En la mítica Juegos de Guerra, en Puñales por la Espalda, en Altered Carbon… He perdido la cuenta de las veces que he visto a alguien jugando al GO en una película, serie o anime, pero siempre que aparece este mítico juego de origen chino la misma frase resuena en mi cabeza: tienes que aprender a jugar a esto.
Principalmente por falta de tiempo, lo cierto es que nunca lo había hecho hasta ahora, pero viniendo de una racha con bastantes partidas a Abalone, otro mítico pero bastante más actual, el otro día se me ocurrió darle por fin una oportunidad a GO. No podía ser tan difícil, ¿no?
No puede ser tan complicado, ¿no?
Y vaya si lo es. Como en esos juegos de mecánicas aparentemente muy básicas que van retorciéndose poco a poco, lo que sobre el papel resultan ser unas reglas bastante simples, terminan dejando paso a una profundidad estratégica que su apariencia de juego simpático esconde a la perfección.
Para intentar comprender mejor cómo colocar piedritas de colores consigue ser un reto alucinante, echemos un vistazo a otro juego clásico que probablemente todos conoceréis mejor y de primera mano: el ajedrez.
Gracias a los avances de la inteligencia artificial, la idea de crear una IA capaz de vencer a un maestro del ajedrez era un reto mayúsculo. Tras un segundo encuentro entre Garri Kasparov y el ordenador Deep blue, en 1997 la máquina conseguía derrotar al campeón del mundo en una partida épica.
La mejor forma de entender hasta qué punto llega la profundidad de GO es realizar el mismo proceso, saber cuánto tardó una inteligencia artificial en asimilar suficientemente el juego hasta conseguir vencer a un maestro del mismo. Pues bien, hubo que esperar hasta 2016, 20 años después del caso del ajedrez, para que la inteligencia AlphaGo fuese capaz de alzarse con la victoria.
Cómo se juega al GO
De origen chino pero popularizado en occidente gracias a Japón, el GO es un juego para dos jugadores con poca preparación y un gran peso en la estrategia y la la anticipación a los movimientos del contrario.
En un tablero con una cuadrícula de 19x19 líneas, aunque también puede jugarse en uno de 9x9, los jugadores de cada equipo irán colocando sus fichas mientras intentan rodear una superficie del tablero para ganar ese territorio. Cuando ambos jugadores pasan su turno porque no ven claros nuevos movimientos, la partida llega a su fin y se calcula cuántos huecos han quedado capturados para definir la puntuación.
La gran baza de nuestra estrategia está en la posibilidad de capturar piedras del rival rodeándolas, impidiendo así que pueda seguir creciendo y eliminándose esas fichas de la partida. Es el único caso en el que se van a mover fichas del tablero una vez colocadas, así que en el control de esa mastodóntica colección de piezas está su reto. En ser capaz de ver cuándo hay piezas desprotegidas que deberías salvar y cuándo puedes jugar de forma más agresiva.
A partir de aquí las posibilidades son enormes, impidiéndonos colocar fichas dentro de una formación enemiga si no es para capturar las del rival, midiendo suicidios permitidos con ese mismo efecto, midiendo qué territorios quedan en punto neutro. Sin duda GO es uno de esos juegos que, siendo válido para casi todas las edades, merece la pena tener a mano para echar una partida de vez en cuando.
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