He jugado a Sludge Life 2 de Devolver Digital, la secuela del Holy Motors del mundo del videojuego

He jugado a Sludge Life 2 de Devolver Digital, la secuela del Holy Motors del mundo del videojuego

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Sludge Life 2

Lanzado por sorpresa en Epic Games Store, el primer Sludge Life es una de las mayores rarezas que nos ha dado el mundo del videojuego. Uno de esos títulos que, como Pony Island o Inscryption, intentar ir un paso más allá a la hora de redefinir lo que todos tenemos a la cabeza al plantarnos ante un mando.

Es, por buscar el símil más rocambolesco que pueda venirte a la cabeza, lo que Holy Motors fue para el mundo del cine en formato videojuego. Una ida de olla tremebunda capaz de romperte todos los esquemas posibles mientras te acerca más al concepto de experiencia que al de la definición del medio que siempre das por normalizada.

Sludge Life 2, otra locura indescriptible

Cualquiera que recorriese aquellas calles bañadas en lodo podrá aventurar con relativa facilidad lo que Sludge Life 2 tiene preparado. Otra ciudad, otros personajes y otra aventura que nace sin objetivo aparente y que, durante la hora de juego a la que he podido acceder, vuelve a replicar cada uno de los puntos fuertes y flojos que, sin hacer demasiado ruido, encumbraron entonces a la obra original.

Como allí, la idea de Sludge Life 2 parte de plantarte ante un mundo abierto sin demasiadas pistas sobre qué debes hacer. Aquí la aventura empieza con la búsqueda de un rapero pasado de vueltas que ha desaparecido por la ciudad, pero el primer error que podrías cometer como novato en la saga es darle más importancia de la que debería.

Esto no va de seguir flechas o perseguir un objetivo concreto, sino de perderte en su mundo dejándote llevar por todas las locuras que personajes, situaciones y escenarios tienen preparados para ti. Uno de esos títulos en los que lo único que debería pasarte por la cabeza es, como en la película de Leos Carax, dejarte llevar.

Hablar con sus habitantes, empaparte de la situación en la que viven, pasar del chiste fácil a la frase que puede arrojar alguna pista sobre lo que estés buscando en ese momento y, en definitiva, disfrutar de una exploración que pasará de hacerte saltar entre balcones a conseguir objetos con los que acceder a un sitio que antes parecía impenetrable.

Sludge Life 2

Mismas virtudes, idénticos defectos

Desconozco cuántos finales se habrán sacado de la manga esta vez o hasta qué punto su historia terminará retorciéndose, pero para bien y para mal, a Sludge Life 2 se le ve rápido que es un juego bastante continuista con su idea.

Encaramarte a lugares en los que pintar grafitis y conseguir objetos especiales que te sirvan como herramienta al más puro estilo metroidvania será, con toda probabilidad, lo que te irá empujando a viajar de una zona a otra mientras charlas con la gente y degustas -o soportas- un humor que por lo marrullero de su estilo, personalmente nunca ha terminado de encajarme.

Es una lástima que las críticas a su control, un dolor de muelas que se suma a la necesidad de ser especialmente preciso a la hora de encarar el alcanzar alguna plataforma, no les hayan empujado a darle una vuelta a lo incómodo que resulta la mayoría de las veces, pero más allá de la frustración de tener que repetir algunos saltos, queda claro que Sludge Life 2 tampoco le da demasiada importancia.

Sludge Life 2

En cualquier caso aquí no venimos a eso, pero sí es un problema con el que va a tocar tragar para poder disfrutar de todo lo demás, especialmente la experiencia de explorar su surrealista mundo de animales antropomórficos y niños fumetas que tan pronto te lanza una ácida crítica a nuestra sociedad actual como te suelta en la cara un chiste sobre penes pequeños.

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