Retroanálisis de Pooyan, la versión alternativa (con globos) de los tres cerditos y el lobo feroz

Retroanálisis de Pooyan, la versión alternativa (con globos) de los tres cerditos y el lobo feroz

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Retroanálisis de Pooyan, la versión alternativa (con globos) de los tres cerditos y el lobo feroz

Uno de los servicios más desaprovechados en Xbox Live Arcade fue 'Game Room'. El concepto estaba bien al rescatar juegos del año de la polca, pero se vio lastrado por muchos errores (algunos ni se han subsanado) y unos precios demasiado caros, especialmente en lo concerniente a clásicos de Atari 2600 e Intellivision, que costaban lo mismo que pelotazos atemporales de recreativas.

Otro problema es que no tuvo continuidad y quedaron en el tintero promesas como 'Sunset Riders'. Sin embargo, sí que hubo algún que otro clásico interesante. Y también me sirvió para descubrir algunos que se me pasaron en su día, como el 'Pooyan' de Konami, lanzado el año de mi nacimiento, en 1982.

Konami fue, de hecho, de las pocas compañías que brindó un catálogo generoso al 'Game Room', siendo 'Detana!! Twinbee', de 1991, el más actual y a la vez uno de los más recomendables. Pero hoy toca hablar del menos conocido 'Pooyan'.

El cuento de los tres cerditos y el lobo feroz. O no

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Debido a que este servicio de Krome Studios nos ofrecía una partida gratis, no fue extraño que la sencilla mecánica de 'Pooyan' me cautivase al instante hasta tal punto de comprarlo después para seguir jugando más rato. Del mismo modo que 'Flicky' (SEGA, 1984) y tantos arcades similares, estamos ante una mecánica que no ha perdido su atractivo. Y es que si algo se hace bien, dura para siempre.

También es cierto que llama un poco la atención por su peculiar propuesta. Se podría decir que estamos ante una variante del clásico cuento de los tres cerditos y el lobo feroz. Aquí encarnamos a la mamá cerdo, que tiene que rescatar a sus cerditos de una manada de lobos. Y ojo, desde un ascensor y lanzando flechas.

En el primer nivel los lobos irán descendiendo gracias a unos globos y lógicamente nuestro objetivo será acertar con las flechas en los globos para que se caigan y dejen en paz a nuestras criaturitas. Si no lo hacemos, irán subiendo por las escaleras situadas a nuestro lado, con lo que nos podrán morder y matarnos al instante si nos despistamos. Y si llegan a la cima, adiós partida.

Mientras que en el segundo nivel será justo al contrario: irán en ascenso hasta alcanzar una roca. Cuando haya suficientes lobos para empujarla nos la tirarán encima y perderemos la partida. Si lo superamos, habrá una ronda de bonus y después se volverá a repetir el patrón de las primeras dos fases, pero con más y más lobos y otros elementos de distracción en juego, como globos y frutas.

Pooyan: en la simpleza radica su mayor atractivo

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A pesar de su aparente simpleza, algo habitual en aquella época, 'Pooyan' ofrece muchas variantes en cada partida: a veces los lobos bloquearán nuestras flechas (éstas se desviarán y caerán en picado, dañando todo lo que toque), en otras ocasiones hará falta más de una flecha para poder explotar sus globos (cuanto más aire hayan perdido, más lentos irán), sin olvidar que también nos lanzarán piedras (que podremos destruir con nuestras flechas y que nos darán puntos).

Es toda esa mezcla, unida al hecho de que no podremos descuidarnos ni por un solo instante (de lo contrario, los lobos irán haciendo una piña y acabarán capturando a nuestros cerditos), lo que convierte a este clásico de Konami en un juego tan adictivo que nos pica constantemente a superar nuestra puntuación.

A esto hay que unirle un arma secreta de la mamá cerdo: los trozos de carne que le dejan sus hijos. ¿No es sádico? El caso es que esos trozos de carne (imaginamos que de cerdo, claro) salen de vez en cuando y los lanzamos creando una parábola que arrasa con todo lo que toca. Gracias esta improvisada arma podremos encadenar una generosa suma de puntos. Y también será la única forma de limpiar la pantalla de lobos cuando se juntan de golpe media docena.

En las fases de bonus será, de hecho, nuestra única arma, ya que ahí no podremos lanzar flechas. Una buena forma para practicar nuestro lanzamiento.

¿Ha aguantado bien el paso del tiempo?

Para mí, sí, sin lugar a dudas. La gracia de clásicos de recreativas como este 'Pooyan' es que sus mecánicas son sencillas y directas, lo que por lo general se acaba traduciendo en diversión y pique constante. No necesita nada más.

A favor

  • Mecánica sencilla pero adictiva
  • Conseguir un pleno con un trozo de carne
  • Destruir piedras a flechazos

En contra

  • Más variedad de fases (y de retos, por lo tanto)

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