Mortadelo y Filemón: París 2024, la última aventura de los personajes de Francisco Ibáñez es un regalo para sus lectores

Mortadelo y Filemón: París 2024, la última aventura de los personajes de Francisco Ibáñez es un regalo para sus lectores

Los agentes de la T.I.A vuelven a apuntarse a los Juegos Olímpicos, en un tributo muy especial a su creador

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Decía Francisco Ibáñez que su vida no era como la del pícaro del Gran Manuel Vázquez y otros artistas y dibujantes cuyas aventuras más allá del papel daban para un biopic. O dos. Pero eso no quiere decir que fuese un tipo aburrido: el papá de Mortadelo y Filemón irradiaba talento y  humor. Elementos que hacen que Paris 2024, su álbum 222 sea tanto el fin de una era como una visita privilegiada a la mesa de dibujo del maestro. A la elaboración de sus guiones. A su manera de ver el mundo a través del humor.

Porque para Ibáñez la única manera de tener controladas sus inquietudes, que eran muchas y muy divertidas, era pasarse los días dándole al lápiz y a la máquina de escribir. Creando nuevas historias para sus personajes. Mejor dicho, para sus lectores. Dejándonos una última historia protagonizada por los agentes de la T.I.A. cuyas páginas impregnadas en genialidad -en lugar de tinta- no merecían quedarse encerradas en una carpeta. Ibáñez no lo hubiese querido así.

Y es que durante sesenta y cinco años, y con más de 12.000 páginas publicadas, el mejor historietista español de todos los tiempos mantuvo un compromiso intachable con los fans de sus patosos y entrañables superagentes. No solo era un mago del humor, sino que fue inquebrantable en lo profesional. Regresando con cada nuevo mundial de fútbol, lanzándose sin red hacia la actualidad política y llevando cada acontecimiento o moda hacia su mundo de picaresca. Cultivando la genuina fascinación por el cómic en generaciones enteras de enamorados de sus personajes.

Y, pese a ello, pocos o ningún historietista lograba igualar la humildad de Ibáñez. Se negó a guardar sus lápices y sus personajes, y siguió dibujando hasta el último de sus días. Literalmente. Sin perder su estilo, su toque mágico y ese empeño por hacer que cada viñeta tuviese algo más que una escena y un diálogo. Colocando una pequeña gracia sucediendo de trasfondo como recompensa para quienes revisaban su obra al detalle. Algo que le da matices especiales y un contexto único a París 2024. Su última obra y, a su vez, el broche de su rico y muy querido legado.

Paris 24, las últimas olimpiadas de Mortadelo y Filemón

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Un grupo terrorista pretende sabotear los Juegos Olímpicos de 2024 usando unos sofisticados drones. Ante esa amenaza, la T.I.A. ha convocado a dos de sus agentes más experimentados para evitar el desastre. Mortadelo va sobrado de iniciativa, ingenio y disfraces: en un abrir y cerrar de ojos puede ser cualquier cosa que se proponga, incluyendo una jirafa, un coche de competición o un experto en catapultas... ¡Con catapulta incluida! Filemón trata de atar en corto a Mortadelo y, pese a ello, se acaba llevando enormes disgustos y algún que otro golpe colateral. Nada que no se cure tres viñetas después o en la siguiente página. Porque así es el mundo imaginado por Ibáñez.

Paris 2024 retoma ese esquema de humor slapstick y planes fallidos y los vuelve conjugar en un gran evento deportivo con todos los ingredientes habituales de Ibáñez: los superagentes salen a escena haciendo uso de una nueva entrada secreta a los cuarteles de la T.I.A. (la última que usarán será la 748-J) en lugar de entrar por la puerta principal y, tras varias complicaciones, acaban viendo desfilar a unos atletas colmados de tópicos: los cubanos fumando unos enormes puros, los de Polonia con polos de todos los sabores y los representantes de España de fiesta, friendo una tortilla de patatas y tocando la gaita. Todo con el inconfundible toque alegre y caricaturesco del autor.

