventura de forma kawaii parecía un paso acertado.

Gamedev

La partida empezó por la mañana y fui jugando conforme avanzaba el día, aparcando el juego para lo básico y poco más. Empecé varias partidas por aquello de “ah, esto funciona así, entonces empiezo otra y lo hago bien a partir de ahora” y el día siguió avanzando hasta que me tumbé en la cama, por supuesto con el móvil encendido viendo cómo mi último juego empezaba a cosechar buenas críticas.

El indicador de batería baja fue lo único que me hizo percatarme de qué hora era. Las siete de la mañana. Las siete pasadas. Prácticamente un día entero jugando a lo mismo y sin un atisbo de aburrimiento pese a haber consumido ya todo lo bueno que era capaz de ofrecerme.

Imagino que ahora el titular que puse a mis primeras impresiones con Oxygen Not Included tienen otro sentido para muchos de vosotros.

El vicio me duró otros dos días, aunque con sesiones de juego menos vergonzosas. Cuando al tercero lo primero que hice fue levantarme y coger el móvil para ponerme a jugar, en vez de abrirlo lo desinstalé.

Entiendo lo que muchos pueden estar pensando ahora mismo. Seguro que más de uno habrá tenido experiencias similares y eso no necesariamente debe suponer un problema. No juzgo a nadie aquí, simplemente digo que, cuando al tercer día vi que el aburrimiento no iba a aparecer por ningún sitio y que mis ganas de seguir jugando estaban ahí con la misma fuerza que en el minuto uno, sabía que o lo desinstalaba o me iba a pasar factura.

Oxygennot

Imagino que ahora el titular que puse a mis primeras impresiones con ‘Oxygen Not Included’ tienen otro sentido para muchos de vosotros. Realmente lo desinstalé y, aunque con poco éxito, he frenado mis impulsos de ver los nuevos vídeos de desarrollo en los que se muestran las novedades que van introduciendo de forma periódica. Para los que podáis estar preocupados, tranquilos, sólo he visto los vídeos, no he vuelto a instalar el juego y no lo haré hasta que salga de su Acceso Anticipado.

Planet Coaster, el juego perfecto que no podré disfrutar

Pero creo que estábais aquí para leer sobre otro juego. Un tal ‘Planet Coaster’, sucesor espiritual de la saga ‘RollerCoaster Tycoon’, desarrollado por Frontier Developments y lanzado en 2016. Probablemente lo mejor que puedo decir de él es que, si en algún momento te has sentido identificado con mi historia, cierres la pestaña de este texto, apagues el ordenador, eches a correr y nunca, jamás, vuelvas a mirar atrás.

Vídeo tras vídeo, imagen tras imagen, creación tras creación, me ha introducido en un pozo casi tan adictivo como el propio juego.

Tras varios días probándolo el juego me ha parecido una maravilla y un saco de posibilidades y horas que no tiene fin. Ya sea creando tu parque y controlándolo de la mejor forma posible, superando los distintos desafíos que ofrece a nivel de estructuras o gestión, o valiéndote del modo libre con dinero infinito para que hagas lo que se te pase por la cabeza, ‘Planet Coaster’ es uno de los juegos más ambiciosos y mejor paridos que recuerdo. Un coloso que es imposible terminar y que, con cada paso que das, se hace aún más interesante y divertido.

No he tenido demasiado tiempo para meterme en él en profundidad (autocontrol, creo que se llama), pero cuando esta mañana he encontrado esto que tenéis a continuación, he empezado a salivar y sudar de una forma peligrosa. (N. del A.: aquí sí hay hipérbole).

Con la idea de crear un recopilatorio de las creaciones más espectaculares, me he introducido en un apartado de ‘Planet Coaster’ que todavía no había tocado, el de las creaciones de otros usuarios y, en medida aún más espectacular, el de la comunidad modder que hace de este juego un titán aún más impredecible y mastodóntico.

Vídeo tras vídeo, imagen tras imagen, creación tras creación, me ha introducido en un pozo casi tan adictivo como el propio juego. Es una auténtica delicia pasear por los parques que han creado algunos usuarios, subirse a sus montañas rusas, maravillarte con cada detalle, cada rinconcito, cada belleza montada pieza a pieza con un gusto formidable. Simplemente espectacular.

Lo próximo que haré al acercarme a Planet Coaster será desinstalarlo.

Tanto que, al final, he tenido que poner el freno y, cuando llegue el post, probablemente no decepcionará, pero ni de coña se acercará ni una milésima parte a la ingente cantidad de contenido reseñable que hay en ‘Planet Coaster’.

Tras ello he pensado que podría marcarme com proyecto de hobby hacer algo similar, crear mi parque perfecto, y conforme he empezado a pensar en la idea también me ha venido a la cabeza que, con toda seguridad, lo próximo que haré al acercarme a ‘Planet Coaster’ será desinstalarlo. Ni puedo ni quiero permitirme el lujo de querer meter más horas en él.

Y lo que peor me sabe de todo esto es que, dentro de unos meses, los creadores de ‘Planet Coaster’ lanzarán ‘Jurassic World Evolution’ y, como imagino que ya habréis encontrado obvio, ese tampoco lo voy a poder disfrutar de la forma insana que me gustaría. Esa oportunidad me la guardo para cuando me jubile y mis hijos ya no vivan en casa.

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