He pasado una noche jugando a The Division 2 y ahora sé que sólo ha sido la primera de muchas más

He pasado una noche jugando a The Division 2 y ahora sé que sólo ha sido la primera de muchas más

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He pasado una noche jugando a The Division 2 y ahora sé que sólo ha sido la primera de muchas más

Ni decepcionó en la beta ni lo ha hecho ahora durante las primeras horas con la versión final. Las ganas que le tenía a The Division 2 no eran pocas, pero ahora sé que tras mi entusiasmo inicial hay más confianza que mera esperanza. Lo que estaba bien ahora apunta a ser genial. Lo que estaba mal quiere dejar de ser una excusa para que te alejes del juego.

The Division 2 es, al menos por el momento, todo lo que le podría llegar a pedir a la secuela de uno de los juegos que más he disfrutado en compañía en los últimos años. Un título que quiere ir mucho más allá de la sorpresa inicial y que, a base de una evolución de manual, demuestra el compromiso de Ubisoft a la hora de entregar la mejor experiencia posible.

Mis primeras horas con The Division 2

Jugando en solitario, para probar esa vertiente antes de lanzarme de cabeza a la chicha de patrullar con amigos, he superado varias misiones principales, completado eventos aleatorios, desatrancado la puerta de pisos francos, e incluso liberado algún que otro asentamiento.

He visto, por así decirlo, gran parte de lo que voy a revivir durante varias semanas mientras encaro el final del juego y voy en busca del equipamiento perfecto para mi personaje. Y de todo ello, lo único capaz de hacerme arquear la ceja es precisamente aquello sobre lo que ya traía pocas esperanzas de casa: su historia.

Habiendo visto sólo una pequeña porción de lo que aparentemente ofrece, el haber vivido ya esa trilllada situación en la que alguien comenta que el enemigo es muy poderoso, y otro asegura que consiguiendo unas señales de radio y asaltando X puntos para debilitar sus fuerzas podremos con él, me ha dejado más que claro que no permaneceré en el juego por ella.

Por suerte para mí, es un problema que me importa entre cero y nada. Menos aún encontrándome en uno de esos mapas que no sólo es espectacular en lo visual, también lo suficientemente nutrido y variado para que el ir en busca de algo muy concreto se convierta en una sucesión de paradas técnicas porque “eh, ahí está pasando algo” o “oye, que si libero este puesto conseguiré otro viaje rápido y un puñado de loot”.

Ya sea deteniendo una ejecución pública con la ayuda de un extraño que pasaba por allí, o rebuscando entre la basura de un edificio abandonado pero fuertemente protegido, siempre hay una excusa que te arrastre a cambiar una línea recta por un entretenido y continuo zigzag.

Variedad por bandera y diversión como pilar

The Division 2 aprieta pero no ahoga y, aunque adolece de ese festival de lucecitas e iconos que suelen inundar los mapas de Ubisoft, hasta el momento he disfrutado todas y cada una de las actividades que tenía preparadas para mí. Con una tímida ración de exploración y una buena dosis de satisfactorios y divertidos tiroteos, lo único que me preocupa a estas alturas es hasta qué punto jugará bien con el balanceo para que esconder misiones detrás de niveles de experiencia no sea un problema.

No es algo que ni de lejos me haya topado hasta ahora y, si me centro en lo vivido en títulos recientes de la marca como 'Assassin's Creed Odyssey', no debería suponer un problema a no ser que quieras acelerar la llegada de su final más de la cuenta. Ya sabemos todos cómo funciona eso de querer correr antes de aprender a andar.

La agilidad a la hora de manejar y entender las posibilidades de mi inventario, además de todo lo que la nueva base de operaciones va ofreciendo poco a poco, es otra de las asignaturas pendientes que tengo con el juego durante las próximas horas. Una lucha interna entre lo que debería ser una interfaz simple y autoexplicativa, y la dificultad de conseguir eso cuando ofreces decenas de opciones ya desde el principio.

Al final pesa más eso último. La sensación de que no puedes abarcarlo todo y que, cuando llegue el momento en el que escaseen las sorpresas, aún tendrás que aterrizar y entender una gran parte de las que ya han salido de una caja con un lazo. The Division 2 tiene toda la intención de ser eso mismo, un abeto rodeado de regalos para que el fan de los tiroteos, el loot y las aventuras en compañía, se sienta como un niño en la mañana de Navidad.

De momento el paralelismo se mantiene, y aquí estoy yo viendo cómo entran los primeros rayos de luz de la mañana mientras sigo recibiendo nuevas armas, equipamiento y locuras con las que sembrar el caos entre mis enemigos. Y todo eso sabiendo que lo mejor está por llegar, que aún me queda por delante compartir y comparar regalos con mis amigos mientras jugamos juntos. Con un escenario así, normal que a mediados de marzo uno tenga una sonrisa en la cara a la que sólo le falta un "Feliz Navidad" para celebrar The Division 2.

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