A partir de ahí, Mortadelo y Filemón harán lo imposible para que los Juegos Olímpicos transcurran con relativa normalidad, lo cual derivará en una sucesión de desastres que les explotan en la cara o les arrollarán como un camión en marcha. A veces, en el sentido más literal de cada expresión.

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De hecho, una vez más lo esencial de este álbum final de Mortadelo y Filemón no está en la historia que se desarrolla de fondo y que, tristemente, queda inconclusa, sino en el transcurso de cada viñeta. En cómo el humor físico, las acciones torpes e improvisadas entre una página y otra o el uso de una exageración sin límites golpean a los protagonistas de manera constante. Reincorporándose justo a tiempo para que el siguiente chiste se sienta tan divertido o más que el mostrado en la página anterior. Manteniendo siempre el ritmo y la picaresca en su punto más alto.

Logrando que cada iniciativa se vuelva en su contra como un bumerán, derivando en momentos delirantes que, cómo mínimo, roban una sonrisa o una sonora carcajada al lector. A veces de complicidad y otras haciendo que se rinda ante el absurdo de las ocurrencias o la mala suerte de estos protagonistas. Reivindicando siempre ese humor tan de Ibáñez.

De hecho, en este álbum los atletas españoles ya conocen muy bien a Mortadelo y Filemón y, tras sus experiencias en Londres, Río y Tokio tratan de impedir que lleguen a la capital de Francia. Para desgracia de ellos, y de la organización, consiguen llegar usando esos métodos de transporte tan surrealistas que le encantaban dibujar a Ibáñez. A partir de ese punto es cuando empieza el caos y, una vez más, los agentes de la T.I.A. deberá ponerse la ropa de deporte y prepararse para lo que haga falta e impedir el desastre. Incluso si eso supone provocar otro mayor.

Un formato diferente para una última aventura

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Ibáñez no llegó a terminar Paris 2024. De las aproximadamente 48 páginas que suele ofrecer cada nuevo álbum, le dio tiempo a escribir  y dibujar 19 páginas y dejar la número 20 bien encaminada. De modo que la editorial Penguin apuesta por un formato muy parecido al también inconcluso Tintín y Arte Alfa de Hergé: recopilar los manuscritos inalterados y mostrar el talento de su autor tal y como salía de su escritorio. Algo tan especial como simbólico, y todo un regalo para los fans.

De hecho, el tratamiento que recibe cada página del cómic es algo insólito dentro de la colección Magos del Humor: a la derecha se pueden ver las páginas a lápiz, sin entintar y con las manchas y borrones. Tal y como las dejó Ibáñez. A la izquierda, cada uno de los diálogos que irán en cada viñeta perfectamente organizados y con sus correspondientes gritos y onomatopeyas. Inmortalizando el proceso creativo del maestro del cómic.

Hay detalles realmente especiales dentro de este proceso que son capaces de despertar una sonrisa a los apasionados por el cómic y a los aspirantes a dibujantes: Ibáñez no solo usó el papel y el lápiz de toda la vida en lugar de los métodos digitales modernos, sino que seguía escribiendo los guiones con máquina de escribir y haciendo correcciones y anotaciones propias sobre esas páginas.

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Sin tecnología, pero con la experiencia de toda una vida. Es alucinante ver cómo con sus 87 años seguía dando lecciones de  soltura y desparpajo a la hora de crear escenas, el dinamismo de sus dibujos con ese toque de humo explícito en sus expresiones o golpes. Y cómo sabía organizar cada viñeta para que entrasen los diálogos o las enormes onomatopeyas sin entorpecer los elementos principales y aquellos que seguía repartiendo en esas esquinas libres que aprovechaba metiendo pequeños personajes o una pincelada extra de humor absurdo.

La edición se completa con tres textos adicionales realmente significativos: La editorial abre recordando la alegría y el humor con los que Ibáñez llegaba con sus manuscritos y cómo se planteó esta última aventura de Mortadelo y Filemón. Arturo Pérez-Reverte corona con sus palabras la trayectoria y el legado del historietista en representación de la Real Academia de la Lengua Española, reconociendo su incalculable influencia en generaciones enteras.

