Hace 64 años, nueve estudiantes rusos murieron en extrañas circunstancias en una montaña. La película Frozen fue la clave para resolver el misterio

Hace 64 años, nueve estudiantes rusos murieron en extrañas circunstancias en una montaña. La película Frozen fue la clave para resolver el misterio

Cómo la animación digital de Disney consiguió resolver el Expediente X del Paso de Dyatlov

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Paso Dyatlov

En 1959 siete hombres y dos mujeres fueron encontrados semidesnudos en la montaña Kholat Saykhl con múltiples traumatismos e incluso algunas mutilaciones leves. Aparentemente algo les había obligado a salir de sus tiendas de campaña en mitad de la noche.

Se habló de pruebas militares rusas, de extraterrestres e incluso de la existencia del Yeti, así que podéis haceros una idea de hasta qué punto el incidente del Paso de Dyatlov se convirtió en uno de los mayores misterios sin resolver del último siglo. Hasta que llegó Frozen, claro.

El extraño incidente del Paso de Dyatlov

El 23 de enero de 1959 se inicia una expedición en la que 10 miembros del Instituto Politécnico de los Urales de la Unión Soviética, nueve estudiantes y un instructor experimentado. Tienen experiencia en montañismo y esquí, pero sólo uno de ellos consiguió volver a casa.

Con dolores articulares que le impiden seguir avanzando, uno de los estudiantes decide volver al refugio y, días después, tras asumir que el equipo está tardando más de lo que debería en volver de la expedición, avisa a las autoridades.

Unas semanas más tarde, cuando el equipo de búsqueda encuentra la tienda de la expedición y uno de los primeros cadáveres en la ladera del Kholat Saykhl, la Montaña Muerta, lo primero que les sorprende es que la tienda está abierta desde dentro.

Las fuertes nevadas les obligan a esperar varios meses para encontrar al resto del grupo y, con la nieve descongelándose, los equipos de búsqueda empiezan a dar con los cuerpos de los otros miembros en extrañas condiciones.

Esparcidos por la ladera, semidesnudos, con huesos destrozados, e incluso con mutilaciones leves -a algunos les faltaban los ojos y a uno de ellos la lengua-, las autoridades cierran el caso culpando a una fuerza natural desconocida frente a la falta de pruebas concluyentes.

Una tormenta perfecta de teorías

En una tormenta perfecta de teorías y especulaciones, extraer la verdad sobre lo ocurrido no parece especialmente complicado en base a nuestro conocimiento sobre los fenómenos más típicos sufridos por los montañistas. Había teorías capaces de explicar casi todo lo que había ocurrido.

Los cuerpos semidesnudos podrían estar relacionados con el desnudo paradójico, una sensación de quemazón interior causada por el calor de la sangre en un estado de hipotermia que, sumado a la psicosis generada por la situación, induce la necesidad de quitarse la ropa.

Por otro lado, las mutilaciones bien podrían ser culpa del festín carroñero de algún animal de la zona, que habría optado por los órganos más difíciles de congelar tras la muerte, así que sólo quedaría por desvelar qué les habría empujado a huir de la tienda y cómo se habrían producido los traumatismos.

Aquí lo fácil sería agarrarse a la posibilidad de una avalancha, pero lo cierto es que ni la climatología de aquel día ni la situación en la que se encontraba la montaña parecía validar esa opción. La disposición de los cuerpos era errática y el camino que parecían haber tomado tras salir de la tienda también, y si ves venir una avalancha hay pocas posibilidades de querer volver atrás en mitad de la huida.

Animación digital, Frozen y cinturones de seguridad

Hace apenas unos años, allá por 2019, Johan Gaume, director del Laboratorio de Simulación de Avalanchas de Nieve, se cruza con parte del equipo ruso que seguía investigando el fenómeno en busca de una explicación no sólo plausible, sino también demostrable.

Acudiendo a la simulación por ordenador para intentar comprender lo ocurrido, Gaume contacta con Disney tras quedar impresionado por lo bien que la película Frozen representaba el movimiento de la nieve y, tras hacerse con el código que habían utilizado los animadores para sus efectos, lo aplica a su sistema de simulación.

Slab

A la ecuación añade también los datos de la compañía de coches General Motors que, en los años 70, había utilizado 100 cadáveres para romperles las costillas con distintos pesos a distintas velocidades en un experimento que supondría la revolución del cinturón de seguridad.

La suma de cálculos y tecnologías termina demostrando que lo que sufrieron los montañistas fue un alud de placa, el desprendimiento de un bloque de nieve de apenas 4,5 metros de largo que, sumado a los chuzos de hielo que salieron despedidos provocados por el viento, habrían sido los culpables de malherir a los estudiantes. El frío y la hipotermia, habrían hecho el resto.

Los movimientos erráticos habrían sido provocados por la necesidad de asistir a otros compañeros en peor estado, lo que sumado a la necesidad de huir de los proyectiles de nieve respondería al resto de incógnitas sobre la disposición de los cuerpos. Ni yetis, ni extraterrestres, ni experimentos militares, sino una colección de fatídicas casualidades que, gracias a la tecnología detrás de la animación de Frozen, parece que finalmente encontró su explicación.

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