Finalmente, Jordi Canyissà también dibujante y autoridad comiquera, cierra el álbum dándole un valor especial a los escaneos de los manuscritos y centrándose en la obra. Llegando poco a poco a una conclusión que jamás se nos pasó por la cabeza a muchos lectores: pese a que muchos chistes y situaciones se quedaron para siempre en el tintero, Paris 2024 es y será la última misión de Mortadelo y Filemón de Ibáñez.

La opinión de VidaExtra

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Hay mucho de Ibáñez en cada una de las páginas de Paris 2024. De su genuino carácter humilde, de los arrebatos de sus personajes ante lo inesperado y de su capacidad de encontrarle el lado divertido a cada catástrofe. Algo que siempre logró encarnar en sus hijos del lápiz y la tinta como Rompetechos, el botones Sacarino o los terriblemente divertidos Mortadelo y Filemón. Conquistando a generaciones de lectores con chistes que jamás pasan de moda. Un legado de más de medio siglo que cristaliza en un álbum inconcluso, sí, pero todavía más especial y emotivo para los fans de los agentes de la T.I.A. y aquellos a los que este dúo de superagentes logró robar una carcajada.

Pese a que la historia se difumina llegados a la página 20, la cual se muestra como un conjunto de ideas y garabatos que dejaban ver las intenciones del autor, el último cómic de Mortadelo y Filemón no deja esa sensación de despedida. Más bien, que a los personajes de Francisco Ibáñez todavía les queda una última misión por resolver. Que el genio, el maestro del cómic español, sigue dibujando y riendo al encontrar cómo hacer más divertidas esas situaciones que nos ha contado decenas, cientos de veces. Logrando que sus lectores las disfrutemos como si nos las topásemos de primeras.

Como cómic, como álbum con un principio y un final, lo cierto es que Paris 2024 no necesita estar acabado. Lo más probable es que el gran final muestre a Mortadelo disfrazado de esquimal pescando en el ártico tratando de pasar desapercibido, con Filemón al otro lado de la cuerda; o que ambos acaben corriendo a la desesperada y por su vida, perseguidos por todos los atletas de los Juegos Olímpicos. Incluso es posible que acaben atados de una enorme bomba o encadenados a una máquina de tortura medieval y ahí se quede la cosa. De hecho, quizás Ibáñez tenía pensado algo diferente, pero no necesitaba ni plantearlo ni dibujarlo para lograr dejar esa sensación de satisfacción al llegar a la última página.

Dicho de otro modo: nos quedamos sin ver cómo terminaron los últimos Juegos Olímpicos dibujados por Francisco Ibáñez. Pero es que no es un cómic de humor, ni tampoco el típico álbum con formato y estilo de dibujo europeo. Es mucho más.  Mortadelo y Filemón: Paris 2024 es el tributo al mejor autor español de cómics de todos los tiempos. La oportunidad de ver toda una vida dedicada a los cómics mostrada a través de su manera de dibujar y crear historias. Páginas sin tinta, pero desbordantes de dedicación, talento y esa clase de humor que cala en el lector y que hoy forma parte del ADN y la manera de ser de generaciones enteras. Y lo seguirá siendo durante muchos años más.

En VidaExtra | Las historietas de Ibáñez eran tan buenas que Mortadelo y Filemón consiguieron que jugase al género que no soporto

París 2024 (Magos del Humor 222) (Bruguera Clásica)

Ficha de Mortadelo y Filemón: Paris 2024 (2024)

  • ISBN-10 ‏ : ‎ 840242970X
  • ISBN-13 ‏ : ‎ 978-8402429704
  • Editorial: Bruguera Clásica (Penguin Libros)
  • Autores:  Francisco Ibáñez
  • Número de páginas: 48 páginas
  • Tamaño: 21.3 x 0.9 x 29.6 cm
  • Colección: Magos del Humor 222
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